Un padre ostentoso y una quinceañera consentida

El 7 de noviembre pasado se celebraron los 15 años de la hija de Salomón Muci, directivo del Hotel Tamanaco. Memorable fiesta no solo por el ostentoso despliegue, sino porque se produce en medio de la peor crisis económica de los últimos 70 años en Venezuela. Esta es la historia de una chica y su entorno que disfrutan y alientan todas las exageraciones de lo que en redes sociales aún se conoce como #LaRumbaDelAño.
Violinistas,
flautistas, trompetistas de la orquesta juvenil de la Fundación del Estado para
el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela –ícono
cultural del país, con reconocimiento internacional– entonaron desde el
escenario las notas del Fantasma de la Ópera. La banda sonora de aquella famosa
historia francesa, sobre un compositor desfigurado y su obsesión por una joven
soprano, fue revivida la noche del sábado 7 de noviembre en Caracas, en un
castillo construido específicamente para la ocasión. Con la sinfonía de fondo,
ella entró a la tarima, bajo una luz que la destacó en la oscuridad, con pasos
amplios y pausados, traje blanco con estampado de flores, rosa en el moño, y
cerca de 2.000 personas presentes para rendirle
homenaje.
Muchos se enteraron,
invitados o no, de aquella fiesta: desde principios de octubre comenzaron a
alzarse tres toldos gigantes con techo transparente al lado de la piscina del
Hotel Tamanaco Intercontinental de Caracas. Era imposible no preguntarse qué
ocurriría allí ante semejante despliegue que llenaba la vista de las ventanas
del transporte público, o de los vehículos particulares que circulan por la
autopista Prados del Este. Algunos rumores anunciaban un concierto, otros una
presentación del Cirque du Soleil. Pero no: el objetivo era festejar los 15 años
de la hija de uno de los dueños del hotel, el empresario Salomón Muci, cuya
familia comparte el paquete accionario con el Grupo Abilahoud.
La chica bajó las
escaleras dejando una estela de humo blanco y caminó hasta situarse sobre una
gran rosa negra pintada en el suelo, justo frente a la orquesta, para bailar el
tradicional vals, junto a su padre, su hermano y demás seres queridos. Había a
su alrededor una multitud de figuras oscuras, con algunos rasgos iluminados por
las pantallas, de distintos tamaños, dispuestas al fondo del escenario, que en
ese momento proyectaban rosas amarillas sobre un fondo rojizo.
Afuera, algunos
adelantaban críticas a través de las redes sociales. ¿Quién ofrecía –se
preguntaban– una fiesta de esa magnitud en medio de políticas nacionales de
racionamiento de productos básicos, de escasez de medicamentos y hospitales sin
insumos? Las interrogantes y críticas contrastaban la gran celebración con la
crisis económica generalizada, atribuida por el gobierno del presidente Nicolás
Maduro a un plan que llama “guerra económica”, dirigido por el sector privado
para derrocarlo mediante acaparamiento y especulación. Esta semana el Fondo
Monetario Internacional estimó que Venezuela cerrará 2015 con la mayor inflación
del mundo, alrededor de 160%, mientras el Banco Central de Venezuela cumple 10
meses sin publicar cifras oficiales al respecto.
“¿Quién tuvo la dicha
de celebrar ante tanta desgracia?”, preguntó alguien en Instagram, donde las
imágenes y comentarios sobre el evento del año despolitizaron por algunas horas
a la sociedad. El columnista Domingo Alberto Rangel publicó un texto titulado “A
propósito de unos Mega 15 años en tiempos de súper crisis”, donde comparó la
celebración con la conmemoración de los 100 años del Libertador organizada por
el ex presidente Antonio Guzmán Blanco en el siglo XIX. La exposición de los
Muci los condenó en un contexto en que los magnates venezolanos celebran en
espacios cerrados, o con mucha mayor opulencia en el exterior.
Una semana después, no
se dijo más. Los escándalos eran otros: familiares de la primera dama detenidos
en Haití por narcotráfico, regulación en los precios de los huevos, desaparición
de los huevos de los anaqueles, etcétera.

Inspirada en la última colección de Dior, la quinceañera le pidió al diseñador Richard Febles un vestido estampado, en cuya falda resaltaban 200 nombres de familiares y amigos. Foto: Instagram/mini.piya.
¿El show debe continuar?
En
la oficina del diseñador Richard Febles –alta costura, de renombre en Venezuela
y el exterior, con piezas desfiladas en el Miss Venezuela entre 1996 y 2007– hay
un gran cuadro de la quinceañera. En ese lugar, ella y él, cercanos desde hace
años –pues la conoce desde que nació–, bromearon después de la fiesta sobre las
críticas y rumores. “Dijeron que había llegado en helicóptero también. Y le
dije: Gorda, ¿o sea que llegamos juntos? ¿Llegamos los dos en helicóptero? Y
ella me dice: Sí, voy a decirle a todo el mundo que llegamos en helicóptero”,
cuenta Febles entre risas, y afirma que los insultos no la afectaron. “Gracias a
Dios, es una niña muy centrada”, asegura.
Nadie
niega que haya sido la fiesta del año, pero no hubo helicóptero, ni Shakira, ni
Chino y Nacho, ni demás invitados especiales del mundo artístico mencionados por
varios usuarios de Twitter e Instagram. No hubo, pues la madre, Andreína Arocha
de Muci, quiso evitar que el evento terminara en un concierto. “Fue una fiesta
bien pensada”, recalca Febles, un profesional que conoce de primera mano el
mundo de las bodas y 15 años de la sociedad venezolana. Son eventos sociales que
se desarrollan con la misma frecuencia de siempre, con los mismos lujos, aunque
quizá más discreto que lo ocurrido en el Tamanaco.
“Mi
agenda está llena. Tengo trabajo hasta mayo del año que viene, y no estoy
recibiendo vestidos desde octubre, aunque la gente sigue llamando y les digo que
no y no”. Tanto él –vinculado a la elegancia y al mundo de la moda criolla– como
el columnista Domingo Alberto Rangel –dirigente político liberal y uno de los
primeros en rechazar los excesos de los Muci– también destacan las lujosas
celebraciones en la Quinta Esmeralda, ubicada en el municipio Chacao, en el este
de Caracas. Las grandes fiestas no paran en Venezuela, pero La Esmeralda es un
salón cerrado y solo caben 1.000 personas, la mitad de los que asistieron a la
rumba del Tamanaco.
Las
grandes fiestas tampoco pararon antes: “La crisis tiene sus excepciones”, expuso
un antetítulo de El Diario de Caracas en febrero de 1989, ocho días antes
del mayor estallido social de la historia contemporánea venezolana –protestas,
disturbios, saqueos– en contra de un “paquete económico” que afectaba a los más
pobres –con medidas como el aumento de la gasolina y el transporte público–,
impulsado por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez para la liberación de
la economía en tiempos de gran endeudamiento, devaluación de la moneda,
dependencia económica y alimentaria, escasez de productos básicos.
Nueve
páginas de El Diario de Caracas estuvieron dedicadas ese mismo mes a la
boda entre Gonzalo Fernández Tinoco y Mariela Cisneros Fontanels –hija de
Oswaldo Cisneros, accionista de medios y cadenas de supermercados–, con fotos y
detalles de los lujos. “La boda del siglo”, tituló aquel periódico, y los
diarios El País, de España, y Los Angeles Times, de Estados
Unidos, se sumaron a la difusión. “Contrajeron nupcias en la capilla de las
Siervas del Santísimo. De allí el cortejo partió en 20 pullmans y un Rolls Royce
hasta el Alto Hatillo, donde un bufé rebosante de caviar, langosta y salmón
fumée, regado por champaña La Grand Dame –de la cosecha más apetecida–,
esperaban a 5.000 invitados, de los cuales 200 habían llegado desde el
extranjero, con pasaje pagado desde Caracas”, expuso la prensa nacional.

En la República Bolivariana de Venezuela tampoco falta opulencia. Y no se trata de una excepción, los entendidos explican que la única diferencia es que la del Tamanaco fue una fiesta al aire libre en la que la fachada del hotel cambió gracias a un juego de luces. Foto: Instagram/israeljdiazp.
El país apenas se
despertaba del folclórico quinquenio de Jaime Lusinchi, que también utilizó el
control de cambios como un arma de retaliación política, y tenía en sus reservas
internacionales 300 millones de dólares. Hoy Venezuela, otra vez, vive una
situación similar aunque por distintos motivos. El barril de petróleo apenas se
cotiza sobre los 30 dólares –después de marcar 100 dólares en promedio entre
2006 y 2011– y sufre las consecuencias del desfalco de la extinta Comisión
Nacional de Administración de Divisas (Cadivi). Pero los más pudientes aún
tienen muchos ánimos para celebrar.
Esa otra realidad
Al menos ocho meses
antes, muchos jóvenes pedían ser incluidos en los fabulosos 15 años. “¿Quiénes
van de tu colegio?”, preguntó alguien a la cumpleañera por el portal digital
Ask.fm. “La pregunta es quiénes no van de mi colegio”, contestó ella. La joven,
quien no será identificada en esta historia por ser menor de edad, estudia en un
centro de educación bilingüe, de los más prestigiosos de la capital. La página
web está en inglés y expone su historia, calendarios, actividades, planes de
estudio, prácticas deportivas, premios, listas de promociones, así como las
ofertas diarias y semanales de la cafetería, menús ajenos a la intermitencia del
Programa de Alimentación Escolar (PAE) –mecanismo estatal para la alimentación y
nutrición infantil en las escuelas– del que dependen alumnos de la educación
pública y sobre el cual la Contraloría General de la República ha reportado
fallas de planificación, supervisión y control interno.
En ese colegio no se
habla de eso. Los martes hay parrilla de carne con bollo o pizza, y los jueves
ofrecen nuggets con yuca, o parrilla de pollo, con sus respectivas bebidas y
postres. El hermano mayor de la quinceañera, Salomón Muci Arocha, también pasó
por ese colegio, se graduó el año pasado y hoy estudia en Estados Unidos, en
Drexel University, donde trabaja como DJ. La quinceañera planea seguir sus pasos
hacia el exterior para formarse en Diseño de Modas.
Por eso, ella misma
llevó a la oficina de Febles, en enero, una revista con la colección del año
pasado de la marca francesa Dior, que incluía un vestido con estampado de
letras: quería algo así para sus 15. Febles, quien también diseñó el traje de
novia de la madre, creó para la niña un vestido largo y blanco, con tela de tul
y gazar, en cuya falda había 200 nombres en distintos formatos, de familiares y
amigos, bordados con lentejuelas, mostacillas, canutillos, perlas, cristales,
todos de color negro. También hay flores rojas bordadas con diversos materiales
en el tul, y otras debajo de él con un efecto visual más claro, como si
estuviesen borrosas. La parte de arriba del vestido presenta drapeado y más
flores.
Así, entre brillantes
nombres y con el pelo recogido con una gran rosa roja del tamaño de su rostro,
bailó el vals con su padre, Salomón Eduardo Muci Castillo, quien ha figurado
como presidente del Comité Ejecutivo del Hotel Tamanaco tras la alianza en 2006
del Grupo Muci y el Grupo Abilahoud “para una serie de planes y acciones de
corto, mediano y largo plazo, en el marco de un 'Plan de Transformación
Estratégica del Hotel Tamanaco'”.
Muci Castillo también
se ha desempeñado como administrador de la Corporación de Casinos Nacionales CCN
–domiciliada en Tucacas, estado Falcón, al noroeste del país, en las
instalaciones del Hotel SunWay–, que ha sido demandada sin éxito por cobro de
bolívares y daños morales, según el rastro de los expedientes del Tribunal
Supremo de Justicia. En 2009 un ciudadano reclamó intereses por retrasos en el
pago de una factura, pero el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, Tránsito, Trabajo de la Circunscripción Judicial de Falcón determinó
que “la cuantía estimada por el actor fue realizada de manera caprichosa, por no
llenar los requisitos de Ley”.
La Gaceta
Oficial amplía el panorama empresarial de Muci: en 2004, según la Resolución
N° 147-2004 del Ministerio de Finanzas, la Comisión Nacional de Valores concedió
un recurso de reconsideración respecto a una multa por 25.806.000 bolívares
contra la empresa Interactivos Servicios Financieros ISF Casa de Bolsa C. A.,
que estaba entonces presidida por el propio Muci, por “consignar
extemporáneamente y/o de manera incompleta los estados financiero desde agosto
de 2003 hasta enero de 2004”, en violación a las Normas sobre Actividades de
Intermediación de Corretaje y Bolsa, y las Normas Relativas a la Información
Periódica u Ocasional que deben suministrar las Personas Sometidas al Control de
la Comisión Nacional de Valores. El recurso de reconsideración redujo el monto a
pagar a 10.670.000 bolívares. El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales
expone que Muci cotizó en aquella compañía hasta diciembre de 1989.
Figura, además, en
cuatro empresas registradas en Panamá entre 2006 y 2008: presidente de Eficient
Commercial, Inc. y de True Financial, Corp., y director de Cedar Group S.A. y de
Interactivos Servicios Financieros S.A. Fue presidente hasta 2012 de la compañía
Rosvat Overseas Limited Inc, registrada en Florida, Estados Unidos. En
Venezuela, no solo ha participado en hoteles, casinos y el mercado bursátil,
sino también integra la Federación Venezolana de Deportes Ecuestres –como
propietario, y su hija como jinete– y la organización Profesionales de Golf
Asociados de Venezuela.
Su esposa es
vicepresidenta de la Fundación Andrea, dedicada a brindar apoyo económico a
menores de edad “que requieran exámenes médicos especializados que sean
determinantes en el diagnóstico preciso y a tiempo de cualquier patología
infantil, así como colaborar en los tratamientos médicos especiales para mejorar
su salud”, indica la página web de la organización.

Abajo los jóvenes con toda la pista para bailar y en el segundo piso destacó un ambiente más familiar. Foto: Instagify/Dm66.
Para todos los gustos
No hubo, a diferencia
del 89, grandes crónicas sociales sobre los 15 años en el Tamanaco en los medios
tradicionales. La restricción en el acceso al papel periódico en los últimos
años devino en la disminución y supresión de algunas secciones en los diarios,
entre ellas las reseñas de eventos sociales.
Lo que no dijeron los
medios, sin embargo, lo difundieron –en fotos, videos y comentarios– las redes
sociales, con etiquetas como #RumbaEnElTamanaco, #LaRumbaDelAño,
#ElEventoDelAño. Muchos fueron, muchos quedaron por fuera. La invitación estaba
en un sobre completamente negro con excepción de un pequeño cuadro de rosas
rojas, e indicaba la obligatoriedad de asistir con traje de etiqueta de color
rojo o negro. También había una tarjeta que cada joven debía escanear con su
celular, mediante una aplicación específica, para conocer la entrada del hotel
por la cual le correspondía ingresar a la fiesta: un mecanismo de seguridad para
evitar a los “arroceros”.
Adentro había distintos
pisos, cada uno con bar, mesas, muebles, aperitivos y dulces. El lugar estaba
acondicionado para todos los gustos: unos espacios eran para los jóvenes y otros
para personas de mayor edad. Allí se podía conversar y apreciar la totalidad del
salón. Las paredes, las columnas, el techo, todo tenía rosas rojas, algunas de
papel tapiz y otras reales. Del techo colgaban bolas enormes formadas por puras
rosas, que de acuerdo a una reseña publicada en Facebook y firmada por la
periodista de Sociales Ángela Oráa, fueron traídas de Colombia en un contenedor.
Las mesas también tenían grandes floreros, junto a múltiples tortas de varios
colores y millones de dulces. El suelo estaba pintado de blanco y negro, con
dibujos de rosas rojas y negras.
Luces de flores de
todos colores salían del interior de ese castillo instalado en el hotel y se
reflejaban en toda su fachada. Desde la tarima también surgían rayos láser,
azules, verdes, que arropaban y atravesaban a la gente que bailaba el repertorio
de los DJs Oscar Leal, Víctor Porfidio y el propio hermano de la cumpleañera,
Salomón Muci Arocha. La música electrónica se impuso.
Los invitados, además,
sostenían barras rojas luminosas. Sobre sus cabezas había trapecistas y
acróbatas de tela, guindados del techo. En los andamios laterales, también
colgaban bailarines disfrazados. Un grupo de hombres vestidos con sombreros y
trajes dorados ofrecieron un espectáculo con botellas y fuegos artificiales.
Los mejores condumios
corrieron aquella noche entre los invitados: lomito y langosta para los
paladares más exigentes, pero también hamburguesas y sushi para quienes querían
algo más informal. La organización del evento estuvo a cargo de Edwuard Sitzer,
junto a la producción gráfica de César Donís, quien reafirma que no hubo fiesta
este año con mayor estructura y montaje. “Ni un concierto en Venezuela había
estado en una estructura tan grande (…) No estamos en momentos para estarle
restregando a la gente de Caracas esos montajes grotescos”, opina de su propio
trabajo, y aclara que en el contexto actual sigue prestando sus servicios para
grandes fiestas, aunque con menor frecuencia: afirma que antes tenía, en
promedio, una fiesta por día; ahora tiene, con suerte, cerca de 20 en un mes.
La rumba cerró al
amanecer, con un desayuno criollo.

En medio de tantos detalles, no faltaron las luces de colores junto a la selección de los DJs Oscar Leal y Víctor Porfidio, entre otros. Foto: Instagram/cesardonis.