La Nasa bolivariana aun promete una fábrica de satélites

Ocho años han pasado desde el anuncio de la creación de una fábrica de satélites en el pequeño pueblo de Borburata, en el estado Carabobo (centro de Venezuela). Su apertura se ha retrasado tres veces. En la búsqueda de la “soberanía e independencia tecnológica” para la construcción de este centro de desarrollo espacial, se han invertido más de 125 millones de dólares y la comunidad vecina sigue sin ver los beneficios.
En la
entrada de lo que será la fábrica de pequeños satélites no hay vallas
informativas ni señales que prohíban el paso. A lo lejos se ven cuatro obreros
protegiéndose del sol inclemente en un pequeño tractor. Conversan, se ríen,
revisan sus teléfonos celulares, mientras, a su lado, uno de sus compañeros
lucha con una sierra manual para cortar lo que, pareciera, servirá como tubería
de aguas negras. Al escuchar la pregunta sobre la marcha del proyecto uno de los
obreros exclama sin dudar: ¡Ay no, ahora es que le falta!
Un poco
más adentro el encargado impide el paso. “Esta es una zona militar. Si un
guardia te ve aquí puedes ir presa”. A lo lejos se insinúan las bases que
soportarán una estructura y más allá dos edificios terminados pero deshabitados.
Nadie da razón de cuándo será la inauguración, ni de cuánto se ha
avanzado. “No estamos autorizados, el único que puede hablar es el señor
Víctor Cano”, afirma el ingeniero civil Héctor Bravo quien se encontraba en la
obra.
Cano es
geólogo y fue presidente de la Fundación Venezolana de Investigaciones
Sismológicas (Funvisis). Desde enero de 2013 ejerce como presidente de la
Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE), que espera convertirse
al cabo de unos años en una suerte de Nasa venezolana. Uno de los proyectos
pilares de la agencia es el Centro de Investigación y Desarrollo Espacial, mejor
conocido como la pequeña fábrica de satélites, enclavada en el pequeño pueblo
costero de Borburata, estado Carabobo, en la región central del país. Todo lo
que allí se construye es consecuencia de la aprobación en 2008 de un contrato
entre Venezuela y la Corporación Industrial Gran Muralla China (China Great
Wall Industry Corporation). El país ya no sólo pondría en órbita satélites,
sino que tendría en su territorio una fábrica para
construirlos.
Como
parte de la búsqueda de la llamada “soberanía e independencia tecnológica”, el
gobierno bolivariano –bajo las directrices de la República Popular China– ha
lanzado al espacio dos satélites: el Simón Bolívar para telecomunicaciones y el
Miranda para observación terrestre. Hace ocho años anunció la construcción de un
centro de desarrollo espacial en el país para la fabricación del tercero y demás
objetos aeroespaciales. Después de un contrato no público con la corporación
China, más de 100 millones de dólares en créditos adicionales y desembolsos del
Fondo para el Desarrollo Nacional (Fonden) y otros entes, la pequeña fábrica de
satélites de Borburata sigue sin entrar en funcionamiento.
Lo que
podría ser el cambio más resaltante en la marginal historia de ese poblado es
apenas una construcción a medio levantar y una lejana promesa de una vida
distinta. Entre los parroquianos no podría calar mucho un eslogan del tipo
“Independencia tecnológica y desarrollo espacial”. Borburata apenas luce como un
pueblo tranquilo y aburrido. El tiempo no es problema aquí. A las diez de la
mañana de un martes laborable los obreros descansan al lado de la construcción
de lo que será el complejo aeroespacial. Más allá, después de un camino arbolado
y sombrío, un par de viejos están sentados en sus respectivas sillas de alambres
viendo a la gente pasar.

Hasta los vecinos dudan del desarrollo del Centro de Diseño y Ensamblaje de Pequeños Satélites. Si no fuera por las imágenes satelitales, nadie sabría qué hay detrás del área restringida. Foto: Google Earth.
Es
un pueblo de pocas calles, todos se conocen y también todos comparten dos
preguntas: ¿qué vino a hacer una fábrica de satélites en Borburata? ¿Por qué si
se ha invertido tanto dinero todavía no ven los frutos? “Nosotros esperamos que
se culmine el proyecto. El sueño de Chávez era ese. Yo lo escuché en las cadenas
diciendo ‘se aprobaron tantos millones para la ensambladora de satélites’. No sé
si es un elefante blanco o qué es lo que es”, comenta Nancy Vizcaya del Consejo
Comunal El Manglar.
Armando.info solicitó
una entrevista con el presidente de la ABAE, Víctor Cano, en la sede
administrativa de la agencia en la Base Aérea la Carlota en Caracas, para
conocer más sobre el presupuesto invertido en la obra, pero hasta la publicación
de este reportaje no se ha recibido respuesta.
Borburata
forma parte de la alcaldía de Puerto Cabello y queda a escasos kilómetros del
puerto marítimo más importante del país. Pocos conocen que es uno de los pueblos
más antiguos de Venezuela con 474 años de fundado y menos que fue el sitio
escogido por el gobierno bolivariano para la construcción de la pequeña fábrica
de satélites. “Me imagino que debe estar en fase de culminación. Pero aquí no
nos han dicho la fecha de inauguración y ni siquiera por qué escogieron a
Borburata”, expresa Maryori Meza vecina de la
zona.
¿Cuánto se ha invertido?
El
ex ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación y ahora
vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, durante una entrevista radial en
2012 explicaba, con motivo del lanzamiento del satélite Miranda, que la fábrica
en Borburata tendría un costo aproximado de 63 millones de dólares. Eso, en sus
palabras, significaba “una inversión a largo plazo para adaptar la ciencia y la
tecnología a las necesidades sociales”. Sin embargo, este proyecto sólo en
créditos adicionales aprobados por la Asamblea Nacional supera ya los 100
millones de dólares.
El
primero de los créditos adicionales se aprobó en 2011, y fue publicado en
la Gaceta Oficial número 39.717, por un monto de 341 millones
de bolívares. Lo que equivalía a un poco más de 79 millones de dólares al cambio
oficial del momento. Menos de un año después, a mediados de 2012, a través de un
crédito adicional al presupuesto de gastos vigentes del Ministerio de
Tecnología, la fábrica de la agencia espacial recibió 149 millones de bolívares
más, equivalentes a 23 millones 650 mil dólares al cambio oficial de ese año.
Sólo en créditos adicionales son 102 millones de dólares.
Según
publicaciones de la Agencia Venezolana de Noticias, el Centro de Diseño
Ensamblaje, Integración y Verificación de pequeños satélites también habría
recibido fondos del Fonden, entidad creada en 2005 por el Ejecutivo Nacional
para invertir el dinero proveniente de la renta petrolera en proyectos
sociales. En julio de 2012, el entonces presidente Chávez aprobó en un
punto de cuenta otros 24,8 millones de
dólares.
El
Fondo de Desarrollo Nacional no rinde cuentas a la Asamblea Nacional desde el
2008, tampoco posee un presupuesto asignado fijo por lo que ha sido criticado
duramente por sectores de la oposición que lo han catalogado de poco
transparente y sin posibilidad de ser auditable.
Además
del costo original del proyecto que se desconoce, los créditos adicionales y el
dinero proveniente del Fonden, en agosto de 2013 la entonces ministra de
Información y Comunicación de Venezuela y ahora canciller, Delcy Rodríguez,
informó a través de su cuenta de Twitter que se asignaban nuevos recursos para
los proyectos: “Satélite Bolívar, Satélite Miranda y Fábrica de pequeños
satélites de la ABAE”. En el tweet adjuntó la firma del documento por parte del
presidente de la República, Nicolás Maduro, de fecha 17 de agosto de 2013, sin
especificar los montos aprobados.
Estos
últimos recursos no aparecen publicados en la Gaceta Oficial ni
tampoco los términos específicos del contrato con la República Popular China
para la construcción de la fábrica. Van más de 125 millones de dólares
desembolsados sin incluir el costo inicial del
proyecto.
Y el contrato es para…
Desde
el comienzo de la llamada Revolución Bolivariana en 1998 hasta la actualidad,
Venezuela tiene más de 450 contratos y convenios firmados con China, en especial
en las áreas de telecomunicaciones y tecnología. En la construcción de una
fábrica para ensamblaje de productos aeroespaciales los asiáticos no podían
quedar afuera.
El
26 de marzo de 2008 se publicó en la Gaceta Oficial número
38.896 la aprobación de los términos y condiciones del contrato entre la
República Bolivariana de Venezuela con la Corporación Industrial Gran Muralla
China, domiciliada en Beijing, para el diseño y puesta en funcionamiento de la
pequeña fábrica de satélites.
La
Industrial Gran Muralla China es, como parte de la Corporación Aeroespacial
China, la organización autorizada por el gobierno de ese país para proveer
servicios y tecnología espacial a clientes internacionales. Este grupo ha sido
sancionado por los Estados Unidos en diversas oportunidades por exportar misiles
a países que son considerados motivo de preocupación, como es el caso de Irán.
En Venezuela no sólo tienen el contrato para la puesta en marcha del centro de
Borburata, también fueron los encargados de la construcción y el envío al
espacio del satélite Miranda en el año 2012.
Y
aunque existe un contrato con China, las contratistas a cargo de la obra civil
son venezolanas. “La obra ha estado a cargo de varias empresas
venezolanas. Estamos cumpliendo estándares chinos y su función es más de
asesoramiento. En la parte interna sí ha habido intervención de los chinos, sólo
en lo técnico”, explica Lenin Luna, director general de normalización en
ABAE.

Aunque no precisan el monto exacto, la fábrica de satélites lleva más de 125 millones de dólares. Los últimos recursos fueron anunciados en Twitter por la ahora canciller, Delcy Rodríguez
Unas
seis empresas venezolanas han participado en la construcción de la fábrica ya
sea en la adecuación del terreno, perforación, seguridad, vialidad o
levantamiento del centro, de acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas.
Las dos principales son: Dell' Acqua, C.A. y Construcciones e inversiones Fergo.
Ambas explican ante el registro que el servicio que prestan es el de “suministro
e instalación y puesta en marcha del centro de investigaciones y desarrollo de
la ABAE”.
Dell’Acqua
es una empresa de Guayana con más de 50 años de funcionamiento perteneciente a
las familias Biocchi y Guardazzi Rivero. Entre sus clientes destacan PDVSA, el
Instituto Ferroviario, Ministerio del Ambiente, Siderúrgica del Orinoco y la
Gobernación de Monagas. Según su registro nacional de contratistas, entre 2011
–fecha en la que recibieron el contrato– y 2014 avanzaron sólo 29%. Por su
parte, la empresa Construcciones e inversiones Fergo, que se unió al proyecto en
el año 2012, registra un avance de 70%.
Uno
de los procesos que va a mitad de camino es el de la infraestructura de
servicios básicos, vialidad interna y sistema de seguridad que está a cargo de
la constructora Cadesco,C.A. Según la información en el Registro Nacional de
Contratistas han ejecutado 55%.
Debido
a los atrasos en la obra, el tercer satélite de Venezuela que seguirá la
tradición de sus antecesores llevando el nombre de un prócer venezolano, Antonio
José de Sucre, no será ensamblado en el país como se había anunciado. “Había un
plan inicial de construir el siguiente satélite en la fábrica, pero por la
situación país eso no se logró. Ha habido retraso, pero se ha seguido avanzando
bien y estamos en proceso de instalación de equipos ya. El satélite Miranda
cumplió tres años, cuando deje de funcionar, en el 2017, se lanzará el Sucre que
están construyendo nuestros muchachos en China”, explica Lenin
Luna.
Ellos ganan, nosotros perdemos
La
apertura del centro se ha retrasado tres veces. Primero se informó que sería
inaugurado en el año 2012, luego la fecha cambio a marzo de 2014 y finalmente se
dijo que durante 2015 estaría en funcionamiento. Los vecinos de Borburata
esperan que las promesas que hicieron las autoridades se cumplan en su
totalidad. “No nos hemos beneficiado. Dijeron que iban a instalar fuente
eléctrica y no lo han hecho. Tampoco han mejorado la carretera”, comenta un
habitante de la zona, Pedro Rivero, a quien más allá de si se fabrica o no un
satélite en Venezuela lo que le interesa es que solucionen otros problemas que
para él son prioritarios en su comunidad: salud, vialidad y terrenos
invadidos.
En
el pueblo existe una especie de nube de humo en relación al proyecto. Muchos
rumores y poca información concreta: que si los chinos han desfalcado al Estado,
que deforestaron el parque nacional y se llevaron minerales valiosos, que dentro
de la construcción hay un cuarto revestido de plomo que puede provocar efectos
tóxicos. Mientras tanto, algunos vecinos sólo esperan que la fábrica se inaugure
porque, según les informaron, eso mejorará su señal de
Directv.

La construcción del centro espacial de Borburata tiene más de tres años de retraso. Foto: Katherine Pennaccio.
Los
vecinos explican que sí han recibido ciertos aportes, pero exigen más de la
agencia espacial a cargo del proyecto. Tal como explica Nancy Vizcaya: “no le
hemos visto el beneficio social todavía. Pensábamos que nos iban a arreglar la
medicatura, a dar una ambulancia, a arreglar la plaza, los colegios, pero nada.
El pueblo ha nacido para perder, ellos siempre
ganan”.