La deforestación de Perijá no termina en Frito Lay sino en Mercal

En la sierra de Perijá cunde una leyenda que achaca su tala a una empresa trasnacional. Un periodista recorrió la ruta del ocumo y tras un periplo por el occidente venezolano, encontró que, a contracorriente de las denuncias oficiales, el producto de la discordia se sirve en los mercados del gobierno bolivariano.
Frito, el
ocumo se parece a una papa Ruffles. Es idéntico. Su textura hace que al
cocinarse con aceite, se tueste enseguida. En la boca, el sabor es similar.
Aunque es totalmente blanco, se torna tan amarillento como las célebres papas
que publicita nada más y nada menos que Lionel Messi.
Cualquiera
podría decir que el ocumo es la materia prima de las papas de Frito Lay. No en
vano las autoridades ambientales de Venezuela, junto con la organización Azul
Ambientalista, concentraron el año pasado 2.000 personas en tres ciudades
distintas, para protestar contra la producción de ocumo. Allí, los defensores
del bosque culparon directamente a la empresa Frito Lay de promover –sin otro
motivo que enriquecerse a través de la fabricación de snacks– la deforestación
de la Sierra de Perijá, el ramal más septentrional de la Cordillera de Los
Andes, que sirve como pulmón vegetal del estado Zulia, al norte de la frontera
de Venezuela con Colombia.
Las cosas
cambiaron tras esa protesta. En La Villa del Rosario, el pueblo más cercano a la
sierra, dicen que 1.500 colombianos indocumentados se devolvieron al otro lado
de la frontera. La diáspora se produjo entre julio y agosto de 2014, cuando el
Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral de Venezuela (Insai) prohibió la
guía de distribución a los comercializadores del ocumo que se produce en las
pendientes de la Sierra de Perijá. Esos 1.500 hombres y mujeres, acostumbrados a
vivir en el campo y que habían huido del conflicto armado de su país, sembraban
la planta de malanga en las hectáreas que habían conquistado. Pero se fueron
cuando empezaron las protestas contra el cultivo.
Para los
ambientalistas, se trataba de una lucha entre David y Goliat, así que llenaron
la web de montajes en los que se veía hasta al propio Messi comiendo Ruffles a
espaldas de un parque deforestado. También pidieron una resolución al Consejo
Legislativo del Estado Zulia para prohibir el cultivo y replicaron la noticia de
la protesta en todos los medios del Gobierno nacional, que a la vez no
escatimaron en adjetivos para difundir que la filial de Pepsico –con sede
administrativa en la torre Polar de Los Cortijos– era enemiga de la cuenca del
Lago de Maracaibo.
La
cruzada de los ambientalistas arrojó resultados: la producción bajó de 100 a 25
toneladas de ocumo en una semana. Dos nombres se mantuvieron al frente de esta
batalla. Por un lado, la “Autoridad única de ambiente del estado Zulia”, Lenín
Cardozo, y junto a él, Gustavo Carrasquel, el presidente de la organización Azul
Ambientalista.
“Sí,
recibimos apoyo de mucha gente y se logró salvar muchas hectáreas en la Sierra
que ya estaban corroídas por el cultivo”, explica Gustavo, con una
serpiente pitón que reposa a su lado dentro de una pecera cuadrada. “Todos
estaban en contra de Frito Lay”.

En la Villa del Rosario y otras dos ciudades del Zulia marcharon el año pasado en contra de los cultivos de ocumo. A la vanguardia de la concentración iba la "Autoridad única de ambiente" de la entidad, Lenín Cardozo, con pantalón caqui y gorra y gorra gris. Foto: Alcaldía de Rosario de Perijá.
–¿Cómo
confirmaron que Frito Lay promovía el cultivo?
–Eso
nos lo dijeron los productores, que ellos recibían dinero de alguien que tenía
el uniforme.
–¿Existe
alguna forma de confirmar que Frito Lay compraba o promovía el
cultivo?
–Nosotros
nos basamos en al menos 90 testimonios. Todos dijeron que un hombre con el
uniforme de Frito Lay les daba dinero para
producir.
“Los malangueros”
Cuando
uno llega a La Villa del Rosario y pregunta por los “malangueros”, todos dirigen
sus dedos a la casa de Edicso Acosta, que queda en el sector San José. Ahí, en
una calle sin salida, su madre –una anciana de más de 70 años– se sienta a moler
café a mano justo al lado de un camión Codia que tiene estacionado en lo que
queda de patio, debajo de un árbol de mango. Alrededor de ese tronco hay 14
sacos de ocumo, 700 kilos aproximadamente, que llevan más de una semana al sol y
que aún están frescos para comer.
Edicso
tiene toda la apariencia de un productor del campo: ropa rasgada, botas
plásticas, un sombrero. Su función es básica: le compra todo lo que puede a los
productores y luego lo revende en los mercados mayoristas del centro del país.
Los productores lo buscan porque, cuando no tienen dinero, él les financia la
producción con la única condición de que se la vendan a él. Siempre
gana.
La
prosperidad es obvia: tiene varios camiones y varios empleados. Le basta con él
mismo para vivir y producir, y aunque en 2014 hubo una baja considerable, nunca
dejó de vender la mercancía. “Cuando se fueron los colombianos, quedamos sin
productores”, doce. “Solo unos pocos comenzaron a producir, yo me negué a dejar
esto porque es lo único que sé hacer”.
Para
llegar a los cultivos hay que recorrer kilómetros de carretera de arena casi
verticales, con apenas tres metros de ancho entre la pared del cerro y el
precipicio. Edicso llega hasta esos conucos a bordo de un pequeño camión Toyota
como los que usan los terroristas del Estado Islámico al otro lado del mundo. De
esos, tiene seis. Y todos son de él.
Alrededor
de las paredes de la serranía se ven los cultivos de ocumo. Son unas plantas
pequeñas que tienen grandes hojas en forma de corazón. Según la experiencia de
Edicso, esa especie fue traída de Colombia, donde la llaman malanga, y poco
puede competir con el ocumo chino, que se produce en el oriente del país, o el
ocumo criollo, cuyos sembradíos se extienden por todo el estado Portuguesa.
Cultivos como ese están en todo el camino de tierra del sector Las Lajas, que
tiene un serpenteante río alrededor de la vía. Las Lajas es uno de los afluentes
que alimenta Los Tres Ríos, el embalse de agua más grande del estado Zulia y que
surte a su capital, Maracaibo, con una población que supera los 2 millones de
habitantes.

En su prédica contra la empresa Frito Lay, organizaciones ambientalistas colgaron en sus páginas montajes que mostraban al propio Messi comiendo Ruffles a expensas de la Sierra de Perijá. Foto: Azulambientalistas.org.
Cuando
ya la cosecha está lista, los productores dejan los sacos a la orilla del camino
de tierra a la espera de los camiones de Edicso. Sus hombres los recogen y los
conducen hasta La Villa del Rosario, de donde salen en otro camión con destino a
los estados Lara, Aragua y Trujillo. Se trata de una actividad ilegal para las
autoridades, por lo que Edicso gasta cerca de 50.000 bolívares en cada viaje,
para pasar las alcabalas que encuentra en el
camino.
Los críticos
La
lucha de Azul Ambientalista es clara. Basados en un estudio de la Secretaría de
Ambiente del estado Zulia, advierten que queda menos de la mitad de los 200
afluentes que en el año 2000 habían registrado en la serranía. La investigación
arrojó que al menos 6.000 hectáreas estaban afectadas, lo que vaticina desde ya
una crisis hidrológica en la región debido a la sequía de la cuenca del Lago de
Maracaibo.
Aunque
el biólogo Miguel Pietrangeli no sabe si es o no Frito Lay el promotor de la
producción, sí está en contra de ese cultivo porque se trata de un tubérculo que
erosiona la tierra. Además, produce derrumbes cuando llueve por tratarse de una
planta sembrada en las pendientes.
Un
funcionario del Instituto Nacional de Parques –que apoyó las protestas y las
denuncias de deforestación– también señala al ya célebre cultivo de ocumo como
el culpable de la deforestación de más de 8.500 del millón de hectáreas del
parque nacional. Amparado en el anonimato declaró –al otro lado del hilo
telefónico– que la mayoría de los productores eran extranjeros y que no hay
mayores censos. Pero eso sí, insistió en que su nombre no apareciera en estas
líneas. Que no, que ni siquiera se mencionara que es funcionario público, porque
esas cifras –las que él repite y guarda en su computadora– no son de Inparques,
sino de Lenín Cardozo...
Pero
Lenín Cardozo no está; se fue del país. Ahora vive con su esposa en Canadá y
dejó de ser la “Autoridad única de ambiente”. Desde marzo de 2015 es solo
secretario de Ambiente del estado Zulia con un permiso por motivos de
salud.
El
biólogo ambientalista y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad
del Zulia, Miguel Pietrangeli, cree que el funcionario público debe dar la
explicación y por eso da la pista para resolver este crucigrama: “Pero habla con
Gustavo Carrasquel (el presidente de la ONG Azul Ambientalista), él es su
hermano”. Aunque con apellidos diferentes, el escándalo de Frito Lay parece que
salió de la misma casa.
Los revendedores
Edicso
asegura que en la Sierra usan el ocumo para hacer papilla. También la hacen
frita, cocida y al horno. Es una fuente rica en proteínas según el Instituto
Nacional de Nutrición, que lo califica como importante después de los primeros
seis meses de vida del bebé. También está dentro del menú de las casas de abrigo
dependientes del Ministerio de la Mujer y del Programa de Alimentación Escolar
del Ministerio de Educación.

Edicso Acosta, a la derecha de esta gráfica, junto a la camioneta en la que transporta ocumo del Zulia a los estados Aragua, Lara y Trujillo. Foto: Alejandro Paredes.
Según
la Memoria y Cuenta de 2014 del Ministerio de Agricultura y Tierra, el año
pasado se produjeron 94.904 toneladas de ocumo, mientras que en 2013 la
producción fue de 84.081 toneladas. De esas toneladas, Edicso lleva cerca de 40
en su camión. Salió en la noche del sábado desde La Villa el Rosario, en el
estado Zulia sin la guía de movilización otorgada por el Instituto Nacional de
Salud Agrícola Integral de Venezuela, así que en cualquier momento pueden
decomisarle la mercancía.
Para
llenar ese camión se necesitó una de las 400 hectáreas que afectan el resto de
la Sierra de Perijá. Según sus cálculos, en una hectárea se siembran 10.000
plantas de las que salen 70 toneladas de ocumo. Por algo se quejan los
ambientalistas.
Muchos
de esos sacos los comercializa en el Mercado Mayorista de Barquisimeto
(Mercabar), estado Lara, al occidente de Venezuela. Allí, descarga el producto
en el puesto de Macario Reañe que, compra y vende verduras desde hace más de
nueve años.
Reañe
advierte que sus clientes son pequeños verduleros que compran algunos sacos. Ya
quisiera, dice, que se acerque Frito Lay a comprar todo de un solo golpe para
tener ganancias pronto y comprar un nuevo camión al día siguiente. Pero no es
así. “Ellos también venden en Trujillo y en Maracay, allá quizás compren, no
sé”, dice. “La verdad aquí no viene Frito
Lay”.
Los acusados
Lenín
Cardozo Parra, el secretario de Ambiente, Tierras y Ordenación Territorial del
estado Zulia, tiene una larga trayectoria como defensor ambiental en la región.
A principios de los años 80 fundó el grupo Azul ambientalista, que hoy es
referencia en la región. Graduado en la Universidad del Zulia, ha sido
secretario de Obras Públicas, Infraestructura y Ambiente durante las dos
gestiones de Francisco Arias Cárdenas. También fue presidente del Colegio de
Ingenieros del estado Zulia y en los últimos tres años ha sido promotor de un
gobierno regional basado en el ecoturismo.
Así,
creó algunas rutas turísticas en el occidente del país y varias de ellas
incluyen la visita a una cueva recién descubierta a pocos kilómetros de la
Sierra de Perijá. Pero tiene sus detractores. Por ejemplo, Lusbi Portillo –de la
ONG Homo Et Natura– que no ha dejado de reclamarle un doble discurso por pagar
páginas a color en los periódicos locales criticando el cultivo de ocumo en el
piedemonte de la misma Sierra de Perijá, pero ignorando la explotación de carbón
en otras zonas del norte del estado Zulia.
Después
de unas semanas, Cardozo contestó –desde Canadá– a los llamados que pedían
respuesta para este reportaje. Dijo que se mantiene al frente de la Secretaría
de Ambiente del Zulia y que el subsecretario, Normando González, ahora tiene sus
funciones más no su cargo.
Reiteró
que es Frito Lay la empresa que fomenta la deforestación de la zona y añadió que
fue gracias a una resolución que pidió ante el Ministerio del Ambiente y a las
alcabalas militares dispuestas en el camino entre los estados Zulia y Carabobo,
que el producto de la discordia ya no termina en Valencia, en la fábrica de
snacks de la trasnacional Frito Lay.
En
esa empresa, sin embargo, el cuento es otro. Aunque herméticos, la filial de
Pepsi Cola en Venezuela advierte que ni siquiera tienen plantas procesadoras en
el estado Carabobo. Las suyas, señalan, están en Santa Cruz de Aragua y La
Grita, estado Táchira. Allí procesan papas: las pelan, las fríen y las aderezan
con sodio, grasas saturadas, gluten, aceite vegetal y otras esencias como queso
y cebolla.
Todos
esos productos están registrados por el Ministerio de Salud. No en vano, las dos
plantas fueron inspeccionadas el año pasado a solicitud de la misma firma Frito
Lay. Y lo hicieron para curarse en salud, dicen, pero también planificando una
demanda contra Cardozo y la ONG Azul ambientalista. Fue así como la empresa
publicó un comunicado firmado por José Enrique Zambrano, el director legal de
Relaciones Interinstitucionales, que negaba las acusaciones, pedía pruebas y se
reservaba cualquier acción legal.
El eslabón perdido
Otra
de las rutas de Edicso y todo su equipo termina en el estado Aragua en el
Mercado Mayorista de Maracay, a unos 50 kilómetros de Caracas. Es un espacio
ubicado en una pequeña zona industrial que está fuertemente custodiado y que
expende productos solo para los afiliados. Allí no entra cualquier ciudadano a
comprar, solo quienes tienen comercios y Edicso cuenta con esa oportunidad
porque descarga buena parte de sus sacos de ocumo al menos dos veces por semana
en el depósito de Wilfredo Aponte, un comerciante que tiene más de 18 años en
ese lugar y que asegura que compra al menos 15 toneladas de ocumo a la semana,
que es aproximadamente la mitad de la producción semanal en la
sierra.
De
esas 15 toneladas, al menos 10 son adquiridas por Pedro Benetti, un viejo
comprador que vende, principalmente, a la Corporación de Abastecimiento y
Servicios Agrícolas (CASA), una dependencia del Ministerio de Alimentación con
sede en el mismo Mercado Mayorista de Maracay.
Benetti
no quiso hablar. Su asistente, Raúl, preguntó para qué lo buscaban y prometió
gestionar una respuesta, pero luego nunca contestó a los llamados
telefónicos.
De
acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas, Pedro Omar Benneti Novo es el
gerente general de una empresa distribuidora de alimentos y otras tres
cooperativas dedicadas al mismo rubro. Dos de ellas incluso están ubicadas en el
sector La Morita de Turmero, donde se encuentra el mercado que sirve a la ciudad
de Maracay.
Ambas
cooperativas inscribieron a Mercal –la red de alimentos más grande del gobierno
venezolano– como su cliente VIP. No en vano, una nota de prensa publicada por el
mismo organismo, en abril de 2015, explica que las cooperativas de Benetti se
encargan del traslado de alimentos en todo el estado Aragua y que esos rubros
provienen de varios estados del país.
El señor
Wilfredo explica que Benetti es uno de sus mejores clientes, porque él
distribuye a la red Mercal, a las casas de abrigo y al Programa de Alimentación
Escolar. Semana a semana se lleva, en promedio 10 toneladas, lo que se traduce
en más de 540 toneladas de ocumo, que representan al menos siete hectáreas y
media de las 400 que tanto daño han hecho en la Sierra Perijá. Parece que la
deforestación de Perijá no termina en Frito Lay sino en la red de alimentos del
gobierno.