Una deuda fatal

Morir en Panamá por negocios en Venezuela (I) En diciembre de 2013 apareció asesinado en la periferia de la Ciudad de Panamá un venezolano que iba a cobrar a otros venezolanos una deuda por transacciones con divisas en el mercado negro. A pesar de las pistas que apuntan con claridad a los sospechosos, a casi dos años de distancia nadie ha pagado por el crimen. De vez en cuando alguien llama a preguntar si fueron eximidos de culpa.
El 12 de diciembre de
2013 a las 7:45 a.m., la Unidad de Homicidios de la Dirección de Investigación
Judicial (DIJ) de Panamá, fue notificada del hallazgo de un cuerpo sin vida en
una zona boscosa de la capital del país; exactamente a orillas de la Vía Juan
Pablo II que atraviesa el Parque Natural Metropolitano.
Al lugar acudieron
miembros de la citada Unidad de Homicidios, así como de la División de Delitos
contra la Vida y la Integridad Personal de la DIJ, y personal de Criminalística
de Campo y de Medicatura Forense.
Se trataba de un hombre
joven, que presentaba un orificio de bala en el tórax y dos golpes contundentes
en la cabeza.
Al hacer el
levantamiento del cuerpo, los inspectores encontraron en el cuello una placa
metálica con la inscripción: “Sergio Schael Dylan Angelina Medina”, y un tatuaje
en la espalda que decía “Schael”; justo el nombre de un venezolano que había
sido reportado desaparecido la noche anterior.
La noche del 11 de
diciembre el venezolano Jean Carlos Amaro informó a la DIJ de la misteriosa
desaparición de su amigo y compatriota de 33 años, Sergio Andrés Schael Medina,
tras dirigirse esa tarde a la oficinas de la casa de valores Invertrade Asset
Management S.A., ubicada en la oficina 1502 del edificio Paitilla Office Tower,
en una zona comercial de la capital de Panamá.
“Iba a cobrar una deuda
en Panamá de 40.000 dólares, tras una transacción cambiaria a través del
Cadivi”, informó una fuente del Ministerio Público panameño, en referencia al
ente oficial venezolano que administró el régimen de control de cambios en ese
país de 2003 a 2014.
Sergio Schael Medina
tomó el elevador hacia el piso 15 del citado edificio a las 3:46 de la tarde del
11 de diciembre de 2013, pero nunca se le vio salir. La cita para el cobro
de la deuda era con Juan Carlos Moniz Ayala, un empresario venezolano-portugués
radicado legalmente en Panamá, al menos desde 2009, fecha de creación de una de
las sociedades anónimas, y supuestamente dedicado a actividades bursátiles.
Moniz Ayala es hijo de
Carlos Moniz Rocha, quien se ha desempeñado como presidente de la Cámara de
Aseguradoras de Venezuela y es el segundo a bordo de uno de los grupos
venezolanos más importantes del negocio de los seguros.
De acuerdo a la
información que reposa en el expediente, Juan Carlos Moniz tenía asignado en
Panamá un salario mensual de 10.000 dólares como presidente de la empresa
Globaltrade Consulting Group S.A. desde 2010.
Una de las funcionarias
judiciales que participó en la investigación explicó que, según la narración de
Amaro, "transcurrieron 15 minutos sin que su amigo bajara y decidió subir a la
oficina, pero no lo encontró por ningún lado; bajó y conversó con el guardia del
citado edificio. Ambos subieron al piso 18, bajaron las escaleras hasta el piso
15, tocaron a la puerta, pero nadie salió, y debido a que su amigo Sergio no
aparecía, en horas de la noche fue a denunciar su desaparición”.
Al día siguiente, y
tras recibir una llamada de la DIJ, Amaro tuvo que comparecer al reconocimiento
del cadáver de su amigo en la Morgue Judicial. Él y el guardia de seguridad del
edificio Paitilla Office Tower, Rosalío Cabrera, fueron las últimas
personas que vieron con vida a Sergio Schael Medina, según detalla el expediente
del caso iniciado el mismo 12 de diciembre de 2013 en la Fiscalía Auxiliar de
Panamá.
En el protocolo de
necropsia, elaborado por Lineth J. Saldaña, se señala que Schael Medina murió
producto de un “choque hemorrágico, perforación cardíaca y de la arteria aorta
torácica”, así como por “una herida penetrante por proyectil de arma de fuego en
el tórax”.

Las autoridades encontraron el cuerpo sin vida del joven en una zona boscosa de la capital panameña, a orillas de la Vía Juan Pablo II que atraviesa el Parque Natural Metropolitano. Foto: Carlos Ortega.
También se determinó
que Schael Medina murió en algún momento del intervalo de cuatro a 21 horas
desde su desaparición.
Un día después, el 13
de diciembre de 2013, y tras realizar una inspección ocular en las oficinas de
Invertrade con la presencia de la secretaria de la empresa, Raquel Yuramis
Lancheros, la Unidad de Homicidio de la Fiscalía Auxiliar emitió el Oficio
UH-16217 solicitando a la DIJ la captura del venezolano Luis Adolfo Román
Fermín, socio de Moniz.
Esa instrucción, sin
embargo, debe haber quedado desatendida en alguna oficina de la Policía
Nacional, porque Román Fermín nunca fue capturado y hasta hoy permanece prófugo
de la justicia.
El 7 de enero de 2014,
el caso pasó a la Fiscalía Cuarta Superior que, seis meses después, el 30 de
julio de 2014, emitió una Vista Fiscal solicitando el llamamiento a juicio
contra los ciudadanos venezolanos Luis Román Fermín y Juan Carlos Moniz Ayala,
por delito contra la vida y la integridad personal (homicidio doloso) y contra
la libertad individual.
El cobro le costó la vida
Moniz y Román estaban
asociados comercialmente en Panamá, y se mostraban dedicados a la actividad
bursátil, consultoría e inversión internacional, a través de empresas como
Capitalfin S.A., subsidiaria de la empresa venezolana del mismo nombre que antes
ya operaba en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco (CCCT), un tradicional mall
del Este de Caracas, la capital venezolana.
Bajo las leyes
panameñas también constituyeron las firmas Globaltrade Consulting Group S.A.,
Novo Services S. A, Sumivez Suministros y Servicios e Invertrade Asset
Management S.A, en cuyas oficinas fue visto por última vez Schael Medina.
Todas esas empresas
perdieron a su agente residente (abogado), tras los sucesos de diciembre de
2013.
Pese a que Román y
Moniz nunca fueron detenidos, tres valiosos testigos permitieron a los
investigadores judiciales armar el rompecabezas de esta historia fatídica: el
del amigo de la víctima, Jean Carlos Amaro; el del guardia de seguridad del
edificio, Rosalío Cabrera, y la de la secretaria de la casa de valores, Raquel
Yurami Lancheros.
Amaro narró que el 5 de
diciembre de 2013, Sergio Andrés Schael Medina se trasladó a Panamá
procedente de Miami (Florida, Estados Unidos), con el objetivo de cobrar una
deuda de 40.000 dólares producto de una transacción cambiaria. Antes, el 20 de
noviembre, Schael Medina le pidió que lo acompañara en su viaje a Panamá para
buscar al deudor y compatriota, Juan Carlos Moniz Ayala.
Tras contratar a una
detective privada que les proporcionó las direcciones requeridas, los dos
venezolanos acudieron el 10 de diciembre al edificio Oasis Tower, una lujosa
torre de 58 pisos ubicada en la exclusiva área de San Francisco, donde Moniz
tenía su vivienda en Panamá.
Para su sorpresa, quien
los recibió fue Luis Román Fermín, el socio de Moniz. Ese fue el primer
encuentro entre Schael y Román. El siguiente sería fatal.
Desde allí, el cobrador
de la deuda tuvo que conformarse con hablar solo por teléfono con Juan Moniz,
quien dijo estar para ese momento en Colombia. Según el relato de Amaro, la
conversación telefónica tomó un tono violento, ya que Sergio reclamó con rudeza
el pago de la deuda contraída meses atrás.
Como respuesta, Moniz
solicitó a Schael Medina que acudiera al día siguiente al edificio Paitilla
Office Tower, donde se ubicaba su empresa Invertade. Allí, prometieron, le
entregaría el comprobante de pago de la deuda.
Ese fue el anzuelo que
llevó a Schael Medina hasta las oficinas de las que no se le volvió a ver con
vida.

No se sabe qué pasó después de que Schael cruzara el umbral de esta puerta. Los dueños de la oficina desaparecieron el mismo día del crimen y, entretanto, una nueva empresa empieza a instalarse en el inmueble. Foto: Carlos Ortega.
Cuando al día siguiente
Amaro y Schael Medina llegaron a la torre de oficinas con la intención de ir a
la sede de Invertrade, Rosalío Cabrera, el guardia de seguridad del
edificio, les hizo una extraña advertencia: había visto subir cuatro
hombres de apariencia sospechosa, por lo que les recomendó no subir. “A
esa oficina nadie sube, ni mensajero, ni nadie, me pareció extraño”, explicó
Cabrera a los investigadores.
A pesar de la
advertencia, Schael Medina acudió a la cita en la oficina 1502 del edificio
Paitilla Office Tower. Dejó dicho al guardia que su amigo lo esperaría abajo.
Amaro, a su vez, quedó prevenido: si Schael no regresaba en 15 minutos, debía
avisar a la policía.
Un dato clave también
fue aportado por el guardia de seguridad: vio salir del edificio, y a toda
velocidad, el automóvil Land Rover de Román Fermín. Las imágenes de los videos
de seguridad confirmaron la versión.
Cabrera reportó además
la salida del edificio de los cuatro extraños que le habían llamado la atención.
Dos bajaron por la escalera y dos por el ascensor. Los misteriosos personajes
nunca fueron identificados, a pesar de las imágenes capturadas por la cámara de
vigilancia del ascensor del edificio Paitilla Office Tower. Las autoridades
judiciales aseguraron que identificarlos resultó imposible, a pesar de que
también son citados en el expediente como protagonistas de un extraño episodio
de compra de zunchos (esposas plásticas utilizadas por los ejércitos y fuerzas
de seguridad) en una tienda deportiva.
Las cámaras del
edificio llegaron a grabar a los desconocidos mientras subían a la oficina con
los zunchos. Si bien por ese video no los pudieron identificar, se las
arreglaron para dejar bien en claro ante las cámaras que no llegaron al Paitilla
Tower para jugar.
Disparos y sangre
Durante la inspección
ocular realizada al día siguiente del hallazgo del cadáver en la sede de
Invertrade, los técnicos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses
encontraron un impacto de proyectil de arma de fuego cerca del zócalo del piso,
manchas de sangre en el baño y el auricular del intercomunicador descolgado.
Además, al aplicar la
prueba de luminiscencia en el baño y el camino a la puerta de emergencia del
edificio, y comparar las muestras de sangre encontradas, se comprobó que
pertenecían a Sergio Schael Medina.
En su testimonio ante
las autoridades, la secretaria de Invertrade, Raquel Yurami Lancheros, de
nacionalidad colombiana, declaró que ese fatídico 11 de diciembre su jefe, Luis
Román Fermín, le dio la tarde libre, alegando que se realizaría una reunión.
Dijo no saber nada acerca del venezolano que había sido citado.
Al día siguiente, la
sorpresa de Lancheros fue grande al llegar a la oficina y encontrar todo
desordenado, objetos rotos y manchas de sangre, según contó a los
investigadores. Al preguntarle a su jefe, éste le respondió vía chat que
había sido "una discusión acalorada”. Y a pesar de que le aseguró que iría a la
oficina ese día, no lo hizo.
Amaro, el acompañante
de Schael, también trató de comunicarse con Román Fermín desde el 11 de
diciembre, cuando se produjo la desaparición de su amigo. No hubo respuesta
hasta el día siguiente, cuando le respondió que había entregado los papeles
acordados del pago de la deuda a su amigo.
Otras huellas
Según documentación del
expediente, la camioneta Land Rover con matrícula AH-1639 de Román Fermín, la
misma que fue vista saliendo a toda velocidad del edificio Paitilla Office Tower
el 11 de diciembre de 2013, fue encontrado por la Sección de Hurto de Autos y
Accesorios de la DIJ en marzo de 2014.
Las pesquisas
determinaron que el carro había pasado a manos de una compañía aseguradora, como
consecuencia de un accidente ocurrido el 28 de diciembre, solo unos días después
de la muerte de Schael Medida. Tras el accidente, la empresa aseguradora pagó
$10.700,59 a la firma Finance& Venture, con la que Román Fermín tenía un
contrato de leasing o arrendamiento financiero. Según el agente de instrucción
que siguió el rastro del vehículo, Román Fermín firmó el informe del accidente;
es decir, iba conduciendo el vehículo. ¿Por qué no fue identificado por las
autoridades de tránsito y conducido a la autoridad judicial? No hay respuesta.

El primer encuentro con los deudores fue en el edificio Oasis Tower de Panamá, la residencia de uno de los empresarios prófugos: Juan Carlos Moniz. Foto: Carlos Ortega.
Sin embargo, el carro
abandonado aportó importantes evidencias sobre el caso. Al detectar rastros de
sangre en el asiento trasero y el maletero del vehículo mediante la prueba de
luminiscencia, se comprobó que correspondían a la sangre de Sergio Schael
Medina. Es decir, el joven venezolano que llegó el 11 de diciembre de 2013 a las
oficinas de Invertrade para cobrar una deuda, estuvo –herido o muerto– en el
vehículo manejado por Román Fermín.
La justicia se empantana
Todos estos hechos
permitieron a la Fiscalía Cuarta Superior formular cargos contra Luis Román
Fermín y Juan Carlos Moniz Ayala, bajo cargos de delito contra la vida e
integridad personal y secuestro. Sin embargo, la solicitud de la Fiscalía
no fue acogida en su totalidad por el Segundo Tribunal de Justicia.
El fallo del 6 de
febrero de 2015 del citado tribunal exonera, de forma provisional, a Juan Carlos
Moniz Ayala, mientras mantuvo la posición de la Fiscalía de abrir causa criminal
contra Luis Román Fermín.
El fallo del Segundo
Tribunal fue apelado por la Fiscalía, y en estos momentos se espera un nuevo
pronunciamiento. Sin embargo, las medidas cautelares dictadas contra Moniz
quedaron levantadas, y una fuente que solicitó el anonimato informó que la
Fiscalía ha recibido llamadas de personas que preguntan sobre el estatus
jurídico de Moniz Ayala.
Mientras eso ocurre el
nombre de Juan Carlos Moniz circula en redes sociales junto a un homónimo de la
víctima. En lo que parece una operación deliberada de lavado de imagen, los
mensajes que cuelgan ya no reseñan el homicidio, sino que se empeñan en mostrar
una presunta confraternidad entre ambos.
“Tomas de Venezuela con
la asistencia de Sergio Andrés Medina y Juan Carlos Moniz Ayala de la
Universidad Central de Panamá”, dicen las notas al pie de varios videos que hace
diez meses colgaron en
Youtube.
“Juan Carlos Moniz se
convirtió en un antigalán”, añade otra nota colgada en un blog
a su nombre. “Este fin de semana
pasado se difundieron las fotos de nuestro querido ídolo en las playas de Miami
tomando sol con amigos, como por ejemplo Sergio Andrés Medina y Pablo Venezuela.
En ellas se lo ve relajado y feliz, bajo el sol de ciudad de Panamá, con unos
kilos de más, con mucho mas pelo largo y barba”.
A pesar de que los
sospechosos no enfrentan todavía a las autoridades judiciales, sí han tenido
representación legal; el abogado Manuel Correa en el caso de Juan Carlos Moniz
Ayala, y Sabul Hernández, defensor de Luis Román Fermín. Además, el abogado de
Moniz presentó dos hábeas corpus en contra de la decisión de detención
preventiva, lo que parece indicar que, al menos, guardaba el temor de ser
aprendido.
Un último informe de la
Secretaría de Comunicación de la Corte, asegura que el expediente aún no ha sido
llevado a la Sala Penal que deberá evaluar la apelación. Falta notificar a los
abogados de Moniz y Román.
Preguntas sin respuesta
A pesar de que desde la
Fiscalía Cuarta aseguran que “desarrollaron todos los esfuerzos investigativos”,
lo que les permitió solicitar el llamamiento a juicio de los involucrados, hay
quienes dudan sobre la efectividad de las actuaciones de todas las entidades de
seguridad, sobre todo en lo que respecta a la imposibilidad de capturar a
Moniz y Román.
En todo caso, la
empresa Invertrade Asset Management, en cuyas oficinas ocurrió la desaparición y
probable muerte de Schael Medina, no parece haber sufrido acciones judiciales
que impidieran la continuidad de sus actividades. Continuó operando, aunque dejó
de cumplir las obligaciones con el ente regulador. Según reportes de la
Superintendencia del Mercado de Valores de Panamá (SMV) obtenidos durante esta
investigación, la empresa fue sancionada con una multa de 12.350 dólares por
haber incumplido la obligación de presentar sus estados financieros y otros
informes a la Unidad de Análisis Financiero (UAF), durante los meses de
abril, mayo y junio de 2014.

En un intento por contrarrestar la información que ha quedado en Internet, el nombre de uno de los prófugos aparece en redes sociales como si fuera amigo de una persona homónima al joven asesinado.
Cinco meses más tarde,
los apoderados especiales de Invertrade Asset Management S.A. solicitaron
la liquidación y cese de operaciones voluntaria de la casa de valores, que operó
en Panamá desde el 17 de junio de 2011. La solicitud de liquidación fue aprobada
mediante la Resolución No. 72-2015 del 2 de febrero de 2015, firmada por el
entonces Superintendente Juan Manuel Martans Sánchez. Si Luis Román Fermín
continuaba al frente de la empresa en su calidad de director general, es algo
que no se ha podido constatar.
Todo indica que los
investigadores judiciales no siguieron el rastro de la casa de valores
Invertrade Asset Management S.A. Ni siquiera se dieron cuenta que dos meses
después del crimen, Román Fermín, uno de los sospechosos registró otra empresa,
esta vez llamada 507 Agency, S.A.
Todo este escenario de
dudas tal vez permanecería en la oscuridad de no ser por el tesón que tiene un
protagonista destacado. Se trata de Alfredo Schael, padre de Sergio, quien
después de enfrentar el duro trance de buscar las cenizas de su hijo el 15 de
diciembre de 2013, se dedicó a investigar. Tras unos primeros contactos exitosos
con funcionarios involucrados en la pesquisa, las puertas se le cerraron de
repente.
Alfredo Schael,
director del Museo del Transporte de Caracas, se lamenta de que no se investigó
lo sucedido como parte de una organización criminal para desaparecer y asesinar
a su hijo, con el objetivo de evitar el pago de la misteriosa deuda. También se
muestra extrañado por la paralización de la petición a Interpol para capturar a
los sospechosos.
Su desconsuelo no tiene
límites al sentir que la justicia eludió el caso de su hijo. Siente que
intervinieron intereses económicos e influencias que Venezuela exportó a Panamá.
De otra forma, Schael
padre no se explica por qué no hubo autoridad que investigara cabos sueltos tan
básicos como la identidad de los sujetos que adquirieron los llamados zunchos
que la policía panameña emplea como una suerte de esposas plásticas: “¿Por qué
el chofer de Moniz, que se llama igual que el comprador registrado en la factura
de los zunchos, no fue llamado a declarar?”.
La creciente migración
de venezolanos a Panamá, y las limitaciones cambiarias impuestas por el gobierno
de Venezuela parecen haber producido un circuito de actividades para obtener
dólares, no siempre de forma lícita. Los indicios muestran que en ese escenario
es donde se enmarca la misteriosa deuda contraída por Moniz y el asesinato de
Schael Medina.
En el expediente
aparece confirmada la hipótesis de la deuda, al acreditarse dos transacciones
bancarias realizadas los días 8 y 10 de mayo de 2012, por los montos de
1.400.000 bolívares y 200.000 bolívares, respectivamente, a través de Banesco,
entre dos de las empresas que han recibido las divisas reguladas antes por la
Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi) y ahora por el Centro
Nacional de Comercio Exterior (Cencoex).
La fiscalía panameña
pidió al respecto una asistencia judicial a Venezuela, con el fin de confirmar
las cuentas a través de las cuales se hicieron las transacciones. Pero, a pesar
de que la deuda de Moniz quedó acreditada, el Segundo Tribunal de Justicia lo
desvinculó de los sucesos que terminaron con la vida de Sergio Schael Medina.
Sin acceso al
expediente y con el rechazo de las autoridades de policía para hablar del caso,
son muchas las preguntas que quedan sin respuesta. Y mientras la Sala Penal de
la Corte toma una decisión en torno a la responsabilidad de Moniz, el misterio
que ronda la muerte de Sergio Schael Medina permanece.
Lea mañana la segunda
parte: El destino de Sergio se
forjó en Cadivi
(*) Este reportaje de
investigación contó con el apoyo de Open Society
Foundations.

En el expediente hay registro de un chat en el que la secretaria de la oficina pregunta a su jefe, Luis Adolfo Román Fermín, qué pasó el día anterior en ese mismo lugar.