Las pistoladas de Alcedo Mora

No gozaba de poder alguno en Mérida, pero fiel a su convicción revolucionaria, denunció la corrupción de Pdvsa en El Vigía. Este 27 de mayo cumple tres meses desaparecido y la explicación que al misterio dio su jefe inmediato, el secretario de Gobierno, fue: “Eso le pasó por hablar pistoladas”.
Las
autoridades del Gobierno venezolano, para efectos históricos, se han acogido a
la cifra extraoficial de al menos 2.000 desaparecidos durante los
acontecimientos del llamado Caracazo. El número parece adecuarse mejor al
propósito de convertir ese estallido de saqueos de febrero de 1989, y su
inmediata represión, en un momento seminal del movimiento revolucionario y un
muestrario de los horrores de la democracia burguesa. Pero hay un desaparecido
del que las autoridades apenas hablan: Alcedo Mora. Tiene 55 años, es chavista
convencido y no, no desapareció en 1989. Al dirigente social del estado Mérida
(Andes de Venezuela, en el suroccidente del país) se le vio la cara por última
vez en febrero de este 2015. El 27.
Desde
entonces, más que preguntarse dónde está, el país se pregunta quién es Alcedo
Mora y qué hizo. Su hermano Ramón, a través del hilo telefónico y desde el
estado Nueva Esparta comienza la descripción con una negación: no es un
denunciante de oficio.
Es
dirigente social. No tiene título universitario ni mayor experiencia laboral,
por eso le acuñan ese ambiguo cargo vecinal que ha cultivado desde los años 70,
cuando se integró a la Juventud Comunista. También fue dirigente local de
Ruptura y de la Liga Socialista, dos de los grupos en que la extrema izquierda
subversiva se fragmentó por esos tiempos y donde, por cierto, también se incubó
parte de la futura dirigencia del chavismo. Alcedo conoció en esa militancia,
cuenta su hermano, a Rafael Ramírez, ex presidente de Petróleos de Venezuela, y
a Tarek William Saab, ex gobernador del estado Anzoátegui (costa nororiental de
Venezuela) y hoy Defensor del Pueblo. También tiene alguna experiencia
sindicalista y entre los 80 y 90 comenzó a organizar colectivos culturales y
vecinales para ayudar a las más deprimidas de las comunidades
andinas.
Su
trayectoria de izquierda no lo llevó a ningún cargo público. “Es que somos
revolucionarios de verdad”, dice Ramón. Pero entre esos recorridos conoció a
varias personas que hoy son funcionarios públicos. Trabajó en la Secretaría de
Gobierno de Mérida desde 2008, con Marcos Díaz Orellana, y allí permaneció
incluso al cambiar la gestión con la victoria de Alexis Ramírez, ambos del
oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Alcedo fue, hasta ese
fatídico mes de febrero de 2015, el secretario del Secretario de Gobierno, Luis
Martínez.
Además de
su romántico pasado antiimperialista, Alcedo es el vocero de los llamados
colectivos en el estado Mérida, grupos de choque cuya agresividad les hizo ganar
fama nacional por sus maniobras contra las protestas opositoras del primer
semestre de 2014. Esas organizaciones de base, de vocación paramilitar,
provocaron destrozos en las residencias estudiantiles y mantuvieron en zozobra a
gran parte de la población. Ramón Mora asegura que hubo agresiones de parte y
parte y que esos vínculos no le generaron enemigos entre los grupos de la
Universidad de Los Andes (ULA) donde, dice, aún conserva amistades. Euro Lobo,
un respetado periodista de esa región, acota la responsabilidad de Alcedo: “Era
el vocero de los colectivos vecinales, culturales. Nada que ver con los grupos
agresivos”.
De hecho,
cuenta Ramón, una vez Alcedo denunció la existencia de grupos paramilitares al
servicio de la oposición que, de acuerdo a lo que reportaba, estaban activos en
Mérida. También acusó hechos de corrupción en la administración pública. Pese a
todo lo anterior, Ramón dice que no tiene ni la más leve sospecha de quién puede
ser el responsable de la desaparición de su hermano: “Alcedo no tenía
enemigos”.
No hay
opulencia o petulancia que le pertenezca a Alcedo. Vive con su familia en un
sector popular de Mérida. Tuvo dos hijos en su primer matrimonio y una niña con
la mujer que hoy lo espera en casa. Uno de sus hijos vive en el estado Yaracuy
(centrooccidente del país), y el otro debió construir una pequeña pieza en la
misma casa de sus padres, que a la vez era de los padres de Alcedo. Tampoco
tiene carro ni otras propiedades.

En Mérida, la prensa, la gente y hasta las paredes siguen preguntándoselo: ¿Dónde está Alcedo Mora?
El 27 de
febrero salió de esa casa con una camisa oscura y pantalón claro. Así se visten
los desaparecidos, según Rubén Blades. Dijo que sostendría una reunión con los
residentes de Jají, un pequeño poblado del páramo, y luego regresaría a su casa.
Su esposa lo esperaría el sábado, pero al mediodía, 24 horas después de haber
salido, no llegaba puntual para llevar a su hija a la natación. La preocupación
comenzó.
La
primera respuesta que tuvo la familia fue el lunes, cuando el menor de los hijos
de Alcedo se tropezó con un compadre que había conversado con el desaparecido el
domingo. Lo llamó por teléfono y, al escuchar su tono de voz y su seriedad en el
trato, le recriminó la actitud. Alcedo solo respondió que lo vería al día
siguiente y que no le pasaba nada.
Ramón
Mora asegura que ese fue el detonante. Los familiares hicieron las denuncias
ante el Ministerio Público y el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y
Criminalísticas (CICPC). También hicieron pancartas y algunas protestas que,
según el periodista Euro Lobo, no tuvieron mayor respaldo de las
comunidades.
Un
allegado no identificado le dijo a sus familiares que, días antes de la partida
a Jají, Alcedo envió un mensaje de texto anticipando lo que ocurriría:
“Camaradas. Alerta. Tengo requisitorio de orden de captura por el Sebin (N, de
R.: siglas del Servicio Bolivariano de Inteligencia, cuerpo de policía
política), se me quiere involucrar en unos recuperos, la cosa es complicada, es
parte donde se me quiere cobrar por unas denuncias de corrupción a Pdvsa que he
venido haciendo y me quieren montar una olla. Hay que estar pendiente. Atte.
Alcedo Mora. Batería”.
Lo que hizo Alcedo
Su
desaparición pudo pasar desapercibida, como las otras 47 que contó la
organización de derechos humanos Provea (Programa Venezolano de Educación-Acción
en Derechos Humanos) hasta 2010, solo en el eje de Los Andes y el estado
Barinas. Pero sus allegados denuncian la presencia de entes gubernamentales
incluso antes de la desaparición.
Una
semana antes de ese 27 de febrero, Alcedo se reunió con un grupo de personas en
el sector Santa Juana, que está cerca del aeropuerto Alberto Carnevalli de la
capital merideña. Allí unos hombres se acercaron a Alcedo, lo llevaron contra
una pared y lo amenazaron de muerte. Estaban armados. Luego abordaron una
camioneta Toyota Hilux sin placas de identificación y se
marcharon.

Tras dos meses desaparecido, familiares, amigos e integrantes de frentes y comités salieron a la calle en Ciudad de Mérida para exigir sobre el paradero de Mora. Foto: Derechos.org.ve
Según las
declaraciones que han dado su hijo y la dirigente social Yasmeli Pernía, Alcedo
Mora había denunciado hechos de corrupción dentro del llenadero de Pdvsa (la
compañía estatal de petróleo y combustibles) que está en el poblado de El Vigía,
un municipio merideño cercano a la capital. Desde allí, según las denuncias,
existen mafias que promueven el contrabando de combustible y
gas.
Pernía
aseguró tener en sus manos una denuncia de 92 folios que demostraban que Pdvsa
desvió unos materiales de la Gran Misión Vivienda Venezuela (el programa del
Gobierno para la construcción masiva de viviendas para familias de bajo poder
adquisitivo) para financiar la campaña presidencial de 2012. De esos materiales,
cuya cantidad programada de entrega era de aproximadamente 20 rubros, solo se
entregó el 20 por ciento, mientras que el otro 80 se utilizó para financiar la
campaña. Y, para confirmar, cita este ejemplo: de 300 plantas eléctricas solo
llegaron 37 a los municipios de Mérida. Hoy, que hay racionamiento eléctrico una
vez más, duele el desvío de los recursos.
Alcedo
Mora hijo, citado en el portal Aporrea –que apoya críticamente a la revolución–
explica que esas denuncias las entregó Mora al gobernador Alexis Ramírez y al
secretario Luis Martínez, este último, jefe directo del desaparecido. Fue
entonces cuando las autoridades iniciaron una serie de allanamientos para
quebrar la red de corrupción, que terminó con 19 detenidos. Cuando ya habían
capturado a 10, contó el hijo, fue cuando le informaron a su padre que la
denuncia había tenido
frutos.
Hoy poco
se habla de tal situación. Los allegados de Mora denuncian que no hay organismo
que dé respuesta. Sin embargo, su hermano, Ramón, aseguró que en los próximos
días de mayo el fiscal Orlando Padrón, con competencia nacional, daría algunos
resultados de las investigaciones. “Parece que los responsables de eso son
miembros del crimen organizado”, confió por teléfono.
Además de
las denuncias que hizo Alcedo, a la familia le genera suspicacia la poca
importancia que, según ellos, le han dado los organismos oficiales al caso a
pesar de que el desaparecido formaba parte de la nómina
gubernamental.
Rafael
Uzcátegui, representante de Provea, reconoce, sombrío: “La expectativa de Provea
es pesimista”. Ramón, por el contrario, prefiere no pensar que su hermano está
muerto. Si lo estuviera, sin embargo, exige “que lo entreguen
también”.
A los
familiares las horas se les hacen interminables en medio de la incertidumbre.
Carecen de información acerca de las averiguaciones que pudiera estar realizando
las autoridades policiales. Del secretario de Gobierno, autoridad política del
estado y jefe de Alcedo, en cambio, obtuvieron una frase lapidaria y ambigua a
la vez, que concentra todas las dudas que despierta el caso, apenas hace algo
por despejarlas, y estimuló la zozobra y la desesperanza: “Eso le pasó a tu papá
por estar hablando tanta pistolada”.