Un trabuco de negocios con el Estado al que le faltan los trofeos
Aunque rara vez pase de la zona intermedia de la tabla de una de las ligas profesionales de fútbol más débiles del mundo, el Atlético Venezuela, un club con apenas una década de existencia, maneja presupuestos de otra categoría. Detrás de la franquicia, desprovista de historia y fanaticada, están los denuedos de un ex militar con buena racha para los contratos con el Estado y un grupo de amigos que, entre todos, controlan al menos 29 empresas.
El
Estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas,
estaba prácticamente vacío el sábado 29 de febrero, y no precisamente por un
temor anticipado al coronavirus. Se enfrentaban el Atlético Venezuela Club de
Fútbol y el Monagas Sport Club en
un partido de la jornada seis de la Liga Profesional de Fútbol de Venezuela. Se
podría decir que se jugaba en familia: asistían 400 espectadores, apenas una
señal de vida en las gradas con capacidad para 20.000 personas. Aquel juego fue
tan discreto que terminó en empate a dos goles por lado.
Aunque
escasamente atractivo, el encuentro había convocado en la cancha a los dueños
del Atlético: Rubén Villavicencio, su presidente, además de presidente de la
propia Liga; y el suboficial retirado del Ejército, Jesús Vidal Salazar Acevedo,
quien se movía cada cierto tiempo para ocultarse del sol.
Villavicencio
y, sobre todo, Salazar, no han hecho más que prolongar la tradicional raíz
castrense del club, fundado en 2009. Ese año, en la casilla reservada por la
liga para un equipo de la Universidad Experimental de las Fuerzas Armadas
(Unefa), el rector de esta entonces, el almirante Franklyn Zeltzer, hoy
presidente del astillero estatal venezolano Diques y Astilleros C.A (Dianca),
creó la franquicia.
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Durante
las dos primeras temporadas el equipo apenas funcionaba. El hijo del almirante
Zeltzer figuraba en las alineaciones como el arquero titular de la oncena. El
presupuesto era exiguo y las victorias no abundaban, aunque fueron suficientes
para su promoción a la primera división. El debut en la categoría superior fue
casi catastrófico: nuevo descenso a segunda. Si el ambiente familiar de club de
barrio podía tener su encanto, nada garantizaba su duración en medio de un pobre
desempeño deportivo y financiero. Fue vendido a un grupo de empresarios que
prometió su rescate.
En
2011, el suboficial que siempre está entre las gradas -pero desaparece cuando el
equipo está perdiendo-, Vidal Acevedo, se asoció al equipo de forma discreta.
Para ello optó por usar como vehículo la Fundación Hijos de Bolívar que fundó
junto a su socia, Rosa Elena Rondón Meza, en 2010, y su esposa, Luisa Emilia
Gómez Carmona.
El
equipo detrás del equipo lo conformaron otros seis accionistas, amigos entre sí
la mayoría desde la adolescencia: Rubén Villavicencio, Rafael Cid Montes, Jacky
Koenig Taranto. También Jorge Andrés Sandia Bracho, José David Palm Rojas y Eddy
Ezra Silvera Douer formaron parte de esta nueva directiva. El almirante Franklyn
Zeltzer permaneció como segundo vocal.
La
banda de amigos tal vez se divierta en la gestión del equipo y, aunque siga en
deuda en la tarea de mejorar el palmarés del club -su mayor logro ha sido jugar
la primera fase de la Copa Sudamericana en 2017-, ya acumula otros trofeos:
entre todos sus miembros y a través de diferentes combinaciones, son socios de
al menos 29 empresas inscritas en el Registro Nacional de Contratistas
(RNC).
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Fondos muy elásticos
El
Atlético Venezuela CF en sus inicios era considerado un equipo ascensor de la
parte baja de la tabla, que se debatía entre subidas y bajadas de la primera a
la segunda división constantemente.
Los
nuevos propietarios se propusieron cambiar esa historia con dinero. Mucho
dinero, para los estándares de la precaria liga venezolana. Lo suficiente para
que el equipo no solo cambiara desde adentro, sino que se permitiera además
patrocinar y refaccionar las instalaciones donde jugaba.
En
ese ascenso lo primero fue cambiar la imagen. Salazar Acevedo depuso las armas
por amor a los negocios, pero con su nuevo equipo le hizo un tributo a su vieja
alma máter, la Academia Militar. Ordenó cambiar los colores negro y
naranja de la camiseta para
uniformar a los jugadores de azul y rojo, los colores del escudo del
Ejército venezolano. Otro guiño: convirtió Fuerte Tiuna, el mayor cuartel
militar del país, al suroeste de Caracas, en su vivero de talentos y centro de
entrenamiento.
Así
comenzó a crear lo que denominaron la raza atlética, con ventajas muy
visibles rápidamente: Adidas vistió a los jugadores desde 2011 al 2018 y comenzó
el fichaje de deportistas criollos de mayor vuelo. Entre sus jugadores más
prominentes destaca el delantero y goleador Edder Farías desde el año 2018, un
futbolista que pasó por los equipos União da Madeira (Portugal), Once Caldas
(Colombia) y Junior de Barranquilla (Colombia). También Jesús La Pulga Gómez,
quien firmó por dos años en diciembre de 2019 y que viene de jugar con Delfines,
Dorados, Necaxa, Atlante y Oaxaca en México, en Raja Casablanca de Marruecos y
Al Ittihad Aleppo en Siria.

Salazar
Acevedo también siguió la tradición del fundador y así fue cómo su hijo, José
Daniel Salazar Gómez, llegó a formar parte de la plantilla de jugadores del
Atlético.
La
directiva del Atlético Venezuela CF se negó a responder a las consultas
efectuadas para este reportaje sobre sus costos de operación. Aseguró que los
números estaban asentados en la Federación Venezolana de Fútbol (FVF). Pero el
ente federativo también se rehusó a facilitar la información, asegurando que la
responsabilidad en la transparencia de las finanzas recae directamente en el
equipo de fútbol, la empresa deportiva.
“El club se ha financiado consiguiendo
patrocinios, intercambios, aportes de los asociados. Posteriormente por pagos de
derechos de formación de jugadores, cláusula por responsabilidad de formación de
jugadores, derechos de televisión, participación en copas internacionales, y lo
más importante, la venta de jugadores”, respondió la directiva a
Armando.Info a través de correo electrónico.
Para
los equipos venezolanos, los ingresos por las vías de traspasos y juegos
internacionales son la excepción. Pero el Atlético Venezuela se ganó el loto en
2017. Entonces vendió la ficha del juvenil Yangel Herrera al Manchester City de
la Liga Premier inglesa. Herrera ha brillado esta temporada jugando a préstamo,
con opción a compra, para el Granada de la Primera División española.
Medios
especializados aseguraron en ese momento que la venta se completó por 1,7
millones de dólares. Aunque el Atlético Venezuela se negó a revelar el monto de
la transacción, amparado por una cláusula de confidencialidad, sostiene que ese
ingreso pagó la operación del equipo por dos años, incluyendo refacciones en el
histórico estadio Brígido Iriarte de Caracas, su sede oficial, y en el Centro de
Entrenamiento de Fuerte Tiuna. La
fórmula habría sido tan exitosa, siguen argumentando desde la oficina del club,
que se dispone a hacer otro tanto con el 25% de los derechos de venta de Herrera
que el Atlético Venezuela todavía conserva. Si fuera comprado por otro club o
inversionistas por los 20 millones que, creen, ahora se pagarían por Herrera, a
la oncena venezolana le corresponderían otros cinco millones de
dólares.
Solo
el día del traspaso de Yangel Herrera, el suboficial Salazar Acevedo mostró su
cara firmando el contrato. Salió de las sombras de la fundación para figurar en
el logro más notable de la organización deportiva.
Los
números, sin embargo, no cuadran del todo, incluso si se considera el filón
todavía productivo de Herrera.
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Según
las cláusulas de un contrato al que tuvo acceso Armando.Info, los honorarios
promedio de un jugador del Atlético Venezuela rondan los 180.000 dólares al año,
sumados a bonos de 500 dólares por cada gol, y un bono adicional de 5.000
dólares por 32 partidos completados. El equipo también adquiere el compromiso de
pagar bonos de 10.000 dólares si se clasifica a la Copa Libertadores y 8.000 si
se clasifica a la Sudamericana. El costo del césped remozado del Brígido Iriarte
está en torno a los 420.000 dólares. El sistema de iluminación, 480.000 dólares.
Son cifras que siguen apilando en la columna de costos y que, si bien en su
totalidad apenas representan un pellizco en el presupuesto de algún equipo de
clase mundial como el Real Madrid o el Bayern de Múnich, son relevantes en el
marco de una liga pobre de un deporte apenas popular en un país que atraviesa
una catástrofe económica casi sin precedentes en la historia moderna. Aún más si
se trata de una franquicia segundona, todavía lejos de los laureles conquistados
por divisas como el Deportivo Táchira o el Caracas FC.
Desde
el club contestan: “Hemos utilizado la maquinaria, personal y talento del
holding de empresas que forma parte Atlético Venezuela CF. Esto último nos ha
ahorrado mucho flujo de caja”.
El holding
La
directiva del Atlético Venezuela insiste en que los fondos inyectados por los
dueños, además de los patrocinios, son parte del sustento económico que mantiene
al equipo. Pero en la práctica unos y otros están estrechamente
ligados.
El
suboficial Jesús Salazar Acevedo dejó de ser el asistente del general Carlos
Acosta Pérez -actual presidente de la Industria Venezolana de Aluminio
(Venalum)- para dedicarse a seguir su propia ruta de
negocios.
Entre
los patrocinantes se encuentran al menos dos empresas de Salazar Acevedo y
Villavicencio, como la Constructora Vidalsa 27 C.A. También la empresa Ferry Jet
Marine, creada en desde 2015 y en la que el suboficial se asoció con
Villavicencio, en una proporción de 80% y 20%, respectivamente. En 2017, Salazar
Acevedo se quedó con el cien por ciento de las acciones de la empresa que, desde
el año pasado, ofrece la ruta desde la costa continental del estado Anzoátegui
hasta la isla de Margarita, en el Caribe del Oriente de
Venezuela.
Constructora
Vidalsa 27 C.A., fue investigada por la ex fiscal Luisa Ortega Díaz por
beneficiarse de contrataciones con el gobierno de Hugo Chávez Frías. Esta
empresa obtuvo 38,1 millones de dólares de la entonces Comisión de
Administración de Divisas (Cadivi) a través de 31 solicitudes para obtener
divisas en pleno auge del régimen de control de cambio.
Ese
mismo año, Salazar Acevedo se hizo socio del ingeniero Alfonso Karam en la
empresa AMK Construcciones C.A. que constituyó en 1999 con su esposa. Salazar
Acevedo obtuvo 50% de las acciones de esta empresa con el argumento que era
parte de pago de una deuda que mantenía con él la esposa de Karam, Mariana
Díaz.
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A
partir de ese momento los negocios con el Estado venezolano solo crecieron.
Ambas empresas obtuvieron al
menos 42 contratos con el Estado según lo reportado ante el RNC.
Entre las que contrataciones destacan asignaciones del Instituto Nacional de
Vivienda (Inavi), y de la estatal petrolera Pdvsa, para construir
viviendas en Charallave, estado Miranda; Bejuma, estado Carabobo; y Maturín, estado
Monagas.
El
consorcio de Salazar Acevedo fue encargado de la remodelación de dos sedes en
Caracas del organismo tributario nacional, Seniat, dirigido por José David
Cabello, hermano del segundo a bordo del partido oficialista y presidente de la
segunda versión chavista de Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello.
Igualmente, cuando el actual ministro de Información, Jorge Rodríguez, era
alcalde de la capital, el organismo adscrito a su despacho, Fundacaracas, le
otorgó contratos para hacer movimientos de tierra en urbanismos. En 2017 le fue
adjudicado un contrato para ello en el sitio donde se construiría el Estadio
Nacional de Fútbol -diseño de sir Richard
Rogers- dentro del Parque Hugo Chávez, ubicado en el sector La
Rinconada de Caracas.
Su
socia, Rosa Elena Rondón Meza, no quedó por fuera del Atlético Venezuela CF.
Ella era la cara visible de la Fundación Hijos de Bolívar -el socio nominal del
club- y empezó por ser tesorera de la organización deportiva. Rondón Meza
también es directora de la empresa panameña Westin Investment Holding que le
pertenece también a Salazar Acevedo. También es socia del Consorcio Argentum
20-21 de Venezuela, que se dedica a la exportación, importación y
comercialización de oro, plata, platino y metales asociados. Las oficinas que
reporta la socia del Atlético Venezuela CF ante el RNC son las misma que ocupaba
la empresa Derwick Associates en la Torre Kyra de El Rosal, Caracas.
Derwick
Associates es una empresa registrada originalmente en Panamá, luego en Barbados,
Venezuela, España y EEUU. Entre octubre de 2009 y diciembre de 2010 recibió 12
contratos para obras eléctricas y por los que obtuvieron una adjudicación de
2.500 millones de dólares, pese a su escasa experiencia en el sector. Están
siendo investigados en Suiza, Estados Unidos y Venezuela por presunto blanqueo
de capitales. Hoy, las oficinas que fueron allanadas por el Servicio Bolivariano
de Inteligencia (Sebin) en diciembre de 2017, están vacías.
Salazar
Acevedo controla al menos seis empresas inscritas en el RNC de Venezuela, nueve
empresas en Estados Unidos y dos en Panamá.
A
pesar de todas estas contrataciones y adjudicaciones de divisas, la directiva
del equipo insistió en comunicación vía correo electrónico con
Armando.Info que “con el gobierno venezolano no tenemos vínculo, lo que
nos une al estado venezolano son dos comodatos”.
“Hay
mucha gente que está hablando de la lavadora y una gran cantidad de cosas,
porque son ignorantes de dónde vienen los recursos de Atlético Venezuela. Se les
olvida que este club vendió a Yangel Herrera y que lo renovó, lo que genera unos
recursos”, dijo Rubén Villavicencio en una entrevista el 10 de enero de este año
al medio Balonazos.com
Insistía
en la entrevista en que “el dinero del equipo no proviene de la chequera de su
dueño”, en singular. Pero el Atlético Venezuela CF tiene ocho socios detrás,
también con sus conexiones y con el Gobierno como principal
cliente.

Rubén Villavicencio se defiende ante acusaciones sobre el origen de sus fondos.
La
sociedad entre Salazar Acevedo y Rubén Villavicencio es de mucha confianza. El presidente de la Liga de Fútbol
Venezolana funge como asesor jurídico en la Fundación Hijos de Bolívar, creada
en 2010, y mantiene una sociedad con Salazar en una empresa con sede en Panamá
llamada Blue Investiment. Villavicencio, además, mantiene por su parte cuatro
empresas inscritas en el RNC: Cantata Café & Concert C.A, de servicio de
catering; RRR Logística de Alimentación, de empaquetado de comida; Asociación
Cooperativa P & V R.L, de publicidad; y Comunalia PV, de construcción.
Al
negocio Cantata Café & Concert, C.A se le adjudicaron 363.970 dólares a
través de subastas de Dicom el 10 de agosto de 2017 para importar materia prima,
sin mayores especificaciones.
Los
amigos que hizo Villavicencio en el estado Mérida, en los Andes del suroccidente
de Venezuela, cuando era adolescente, también fueron llamados a participar como
inversionistas del Atlético Venezuela. Cid Montes y David Palm Rojas son de sus
más cercanos, inmortalizados en su cuenta de Instagram con un retrato donde
aparecen todos visiblemente más jóvenes y delgados, en la década de los 90.
Tanto
Montes como Palm pasaron por la directiva del Atlético Venezuela CF en 2011,
cuando decidieron “salvar” al equipo de la quiebra. Tenían ya negocios con el Gobierno o con
intenciones de tenerlas, según se evidencia en la base de datos del
RNC.
Socio campeador
Enrique
Rafael Cid Montes es un economista de 43 años de edad que también formó parte de
la directiva desde 2011. Ha constituido empresas de objetivos sin duda diversos:
construcción, industria farmacéutica, transporte, publicidad, asesoría jurídica
y, por último, presentó especial interés en la explotación del turismo de
diferentes maneras. Con su amigo de la adolescencia, Rubén Villavicencio,
mantiene sociedad en la empresa RRR Logísticas de Alimentación. Con otro miembro
de la segunda directiva, Jorge
Andrés Sandia Bracho, comparte la empresa de construcción y venta de inmuebles
Alarsan C.A.
Con
la empresa Construcciones Erac 22, que compró ya constituida en el año 2012
-cuya razón social incluía desde construcción de obras civiles hasta confección
de ropa, pasando por comprar ganado y ofrecer asesoría jurídica- obtuvo el
contrato de remodelación del Hotel Alba Caracas, antiguo Caracas Hilton, al año
siguiente con un presupuesto de 80 millones de dólares bajo la gestión de Andrés
Izarra en el Ministerio de Turismo. Desde entonces continuó la buena racha al
obtener, en 2014, otros catorce contratos con la Corporación de Miranda para
construir y mejorar sistemas eléctricos en los Valles del Tuy, en el estado
Miranda, y hacer rehabilitaciones viales.
En
2017 amplió su razón social para operar con servicios turísticos y aumentó su
capital de cinco millones de bolívares, con el que se creó cuatro años atrás, a
más de 850 millones de bolívares, equivalente a unos 324.496 dólares según la
tasa oficial del momento. Dos meses después de este cambio, la ministra de
Turismo, Marlenys Contreras, esposa de Diosdado Cabello, le entregó la concesión
para operar y rehabilitar el Hotel y Marina Venetur Morrocoy, en el estado
Falcón.
El
nombre de Cid Montes salió a relucir en diciembre de 2017 en un juicio contra
los empresarios Luis Díaz Jr. y Luis Javier Díaz, hallados culpables por la
Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York por lavar 100 millones de dólares a
funcionarios de Venezuela. En ese juicio, la empresa Miami Equipment &
Export, que pertenece a los Díaz, dejó al descubierto la estructura usada por el
Consorcio KCT Cumaná Internacional III para triangular los dineros públicos y
convertirlos en fortunas salvadas en paraísos fiscales con el apoyo de contactos
en Pdvsa, Cadafe y Corpoelec para la asignación de contratos.
Siete
años después de aquellas adjudicaciones salieron a la luz una serie de nombres y
empresas que cobraron dinero sin prestar servicios. Cid Montes fue uno de ellos,
junto con el expresidente de Pdvsa, Rafael Ramírez; el ex viceministro de
Energía Eléctrica, Nervis Gerardo Villalobos Cárdenas; el médico nombrado por su
hermano Rafael Ramírez Carreño como director médico de Pdvsa, Fidel Ramírez
Carreño y otras 24 personas. Montes fue acusado de comprar inmuebles en Miami
con dinero de comisiones que recibió de contratistas venezolanas cuando
trabajaba como asesor del ex ministro de Energía y Minas, Jesse Chacón.
En
el reciente mes de septiembre de 2019, el Atlético Venezuela CF recuperó algo de
su aura de empresa familiar. Jesús Salazar Acevedo, que un año antes había
asumido abiertamente con su nombre y apellido el cargo de Secretario de la
Junta, lo dejó. Rubén Villavicencio volvió a la presidencia del equipo luego de
casi dos años de ausencia. Pero al unísono se incorporaron a la directiva el
hijo futbolista de Salazar, José Daniel Salazar Gómez, junto con su hermana,
Gabriela Salazar Gómez. Su esposa Luisa Emilia Gómez Carmona asumió la
vicepresidencia; su sempiterna socia, Rosa Elena Rodón Meza, pasó a ser la
Secretaria. La Fundación Hijos de Bolívar se desincorporó finalmente de la
directiva. Cid Montes, Palm, Sandia Bracho, Zapelli, Ezra y Koenig no aparecen
ya entre los asociados. Pero Salazar Acevedo sigue detrás de los patrocinantes y
en las gradas.

Enrique Rafael Cid Montes