Los arroceros que nunca se fueron de la fiesta revolucionaria
Gracias a la afinidad entre los gobiernos de Uruguay y Venezuela de los últimos años, la exportación de arroz desde el país austral no ha cesado a pesar de las dificultades que representan las sanciones financieras contra el régimen de Caracas, su propia debacle económica y la desaparición de un intermediario clave vinculado al movimiento Tupamaros. Un 'trader' en particular porfía en este negocio en el que el precio del cereal puede duplicar su precio y superar los marcadores del mercado internacional antes de llegar a puertos venezolanos.
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de noviembre de 2017. Al puerto venezolano de La Guaira llegaba mercadería desde
Uruguay. Eran más de 660 toneladas de arroz blanco proveniente de la empresa
Damboriarena & Ecosteguy, una reconocida arrocera del norte
uruguayo.
Por aquellos días, ese arroz podía considerarse maná del cielo. Se sentían todavía los embates de meses de protestas contra el régimen de Nicolás Maduro que se organizaron en toda Venezuela y la situación parecía insostenible. Las medicinas escaseaban. Los alimentos, que tenían meses siendo estrictamente racionados por abastos y mercados, desaparecían prácticamente del todo en los anaqueles. La violencia -política o no- seguía en las calles y el chavismo en agosto había instalado una Asamblea Nacional Constituyente completamente oficialista, que significó un quiebre definitivo de los procesos democráticos.
La
falta de dinero para los pagos y lo complejo de las logísticas hacían inviable
para muchas empresas extranjeras continuar sus negocios, por lo que comenzaron a
cerrar sus operaciones en la otrora potencia petrolera. Sin embargo, en la
hecatombe hubo quien pudo salvarse e incluso mantenerse, entre ellos
Damboriarena & Ecosteguy, que hasta hoy continúa siendo uno de los
principales proveedores del arroz que se comercializa en Venezuela.
Damboriarena
& Ecosteguy opera en el departamento de Rivera, en el norte de Uruguay.
Lleva dedicada al negocio del arroz varias generaciones y es reconocida en el
mercado local. Mejor conocida como Dambo, la arrocera produce desde 1966, cuando
el abuelo materno de la familia heredó las tierras y su cercanía con la frontera
con Brasil facilitó la exportación de su mercadería.
Unas
características concretas que, alentadas por la afinidad ideológica de los
gobiernos de Uruguay y Venezuela, y apoyada en la intermediación de algunos
actores claves, logró ingresar al mercado del país caribeño con una
particularidad respecto de sus competidoras: es la única arrocera uruguaya que
en los últimos años continuó vendiendo su producto a Venezuela, según surge de
los registros públicos.

Damboriarena & Escosteguy mantiene a Venezuela como el principal destino de sus exportaciones y recibe sus pagos sin mayores inconvenientes.
Durante
décadas la industria uruguaya del arroz vivió una próspera estabilidad. Su
producto fue y es reconocido en mercados de todo el mundo por su calidad. Sin
embargo, la colocación de la cosecha en el mercado internacional se ha vuelto
más trabajoso en los últimos años para los productores locales . A este problema
se suma que desde 2010, año tras año, la superficie dedicada al cultivo de arroz
se viene reduciendo. Con todo, y a pesar de que sin duda los años de mayor
bonanza para el sector hayan quedado atrás, al cierre de 2019 Uruguay seguirá
siendo uno de los mayores exportadores globales de arroz, el octavo, con un
aproximado de 800.000 toneladas.
Venezuela
nunca fue de los principales destinos para el arroz uruguayo. De hecho, los
embarques al país caribeño eran una rareza. La estrategia expansiva del
fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, abrió la puerta a
empresarios y productores uruguayos interesados en ingresar a un mercado
respaldado por petrodólares y la afinidad política entre los dos gobiernos. Pero
el descalabro de la economía venezolana en los últimos años
provocó una reducción drástica en los negocios y una aversión de
parte de los exportadores a seguir con ellos, ya que les resulta muy difícil
cobrar las deudas pese a que tienen como garante al propio Estado.
Es
así con la mayoría de los empresarios, excepto con Damboriarena &
Escosteguy, que todavía mantiene a Venezuela como el principal destino de sus
exportaciones y recibe sus pagos sin mayores
inconvenientes.
Consultado
acerca de cómo es posible que su negocio funcione con
Venezuela, Zeferino Escosteguy respondió que “no hay mucho misterio”.
La arrocera exporta a “empresas privadas” y ellas se hacen cargo
del resto, aseguró. “Son dos o tres empresas que en su momento las
conocimos allá y a poquitos fuimos incrementando los negocios”.
En 2018, Damboriarena & Escosteguy exportó
un poco menos de 6,7 millones de dólares a Venezuela. Las ventas hacia ese
destino supusieron cerca del 60% de las exportaciones de la arrocera. Escosteguy
no quiso dar detalles de quiénes son esos clientes a los que les vende y de los
que recibe en fecha los pagos.
Armando.Info: De Uruguay a ... by ArmandoInfo on Scribd
Sin
embargo, una factura de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior
(Corpovex), el holding estatal que centraliza las exportaciones
públicas, parece dar una pista de cómo es posible que la arrocera uruguaya cobre
a tiempo.
El
documento, al que accedió Armando.Info, indica que en noviembre
de 2017 Corpovex pagó a Million Rise Industries, una sociedad creada en Hong
Kong, 888.573 dólares por la importación de un embarque con 668 toneladas
de arroz de Damboriarena & Escosteguy. Se trataba de fundas de arroz marca
Oro Criollo y el costo por tonelada declarado en la factura fue de 1.330 dólares
CIF, es decir después de sumar el costo del producto, el de flete y de
seguro.
Pero fuentes del sector arrocero aseguran que el precio por tonelada del arroz nunca estuvo a ese nivel y que la factura evidencia sobreprecio. El propio Escosteguy reaccionó sorprendido cuando se le mencionó la cifra: “No, es muy difícil eso. El precio de mercado debe ser 500 dólares (…) Eso es público, si mirás en el site de Aduana sale el precio publicado. Nosotros nunca vendimos a ese precio, nuestros precios siempre fueron de mercado”, aseguró
—La factura dice Damborearena & Escosteguy
—Si esa factura que tenés aparece 1.000 y algo de dólares, no es lo que nosotros vendimos a ese precio. No existe ese precio. El arroz empaquetado que vendemos es a 540, con un precio que es relativamente bajo.
Información
de la página aduanera de Uruguay muestra que la exportación de 668,1 toneladas
de arroz que hizo Damboriarena & Escosteguy a Venezuela en 2017 tuvo un
valor de 353.424 dólares, lo que implica un costo por tonelada de 528 dólares
FOB, es decir, previo al costo de flete y seguro. Ese precio sí estaba
dentro del promedio internacional.
Escosteguy
reconoció, no obstante, que Million Rise Industries era cliente suyo.
Era “el importador”, dijo. Y añadió: “Si venden a 50% o 100% arriba de
lo que compran no tengo ni idea. No tengo ni idea de lo que hacen de ahí para
adelante. Evidentemente debe tener su margen internamente
allá”.
—
—Sí, son de allá. Son de allá. Yo no me entero mucho cómo se dan esas cosas. A mí me llega el pedido de algún 'broker'… Acá mi precio de venta es el de mercado y mando la mercadería. Cuando llega allá nosotros no participamos de eso. Cómo distribuyen, cómo venden, cómo hacen, no tengo ni idea.
Más
allá de confirmar que quienes están detrás de Million Rise Industries son
venezolanos, Escosteguy se negó a brindar otros datos de sus clientes. Los
registros públicos de Hong Kong tampoco aportan más información. El registro
mercantil indica que esa compañía fue creada el 3 de octubre de 1995. Al menos
hasta comienzos del año pasado, los directores eran Cheung Kwok Chuen
Joseph y Ho Kin Din Danny, quienes también figuraban como directores de otra
sociedad de Hong Kong llamada Mass Joy Industries, la que también era
proveedora del Estado venezolano, según publicó
Armando.Info.
Desde
que se publicó esa información, Million Rise Industries dejó de operar con
arroceras uruguayas, dijeron fuentes del
sector.

De la admiración y los negocios
Con
la llegada del Frente Amplio al gobierno en Uruguay en 2005 y su afinidad
ideológica con el chavismo, los dos países incrementaron mucho su
intercambio comercial. Venezuela llegó a ocupar el quinto lugar entre las
exportaciones uruguayas.
Apenas asumido en su primer mandato, el presidente
Tabaré Vázquez firmó con su homólogo Hugo Chávez un acuerdo de venta de
petróleo por el que Pdvsa, la petrolera estatal venezolana, vendería crudo a
Uruguay financiando 25% del costo a 15 años con una tasa de interés fija a corto
plazo del 2% anual y con una gracia de dos años. El restante
75% podría ser abonado por la estatal uruguaya Administración
Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland
(ANCAP) a 90 días sin intereses.
Muchos
negocios surgieron cobijados por esos acuerdos bilaterales. Varias empresas
informáticas uruguayas —representadas por Javier Vázquez, el hijo del
presidente— fueron de las primeras en conseguir contratos millonarios.
Sobre el final del mandato del primer gobierno de Vázquez en 2009 apareció
un nuevo actor que adquiriría un rol importante en el comercio binacional: Aire
Fresco, una empresa cuyos integrantes tenían vínculos con el Movimiento de
Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), liderado por José Mujica, quien
al año siguiente asumiría la presidencia del
país.
El
director de Aire Fresco, Omar Alaniz, integra el MLN desde los 18 años y,
según declaró en la justicia uruguaya en 2016, era admirador de Chávez desde que
intentó los golpes de Estado en 1992. Alaniz dijo en el juzgado que entre
2007 y 2009 realizó decenas de viajes para abrir el mercado venezolano a
productos alimenticios uruguayos.
“Yo
ahora conozco los hábitos alimentarios de los venezolanos y me fui ganando la
confianza de muchos venezolanos tanto a nivel gubernamental como de gente en
general. Yo conozco al pueblo en Venezuela, no por política, sino por este
emprendimiento comercial”, relató dos años atrás. Y recordó que a
Chávez “el proyecto le cayó muy bien desde el inicio, porque él no
quería comprarle más a los gringos y a las transnacionales”. Sus contactos
dieron resultados y la empresa de Alaniz se volvió un intermediario clave para
los arroceros y otros productores. Aire Fresco vendió entre 2011 y
2015 unas 268.000 toneladas de distintos productos al mercado venezolano,
principalmente arroz y pollo, pero también trigo y pasta
seca.

La estrategia expansiva del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, abrió la puerta a empresarios y productores uruguayos interesados en ingresar a un mercado respaldado por petrodólares
Sus
directores aseguraron que esa cantidad representó apenas 8% del total de las
exportaciones a Venezuela, un monto que demuestra la profundización de negocio
privilegiado del que, en agosto del 2015, Aire Fresco volvió a hacer gala. En el
expediente judicial que investigó irregularidades en los negocios con ese país,
luce un convenio firmado entre la compañía y algunas de las principales
arroceras locales: Saman, Coopar, Casarone, Agroindustrial SA, Arrozal
33 SA, Ganadera Santa María y Glencore SA.
Días
antes habían viajado en la misión oficial que encabezó el ministro de
Ganadería uruguayo con el cometido de lograr un acuerdo de exportación de arroz
tipo cáscara y pulido. La misión llegó a un acuerdo de exportación por 60.000
toneladas métricas de arroz cáscara a granel y 30.000 toneladas métricas de
arroz blanco en bolsa de 50 kilogramos. Ese año la cosecha de arroz cerró
cercana a 1,2 millones de toneladas, por lo que el arreglo con el gobierno
venezolano implicaba 10% del arroz producido.
“Considerando
la premura del comprador en recibir los productos negociados y en función de los
antecedentes conjuntos de exportación de arroz a Venezuela y la probable
demora en lograr el registro y aprobación de una nueva empresa, las
empresas uruguayas participantes acuerdan en forma expresa, que los embarques
sean realizados a través de la empresa Aire Fresco”, dice el documento
firmado por las arroceras y la empresa de Alaniz.
“Las
partes acuerdan realizarla bajo la marca fantasía Paso Dragón, la cual
será usada de aquí en más, solo para operaciones realizadas en conjunto por
todos los participantes en esta operación”, añade.
Aire
Fresco salió del negocio después de que las denuncias realizadas por la
oposición política uruguaya ante la justicia por presunta corrupción en los
negocios con Venezuela, que fueron archivadas en 2018 a pedido del fiscal Luis
Pacheco. El último embarque que envió fue en 2016, después de que los dos
gobiernos volvieran a firmar un acuerdo para financiar la exportación de arroz
con un fideicomiso.
Llegó la hora loca
Pero
con el tiempo, la crisis venezolana superó en importancia estratégica la
afinidad de los gobiernos. La mayoría de las empresas uruguayas dejaron de hacer
negocios con Venezuela en los últimos años, pues prefirieron evitar un mercado
tan inestable y donde las reglas no siempre están claras, según explicaron a
Armando.Info fuentes del sector. Ese proceso de entenderse -y lograr
los pagos- con la enrevesada administración venezolana lo tenían resuelto por la
intermediación de Aire Fresco y, sin ese actor clave, tratar directamente con el
Estado venezolano era un problema para casi todos los empresarios uruguayos.
La
debacle institucional en Venezuela, sumada a las presiones y sanciones
internacionales, llevaron a que el modelo de negocio se volviera más complejo.
Mientras Aire Fresco fue un actor preponderante el Estado era el encargado de
comprarle al intermediario, quien se encargaba de adquirir la mercadería de las
arroceras uruguayas.Ahora, de acuerdo a los datos obtenidos, este proceso
involucra nuevos actores. El modus operandi sigue siendo este: si el
Estado venezolano quiere comprar arroz se lo compra a empresas privadas, estas
se contactan con intermediarios, quienes a su vez se encargan de concretar la
compra a las arroceras uruguayas.
En
ese nuevo contexto Damboriarena & Escosteguy es la única que sigue
exportando a Venezuela y el empresario que tiene la llave de ese mercado la
tiene Gustavo Radunz, según empresarios consultados. Radunz es un ciudadano de
nacionalidad brasileña que tiene emprendimientos en Uruguay y es uno de los
pocos productores que sigue trabajando en Venezuela. Se conoce desde hace tiempo
con la familia Damboriarena & Ecosteguy y se lo puede ver en varias
fotografías de actividades sociales vinculadas al empresariado arrocero. Es un
viejo conocido en el sector y también del intercambio comercial con Venezuela.
En 2008 representó a la gremial de arroceros cuando vendió su producto en
ese país. En febrero del 2017, el productor brasileño declaró como
testigo en una causa que investigaba los negocios de Aire Fresco. En esa
oportunidad, Radunz contó cómo se vinculó con Alaniz y se volvió uno de los
principales actores detrás de las exportaciones de arroz
uruguayo.
En
2009, según su relato, los titulares de Aire Fresco lo invitaron “para ver
si quería exportar arroz a Venezuela” por lo que en 2010 viajó por primera
vez con una delegación de esa compañía para intentar concretar el negocio.
Cuando antes los arroceros tenían dificultades para ingresar al mercado,
Aire Fresco demostró que sabía cómo destrabar y refrescar el negocio.
Entre
2010 y 2016, Radunz envió al menos diez embarques. “Siempre Aire
Fresco me invitaba a ir a Venezuela, en algún momento lo acompañé para
negociaciones y siempre fue todo muy claro y transparente con nosotros. Es un
trabajo que ellos hacen la parte logística que es bien complicada allá en
Venezuela, ellos tienen su representante allá y ha servido en estos años como
un trading. Aire Fresco me compra a mi (FOB) y vende (CIF) a
Venezuela”, detalló.

En un nuevo contexto Damboriarena & Escosteguy es la única que sigue exportando a Venezuela
Radunz
hizo de contacto entre Aire Fresco y otros arroceros. Y fue de los últimos en
cortar lazos con la empresa. Su último embarque de 2016 fue con Aire
Fresco “por respeto”, declaró.
Pero
sigue siendo considerado un actor clave en las exportaciones de arroz a
Venezuela. Escosteguy dijo que Radunz tiene molinos de arroz y chacras, y
que “en algunos negocios” trabajaron juntos, aunque negó que estuviera
vinculado a Million Rise Industries, la empresa de Hong Kong que facturó al
Estado por un embarque de arroz un precio más de dos veces superior al del
mercado. “Es un broker. Él tiene sus contactos allá y hace
algunas ventas allá”, añadió.
La
figura de este broker no se limita al territorio uruguayo.
También ha vendido desde Estados Unidos y Argentina a Million Rise Industries y
otras empresas intermediarias que son las que luego negocian de forma directa
con sus pares venezolanas. A pesar de tratar de ser consultado por Armando.info
para este reportaje, Radunz no quiso hacer declaraciones.
En
momentos en que la muchos empresarios ven al país caribeño como un lugar tachado
en el mapa de negocios posibles, Radunz concretó nuevos
emprendimientos en Venezuela. En la zona de Calabozo, estado Guárico,
Radunz “se está consolidando fuerte”, relataron fuentes del sector
consultadas para este artículo. Allí, indicaron, está financiando unas
3.000 hectáreas a pequeños productores y continúa realizando importaciones de
arroz y de maquinaria para comercializar en el mercado
local.