El observador electoral que vende alimentos al Gobierno de Maduro

Militante de la causa palestina, nacido en Colombia y nacionalizado panameño, Gassan Salama cuelga con frecuencia mensajes de apoyo a las revoluciones cubana y bolivariana en sus redes sociales. Pero esa inclinación no es el principal indicio para dudar de su imparcialidad como observador de las elecciones en Venezuela, función que ejerció en los cuestionados comicios en los que Nicolás Maduro se ratificó como presidente. De hecho Salama, un empresario y político que ha llevado a cabo controvertidas búsquedas de pecios submarinos en aguas del Caribe, encontró su verdadero tesoro en el principal programa de asistencia y control social del chavismo, los Clap, por el que recibe millonarios pagos en euros.
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Gassan
Salama Ibrahim fue uno de los pocos observadores internacionales en los comicios
del 20 de mayo de 2018 con los que Nicolás Maduro resultó reelecto presidente de
la República en un proceso desconocido por la mayoría de la oposición venezolana
y buena parte de la comunidad internacional. Ese día en que apareció acreditado
como “acompañante internacional” por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y que
hoy luce como la génesis de la crisis político-institucional que vive el país,
Gassan Salama ya era socio del Gobierno de Maduro en el negocio de la venta de
alimentos para el programa estatal de los Comité Locales de Abastecimiento
Producción (Clap) con su empresa Lido Internacional S.A
El 6 de marzo de 2018 llegó al puerto de La Guaira, cercano a Caracas, el
buque Maersk Wismar. Cargaba 766 toneladas de alimentos en 30 contenedores
despachados por Lido Internacional desde el puerto de Manzanillo, en Panamá, de
acuerdo a documentos del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera
y Tributaria (Seniat). Entre los productos había mayonesa, arroz y harina de
maíz, tres de los once rubros normalmente incluidos en los combos CLAP que
reparte el Gobierno en zonas populares. El 23 de abril, un mes antes de que
Gassan Salama apareciera en Caracas con su chaleco de observador internacional,
su compañía envió otras 620 toneladas de alimentos en el buque San Alessio,
según la autoridad aduanera.
El
consignatario de ambos cargamentos fue la Corporación Única de Servicios
Productivos y Alimentarios (Cuspal), adscrita al Ministerio de Alimentación,
aunque fueron contratados por la Corporación Venezolana de Comercio Exterior
(Corpovex), holding encargado de centralizar las importaciones
públicas. Aunque para esta entrega no se pudo consultar el contrato
correspondiente, Lido Internacional sí aparece en un listado de contratistas de
Corpovex al que tuvo acceso Armando.info y en el que destacan varios
de los proveedores de alimentos para el programa que Nicolás Maduro oficializó
en marzo de 2016 como respuesta a lo que denomina “guerra económica” por parte
del empresariado nacional y factores internacionales.
La
compañía de Gassan Salama también ha relucido en la información intercambiada en
las reuniones que desde el año pasado realizan funcionarios de unidades de
inteligencia financiera de varios países de la región para investigar posibles
prácticas corruptas en los negocios del Gobierno venezolano. De acuerdo a esos
datos, entre enero y agosto del año pasado las exportaciones de Lido
Internacional a Venezuela sumaban casi 3.500 toneladas.
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Sólo
el 17 de noviembre de 2017 la compañía de Gassan Salama recibió pagos del
Gobierno por casi dos millones de euros relacionados a la “adquisición de combos
de alimentos”. En enero de 2018 hubo otro giro por 1,8 millones de euros, de
acuerdo a fuentes en Corpovex. El del suministro para los Clap no era el primer
negocio de Lido Internacional con Maduro. En octubre de 2018 las autoridades
pagaron a la empresa panameña otros 9,7 millones de euros como pago del contrato
0135 suscrito con Corpovex inicialmente en 2016 para la venta de azúcar cruda.
“La verdad no tengo información al respecto, tendría que conversar directamente
con el dueño, pero no se encuentra en el país”, responden en las oficinas de
Lido Internacional en Panamá al ser consultados sobre el
tema.
Observador con una sola mirada
En
las redes sociales de este empresario de origen árabe, nacido en Colombia y
naturalizado panameño en 2001, no hay pistas de sus negocios con el chavismo.
Abundan, en cambio, mensajes de apoyo a Hugo Chávez, Adán Chávez -hermano del
mandatario fallecido-. Nicolás Maduro o Fidel Castro, así como fotos en lugares
emblemáticos para la revolución cubana y la bolivariana, de las que se declara
ferviente defensor. También está la prueba de su participación como observador
internacional en el proceso electoral del 20 de mayo.
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“Ser
invitado como observador internacional a Venezuela es un placer. Pero más placer
es ser invitado como palestino ante tan importante acto democrático”, escribió
en Twitter ese día. El mensaje está acompañado de una foto en la que se le ve
con un polo rojo y el chaleco marrón del CNE junto al ex presidente de Ecuador,
Rafael Correa. Publicó además un video tomado desde la tarima en el Palacio de
Miraflores -sede del Ejecutivo en Caracas- en la que Nicolás Maduro celebró su
cuestionada victoria.
“Felicidades
al pueblo venezolano por sus elecciones. Ojalá los países de la región entiendan
que en diez meses se han hecho en Venezuela cuatro elecciones. El pueblo es
soberano y decidió”, elogió al colgar en la red el video. No queda claro si fue
tomado por Gassan Salama a apenas unos metros del propio Maduro y confundido
entre ministros y jefes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). Pero
de su cercanía con figuras del chavismo hay más pruebas. En diciembre de
2016 fue homenajeado por el entonces gobernador del Táchira -Andes
suroccidentales venezolanos-, José Gregorio Vielma Mora, también oficial
retirado del Ejército y ex jefe del organismo tributario bajo la presidencia de
Hugo Chávez. En la misma jornada en la que le concedió la “orden superior y de
la excelencia del estado Táchira” a su esposa y reconoció a los integrantes de
la Coral de la entidad en su cuadragésimo aniversario, Vielma Mora otorgó a
Gassan Salama la Orden Mérito al Trabajo.
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“En
reconocimiento a su esfuerzo y dedicación, destacándose en sus actividades
profesionales, laborales, gremiales, empresariales, académicas, culturales y
sociales enfocadas al servicio y en beneficio de la administración pública y
privada, del municipio, y también del estado Táchira y de la República
Bolivariana de Venezuela”, refiere la distinción. En los registros venezolanos
apenas hay evidencia de su actividad empresarial. Se trata de una compañía
homónima a la que usa para vender los alimentos para los Clap registrada en
Caracas en 2005. Apenas tiene dos empleados y no hay constancia de que haya
firmado convenios con el Estado, según el Registro Nacional de Contratistas
(RNC), o tramitado divisas preferenciales en la extinta Comisión de
Administración de Divisas (Cadivi). La oficina está ubicada en un pequeño
edificio en Las Mercedes, zona comercial al este de la capital venezolana, en la
que nadie responde el timbre.
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Sin
embargo, el reconocimiento de Vielma Mora, quien en su juventud participó en la
intentona golpista de 1992 comandada por Hugo Chávez y quien hasta hace meses
fue ministro de Nicolás Maduro, no parece casual. Vielma Mora fue una pieza
clave en el nacimiento de los Clap como programa masivo. Fue a finales de 2016 que Cobiserta, empresa
adscrita a la gobernación de Táchira, firmó un primer contrato con Group Grand
Limited, sociedad registrada en Hong Kong y manejada por los empresarios
colombianos Alex Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas, para la
compra de diez millones de combos Clap. A la postre, el dúo de empresarios
colombianos, hoy investigados en países como Colombia y México, se convirtió en el principal importador para
el programa estatal logrando al menos dos contratos por casi 800 millones de
dólares.
Fueron
los inicios de un programa que, concebido para producir alimentos en la base a
modo de pequeñas células partidistas, derivó en importaciones masivas a través
de intermediarios seleccionados a dedo por el Gobierno. Hasta 2017 estos
compraban los combos de alimentos fundamentalmente en México para luego
revendérselos a Venezuela a precios que oscilan entre 34 y 39 dólares por cada
despensa Clap. Pero desde el año pasado empresas de Turquía empezaron a ganar
terreno a través de estos intermediarios, al tiempo que las autoridades de
Caracas estrechaban su relación política y comercial con el régimen de Recep
Tayyip Erdogan, que se ha convertido en uno de sus principales aliados globales.
La propia Lido Internacional ha comprado los alimentos a fabricantes mexicanos y
turcos, según panjiva.com, base de datos
especializada en comercio internacional.
Las
pocas cifras oficiales indican que el de los Clap es un negocio que no ha parado
de crecer. En 2018 el Gobierno distribuyó 114 millones de cajas Clap, que se
suman a las 91 millones repartidas en 2017 y que equivaldrían a un gasto que
oscila entre los 6.000 millones a 8.000 millones de dólares en solo dos años.
“114 millones de combos Clap se distribuyeron a nivel nacional, el mercado a la
casa, ¡Llegó el Clap! debería ser la consigna. ¡La revolución lleva el mercado a
la casa!”, manifestó recientemente Maduro.
Ahora
se sabe que a Lido internacional, la compañía de Gassan Salama, le tocó una
porción de ese jugoso pastel. Su empresa, al igual que FB Foods LLC y Wellsford Trading
Corp, otras dos compañías panameñas proveedoras de los Clap,
escapó al veto comercial que impuso en abril del año pasado el Gobierno
venezolano contra casi un centenar de personas jurídicas del istmo, luego de que
el presidente panameño, Juan Carlos Varela, sancionara a 55 funcionarios
venezolanos. “Recordando momentos en que Panamá en el año 2016 estimulaba la
venta de alimentos a la hermana República de Venezuela. Ahora de manera extraña
hasta se quiere desprestigiar el suministro de alimentos que empresas panameñas
están desarrollando”, tuiteó Salama a modo de crítica el 14 de julio de 2018 con
una foto en la que el ex ministro Miguel Pérez Aabd y el ex presidente de
Corpovex, Giuseppe Yoffreda, pactaron la compra de alimentos para los Clap con
autoridades panameñas.
El cazatesoros
Si
en Venezuela Gassan Salama es prácticamente un desconocido para la opinión
pública, no ocurre lo mismo en Panamá. Durante años se ha movido entre la
política y el mundo de los negocios. Tras ser presidente de la Cámara de
Comercio, Agricultura e Industria de Colón -el puerto caribeño de Panamá que
aloja una próspera zona franca- entre el año 2000 y 2002, se convirtió en
gobernador de esa provincia en 2003. “Como ex Gobernador de la provincia de
Colón, Panamá, y como hijo de la Revolución palestina le reitero nuestro más
profundo afecto a usted Comandante Fidel y al pueblo cubano”, escribió en 2004
Salama en el Granma, diario oficial cubano.
Además
de Lido Internacional, Gassan Salama está relacionado a otras ocho empresas,
casi todas registradas en Colón. La “causa palestina” es otra de sus banderas y
aúpa varias organizaciones que promueven los lazos de Palestina con América
Latina. Además de Venezuela, ha llevado sus negocios a Cuba y Bolivia. “Sus
vínculos con estos países son tan políticos como comerciales”, explican fuentes
panameñas.
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Su rol como emprendedor no escapa a controversias. Gassan Salama está relacionado a la empresa Investigaciones Marinas del Istmo (IMDI), creada hace 19 años en la provincia de Colón y señalada de expoliar el pecio del galeón San José, una embarcación española hundida en 1631 en el Golfo de Panamá. Entre 2013 y 2014 la compañía rescató un botín de monedas de plata que a la postre fueron decomisadas por el Servicio Nacional de Aduanas. El 5 de julio de 2012, el diario La Prensa se refirió a las labores de IMDI como la de unos “cazatesoros sin fiscalización” y advertía que “IMDI pudo haber sacado oro, plata u objetos de embarcaciones que allí naufragaron (aguas próximas a Contadora), sin haberlo declarado y sin que el Instituto Nacional de Cultura (Inac) pudiera determinar su conservación en museos, en caso de tener valor histórico”. En esa nota se aseguraba que Gassan Salama como vicepresidente de IMDI manifestó que “hasta la fecha no han hecho ningún tipo de rescate que reportar”.
Años después, un informe de la Unesco del 7 de diciembre de 2015 señaló la responsabilidad de la empresa IMDI en el caso del San José. De acuerdo a la reseña que realizó el diario La Prensa sobre ese reporte, las actuaciones de la empresa fueron una “simple operación de extracción de objetos enmascarada en un proyecto supuestamente arqueológico” y que “las actividades realizadas por IMDI podrían haber afectado a más de un pecio hundido en la zona del archipiélago de las Perlas”.
En la sala tercera de lo contencioso administrativo de la Corte Suprema de Justicia panameña reposan dos expedientes relacionados con las labores de IMDI. Hasta ahora eso no parece haber sido freno para que Gassan Salama continué con sus negocios dentro y fuera de Panamá. El 21 de junio de 2018, justo un mes después de que participara como observador internacional en las elecciones venezolanas, el empresario panameño se reunió con el Ministro para Políticas de Integración Regional de República Dominicana como uno de los representantes de la constructora China State Construction Engineering Corporation Ltd (Cscec) para evaluar posibles inversiones en el país caribeño. “El grupo estuvo compuesto por Zhihe Zhang, Sui Man, Kevin Zhao, Zaid Yaafar y Gassan Salama”, reseñó el boletín de presidencia de la República Dominicana.
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Esa
búsqueda de nuevos negocios no le impide seguir con atención la crisis
político-institucional que se vive en Venezuela. El 25 de enero, dos días
después de que la oposición venezolana proclamara presidente interino de la
República a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, de mayoría
opositora, Gassan Salama expresó su crítica en Twitter. “Las democracias es para
los que la entiendan, no para los que pierden en elecciones y siguen cocinando
golpes de Estado. Viva la democracia y viva Venezuela. Sólo el pueblo venezolano
resolverá a lo interno sus diferencias”.