Cómo se repartieron Chávez y Kirchner el botín de los bonos argentinos

El testimonio ante la justicia de un testigo arrepentido, Claudio Uberti, quien por años sirvió como embajador oficioso de los negocios K en Venezuela, permite ahora conocer la discrecionalidad con que se emplearon fondos públicos venezolanos para alimentar milmillonarias transacciones privadas con bonos de deuda argentina. El periodista Daniel Santoro tuvo acceso a la declaración de Uberti y relata cómo los presidentes de ambos países se asignaron entre 2005 y 2007 parte de los beneficios en efectivo que se obtenían mediante operaciones especulativas con esos papeles en el controlado mercado cambiario venezolano. Nelson Merentes y Rafael Ramírez tenían roles clave en el cálculo y distribución de las ganancias.
El
ex representante especial de los gobiernos Kirchner ante Venezuela, Claudio
Uberti, involucró al
ex presidente del Deutsche Bank en Argentina y secretario de Finanzas K, Alfredo
McLaughlin; al ex presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez Carreño, y al ex
titular del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, en el cobro de un soborno de 50 millones
de dólares por la compra de bonos argentinos Boden
2012.
En
su ampliación de indagatoria completa como arrepentido ante la justicia
argentina, Uberti reveló detalles
increíbles de cómo Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, aceptó el
pedido de su colega argentino, Néstor Kirchner, de mandarle "11 de los 25
millones de dólares" en un vuelo privado y que la operación fue
realizada por "bancos amigos", que no identificó. El acuerdo eran 25 millones de
dólares para Kirchner y 25 millones de dólares para Chávez, mientras que los
bancos intermediarios se llevaron otros 50 millones.
McLaughlin
había asesorado a Kirchner sobre cómo invertir en el exterior los 630 millones
de dólares de los fondos de Santa Cruz -provincia patagónica de la que Kirchner
fue Gobernador antes de conquistar la presidencia argentina- y luego fue
nombrado secretario de Finanzas de la Nación.
En
2003, Kirchner tenía una cuenta con 1,7 millones de dólares en el Deutsche
Bank de Nueva York.
Por su parte, Ramírez Carreño fue embajador de Venezuela ante la ONU y Merentes, presidente del Banco Central hasta diciembre del año pasado cuando el presidente Nicolás Maduro hizo cambios en su Gabinete.
En su declaración, a la que accedió Clarín de fuentes judiciales, Uberti recordó que en agosto de 2005 escuchó a Kirchner que le dijo al entonces ministro de Economía Roberto Lavagna: “Explicale a Chávez cómo es el tema de la ayuda financiera que necesitamos”.
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Entonces, Lavagna le respondió: “Necesitamos que compre unos
500 millones de dólares de bonos argentinos”.
Uberti, que era además titular del Occovi (el organismo de
control de los peajes en Argentina), se había ganado la simpatía de Chávez el
año anterior cuando le había pedido que le autografiara una
versión de bolsillo de la Constitución bolivariana.
Luego, en diciembre de ese año, viajó a Caracas con el
subsecretario (viceministro) de Combustibles, Cristian Folgar. Sorpresivamente,
Chávez los invitó al palacio de Miraflores. sede del gobierno venezolano, y
durante una charla de tres horas les preguntó si aún Argentina necesitaba los
500 millones. Uberti, entonces, le pidió permiso a Chávez para salir y llamar a
Kirchner. Finalmente lo ubicó, a través del secretario privado Daniel Muñoz y,
al trasladarle la pregunta, el presidente le contestó: “Pedazo de pelotudo, decile a ese que los
mande inmediatamente”. Volvió a la reunión y le comunicó a Chávez el
mensaje sobre los denominados bonos Boden 2012. Cuando regresó a Buenos Aires,
la operación ya se había realizado.
En julio de 2006, Uberti estaba en una reunión con el entonces
gobernador de Córdoba -provincia del oeste de Argentina-, Juan Manuel de la
Sota, y su equipo, en la capital cordobesa, cuando recibió una llamada urgente
de Ana Carelli, secretaria privada del entonces ministro de Planificación, Julio
De Vido, quien le ordenó “volver urgente a Buenos Aires porque estaba el
ministro de Economía de Venezuela, Nelson Merentes”. Pidió disculpas y regresó
ese mismo día a Buenos Aires.

Nelson Merentes era pieza clave en el negocio de los bonos argentinos. Pero cuando Uberti le pidió a nombre de Kirchner enviar las ganancias en efectivo, le pareció "imposible".
Apenas arribó, secundó a Merentes y lo acompañó en un auto
oficial hacia el aeropuerto de Ezeiza -el mayor de los que sirven a Buenos
Aires-, donde le dio explicaciones técnicas -que no entendió- sobre “lo bien que les estaba yendo con los
bonos argentinos”. Sacó una tira de impresión de una cuenta bancaria y le
señaló que “acá están las
ganancias, pregúntale a tus superiores cómo les hacemos llegar su
parte”.
Uberti recordó que Merentes le mostró “muchísimas cuentas y por montos
elevados” y le explicó cómo era la maniobra. “Ellos buscaban
bancos de inversión 'amigos' y le entregaban los bonos argentinos; con
esos bonos los bancos iban al mercado financiero venezolano y conseguían,
gracias a las gestiones del gobierno chavista, dijo, dólares al cambio oficial.
Luego esos dólares los vendían en el mercado informal. La diferencia, según me explicó, se la
quedaban mitad los bancos y mitad los
gobiernos”.
Entonces, Merentes le indicó que “le avisara a mis superiores
que tenían la plata que les correspondía a ellos, que me dijo que eran algo así como 25 millones de
dólares y que necesitaba instrucciones de qué hacer con ella”.
Inmediatamente, se comunicó con De Vido para transmitirle el
mensaje de Merentes y este le contestó: ”Hablá con el malo”, en alusión al
presidente Kirchner. Al día siguiente, Uberti le trasladó la pregunta de
Merentes al propio Kirchner, quien lo instruyó así: “Te vas con Alfredo urgente a Venezuela y que
Merentes le explique bien a él cómo es la
operación”.
A
los dos días, viajó con el secretario de Finanzas y ex banquero, McLaughlin, a
Caracas “en un avión chico
contratado por el gobierno”. En la capital venezolana los recibió
Merentes. “Yo era la cara 'conocida' pero no tenía ningún tipo de
injerencia en la conversación (y la verdad, no entendía mucho). Merentes le explicó a McLaughlin qué hacían
con los Boden 2012”. “No
tengo conocimiento si el presidente Kirchner y McLaughlin se reunieron, pero lo
que puedo afirmar es que a los dos o tres días de regresar de aquella visita me
llamó Néstor Kirchner y me dijo: 'Decile a tus amigos venezolanos que quiero la mitad de lo recaudado en billetes
físicos en Buenos Aires'”, agregó Uberti en su ampliación de
indagatoria. A
fines de julio del 2006, Chávez arribó al Aeroparque Metropolitano -otro
aeropuerto que sirve a la ciudad de Buenos Aires- y Uberti le transmitió cara a
cara el pedido de Kirchner. Con naturalidad, el presidente venezolano, entre una
multitud de funcionarios, llamó a Merentes y le dijo que se reuniera con
Uberti para arreglar “el
asunto”. Se encontraron en el Sheraton y le solicitó enviar los
“billetes a Buenos Aires”. Sorprendido, Merentes contestó que le parecía
“imposible” y que él no sabía cómo instrumentar una operación de ese
tipo.
Al
transmitirle a Kirchner esa respuesta, recibió como contestación un insulto:
“Pedazo de pelotudo, yo me
encargo”.
Días
después, Kirchner le ordenó que volviera a Caracas, donde se reunió con el ministro de Energía y
titular de Pdvsa, Rafael Ramírez Carreño, quien le dijo que tenía
instrucciones de instrumentar el
“envío de 25 millones de dólares al sur”, a través de la petrolera
estatal. Ramírez Carreño precisó que la gestión la iba a realizar Diego
Uzcátegui -presidente de la sucursal argentina de Pdvsa- y que por teléfono iban
a hablar de la coima como "la
refinería”. Días después el titular de Pdvsa lo llamó para avisarle que
iba un avión de su empresa con “once técnicos de la refinería” en
alusión a la coima.
Junto con el secretario privado de De Vido, José María Olazagasti, fue al sector militar del Aeroparque Metropolitano a recibir a los funcionarios venezolanos que venían en el avión. Olazagasti “se encargó de los trámites y el control”. En el hall, Uzcátegui “separa tres o cuatro valijas” del resto y le dijo a Uberti: “Estas son tuyas”. Desde el aeroparque se trasladó hasta el departamento de los Kirchner entre las calles Juncal y Uruguay donde le entregó las valijas con el dinero al secretario privado, Daniel Muñoz.
En abril de 2007, durante la Cumbre Energética de presidentes
sudamericanos realizada en la isla de Margarita -destino turístico en el
Caribe venezolano-, Kirchner llamó a Uberti a su habitación y le ordenó que
les exigiera a los venezolanos que “carguen en el avión presidencial el resto
del dinero por la operación”.
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Le trasladó el pedido a Ramírez Carreño y éste le contestó que
“era imposible, puesto que
había en la isla más de quince presidentes con sus delegaciones y su
correspondiente personal de seguridad”.
Ante esta situación, Kirchner le ordenó que transmitiera a los
venezolanos un mensaje sin vueltas: “Si no me cargan la guita en el
avión, mañana no voy a la
ceremonia de cierre de la cumbre”. Sin embargo, Ramírez Carrero insistió
en que era “imposible”.
En el vuelo de regreso a Buenos Aires, el secretario Muñoz
advirtió a Uberti que no se durmiera, pues Kirchner iba a llamarlo en
cualquier momento. Viajaban en un Jumbo alquilado a Aerolíneas Argentinas. A
mitad del viaje, el presidente lo convocó y le lanzó todo tipo de insultos por
su “inoperancia”.
“Pedazo de pelotudo, inútil, nos volvemos con las manos vacías.
Al final sos más empleado de los venezolanos que mío. Los venezolanos te agarraron de
forro”, le lanzó. Y lo mandó a la parte de abajo del avión -el Jumbo
tiene dos cubiertas-, como escarmiento. Al llegar a Buenos Aires, renunció a su
cargo en medio del escándalo por el maletín de Antonini Wilson, del que
afirmó no haber
conocido su contenido.
El maletín de Antonini Wilson fue descubierto el 4 de agosto
del 2007 por María Luján Telpuk, agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria
(PSA). En su interior se encontraron casi 800.000 dólares en billetes. La causa de la
valija de Antonini se había cerrado y la reabrió el mes pasado el juez en lo penal
económico Pablo Yadarola.
Esta confesión de Uberti está relacionada con una
operación financiera de agosto del 2007. Ese mes Argentina
concretó la colocación de deuda
más cara desde el default del 2002: le pagó a Venezuela una tasa en torno
al 10,6% por la compra de 500 millones de dólares en Boden 2015, en medio de un
extraño contexto. Con la llegada del presidente venezolano Hugo Chávez a Buenos
Aires, se avanzó en la negociación para la colocación de estos títulos. En
principio, había trascendido que Venezuela compraría Boden 2015 por 1.000
millones de dólares. Pero la operación se hizo, finalmente, por solo 500
millones.
Este fue el aporte argentino a la tercera emisión del llamado
Bono del Sur que se completó con un título propio del gobierno de Hugo Chávez.
En aquella visita, el mismo Chávez había detallado que su país compró en dos
años en total 4.572 millones de
dólares en títulos argentinos.

Chávez y KIrchner, aliados políticos ¿y socios de negocios?
La compra de bonos argentinos no fue la única relación financiera entre
Néstor Kirchner y Hugo Chavez. En el 2004 se había creado un fideicomiso
argentino-venezolano para el intercambio de fuel oil por productos industriales
en el banco suizo UBS. El fideicomiso lo administraban la petrolera estatal
Pdvsa y el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes), y su
cuenta en Argentina la manejaba el Banco Nación.
Pero en el 2010, luego de la denuncia pública del ex embajador
argentino en Caracas, Eduardo Sadous, el UBS le pidió datos al Bandes para
investigar si había habido operaciones de lavado de dinero, tal como
reveló Clarín en el
2013.
Como consecuencia de la negativa del Bandes a dar “información
detallada” de las operaciones, el UBS cerró la cuenta del fideicomiso.
Según las fuentes, el banco suizo pedía datos sobre los movimientos financieros
de las cuentas de la venezolana Compañía de Mecanizado Agrícola y Transporte
Pedro Camejo S.A., y la argentina Madero del Plata S.A. (ex Madero Trading) para
investigar si hubo lavado
de dinero. Este aspecto de la relación con Venezuela lo investiga el
juez federal Julián Ercolini.
En un cable secreto enviado por el entonces embajador argentino
en Venezuela, Eduardo Sadous, a la Cancillería, y fechado el 28 de mayo del
2004, saltó la punta de la turbia
relación financiera de los Kirchner con
Chávez.
El informe relata que ese 3 de junio iba a llegar a Caracas una
delegación oficial presidida por el secretario de Minería, Jorge Mayoral, e
integrada por el presidente del Occovi, Claudio Uberti; el presidente del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), Carlos Cheppi; el jefe de
ceremonial de Planificación Federal, José María Olazagasti; y la asistente de
ese ministerio, la rubia Victoria
Bereziuk.

Claudio Uberti era mano derecha de Julio De Vido, el superministro de infraestructura que durante el kirchnerismo estuvo al mando de los negocios con Caracas
Agrega, en potencial, que el objetivo de esa comitiva sería
tomar contacto con la petrolera Pdvsa, el Banco de Comercio Exterior (Bancoex),
el Ministerio de Energía y Minas, y el Ministerio de
Agricultura.
Sadous cerró su cable secreto con un ruego diplomático: “Por lo
expuesto, y debido al total desconocimiento de esta sede sobre ese particular,
se agradecerá poder recibir confirmación de la misma así como programa de
actividades y vuelos respectivos”. Era el primer indicio de la “embajada
paralela” que manejaba De Vido, a través de
Uberti.
Como antecedente de las maniobras con los acuerdos bilaterales
con la Venezuela chavista, Sadous informó además a la Cancillería que habían
desaparecido “90 millones de dólares de
la cuenta del fideicomiso que estaba en un banco en Nueva York
(una sucursal del UBS) cuando lo trajeron a Caracas, lo vendieron en el
mercado negro de dólares y luego pusieron esa plata en el mercado oficial, donde
se hicieron de una diferencia de 14 millones de dólares. Esto fue en
enero de 2005 y fue lo que motivó mi reemplazo por Nilda
Garré”.
Sadous fue embajador en Caracas entre 2002 y 2005 cuando
fue removido por Kirchner y luego en el 2010, cuando la diputada del ARI
(Coalición Cívica Afirmación para una República Igualitaria, opositora a los
Kirchner), Elisa Carrió, hizo trascender su cable secreto, De Vido le hizo un
juicio y logró procesarlo por falso testimonio con el apoyo de jueces adictos a los
Kirchner.
En ese cable Sadous alertó al entonces canciller, Rafael
Bielsa, sobre la existencia de una “embajada paralela” a la suya, y también
sobre las irregularidades en el fideicomiso binacional investigado ahora por la
justicia. La “arquitecta” de ese fondo
fiduciario fue Marta Cascales, pareja del secretario de Comercio Interior,
Guillermo Moreno, entonces al mando de la secretaría de
Comunicaciones.
El 25 de noviembre del 2004, el diplomático en otro cable
secreto se explaya sobre el malestar que había entre empresarios que no
podían acceder al registro de proveedores de Pdvsa para participar de las ventas
a Venezuela debido a que existía “falta
de transparencia en la gran central de compras de esa firma en
Houston, Texas”.
Tras otras consideraciones, concluye: “Tal vez, la reciente
creación del grupo informal de seguimiento del fideicomiso -con la coordinación
venezolana del lic. Franklin Méndez y del Ing. Claudio Uberti por la parte
argentina- genere un nuevo ámbito de debate donde este tema pueda
reverse”.
El diplomático cierra su escrito con una frase ambigua sobre cómo se realizaban los negocios en Caracas: “A criterio de esta representación no deben generarse muchas esperanzas en lograr un acceso amplio de las empresas Gapp sin existir socios locales que conozcan los mecanismos, códigos y canales informales usuales en el ámbito petrolero en esta” (sic).
Este reportaje se publicó originalmente el 1 de octubre de 2018 en el diario ‘Clarín’ de Buenos Aires bajo el título “Uberti reveló más detalles de las coimas entre Kirchner y Chávez con los bonos argentino”. Se reproduce con autorización expresa del autor.