En 2016, ‘Cambio16’ está cambiada

La revista emblemática de la transición y del destape español al final del franquismo cayó en 2014, y tras cuatro décadas, en manos de dos inversionistas venezolanos. Son los hermanos Neri, contratistas en gran medida de la Alcaldía y el Gobierno capitalinos, en manos del chavismo. Ahora desde la revista, convertida en mensuario y con salas de redacción en Caracas y Madrid, dicen que quieren promover el diálogo entre los polarizados españoles, aunque no falte quien le achaque a la publicación el propósito de circular con “culos, autoayuda y picante”.
Hay
medios de comunicación que cambian con la sociedad. Y otros que son los que
promueven la transformación y empujan las nuevas corrientes mientras dan aire
fresco a los quioscos. Si la premisa es esa, remover, cambiar, no hay un nombre
mejor para una cabecera que “Cambio”. Sólo que, en tiempos de dictadura, es
mejor maquillarlo con un número para evitar el lápiz del censor. Así nació en
EspañaCambio16, una revista que fue clave –junto al diario El País y la revista
Interviú– en la Transición española del franquismo a la democracia
parlamentaria, tránsito que se cumplió en la segunda mitad de los años
70.
Ahora, en
2016, Cambio16 está cambiada. Nunca se fue de los quioscos y hasta se encuentra
en Internet, pero su trayectoria de 43 años de altibajos –con algunos tramos que
no han sido dignos de su pasado glorioso– acaba de encallar en las manos de unos
dueños tan nuevos como inesperados: unos hermanos venezolanos que, en su gran
mayoría, han obtenido jugosos contratos con instituciones afines a los gobiernos
de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y que en 2010 ayudaron a instalar toldos junto
a los centros de votación. También han prestado servicios a las alcaldías de
Baruta y Chacao controladas por la oposición.
En
realidad este relanzamiento data de casi dos años atrás, en noviembre de 2014.
Llegó en lo que algunos llaman la “Segunda Transición” de España, tras la
erupción del llamado movimiento de los indignados –formado a raíz de la
manifestación del 15 de mayo de 2011 contra las políticas del bipartidismo
español– y del ascenso de partidos alternativos como Podemos y Ciudadanos en
desmedro de la tradicional mancuerna de populares y socialistas. De hecho, ese,
el de la Segunda Transición, fue el título de una de las portadas de esta nueva
época de la revista que, por cierto, también coincide con otra posible
transición, la que iría del chavismo, tal como se dio a conocer, hacia lo que
sea que venga después en Venezuela.
Desde
Venezuela desembarcaron en España y en la revista los hermanos Neri Bonilla,
Francisco y Jorge, propietarios en la península del Grupo EIG Multimedia, una
empresa que, según los informes mercantiles que presenta el portal Empresia,
dispone de un capital social de 3.359.812 euros, patrimonio de 1.591.440
millones de euros y el resultado de su último ejercicio en rojo, con un déficit
de 513.100 euros. Pero en el bagaje de estos empresarios no son las únicas
cifras rojas, el color de identidad de la revolución bolivariana en
Venezuela.
A pesar
de haberse codeado con los altos círculos de la sociedad española, los Neri no
son muy conocidos entre los círculos empresariales venezolanos. Eso sí, sus
vínculos con Venezuela no están rotos del todo; por el contrario: la revista
mantiene una redacción binacional, con salas paralelas en Madrid y
Caracas.
Francisco
Neri posee una empresa en el país, Sinergia Total. La sede está en El Rosal, en
el municipio Chacao de Caracas, en una quinta entre la Policlínica Americana y
la sede de la Oficina Nacional Antidrogas. En ese espacio también se encuentra
una sede de Seguros La Constitución –la aseguradora del empresario Omar Farías
Luces– y una pequeña galería de arte. No hay cartel o identificación alguna en
la puerta, Registro de Información Fiscal (RIF) o seña. Al llamar al
intercomunicador sí responden ante el nombre de Sinergia Total. Pero no dejan
pasar más allá de la primera puerta, de un pequeño estar con las paredes de
concreto y, de nuevo, ninguna identificación con el nombre de la empresa. Si
bien confirman que desde allí se trabajaba para Cambio16, advierten que tienen
“otros clientes bajo un contrato de confidencialidad”, por lo que no se pueden
mostrar las facilidades de Sinergia Total-Cambio16 a terceros. Todo lo que se
quiera saber se debe escuchar de la boca de Óscar Abou-Kassem, el director de la
revista.

Los hermanos Francisco y Jorge Neri Bonilla adquirieron la marca a partir de 2014. Foto: Jorgeneribonilla.com
Una agencia de eventos
En la
página web de Jorge Neri Bonilla, el otro hermano, aparece un apartado especial
de esta empresa, Sinergia Total Eventos, donde ofrecen “la mejor presentación a
sus eventos, dando una innovadora y notable presencia a su imagen y productos en
los lugares de mayor exposición para los medios, así como el público en
general”. También se ofrecen como asesores y productores.
De
acuerdo al Registro Nacional de Contratistas (RCN) de Venezuela, Sinergia Total,
con Francisco Neri Bonilla como administrador principal, con frecuencia ha
prestado servicios a dos clientes principales: al Gobierno del Distrito Capital
–un organismo creado a la medida por Hugo Chávez en 2009 para restar
atribuciones a la Alcaldía Metropolitana, a cargo del opositor Antonio Ledezma–
y la Alcaldía del Municipio Libertador de Caracas, zona correspondiente al
centrooeste proletario de la capital venezolana. La actividad, muy intensa en
2010 y 2011, se registró sobre todo cuando en la Alcaldía –como ahora– figuraba
como titular el ex presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) y ex
vicepresidente de la República bajo Chávez, Jorge Rodríguez, y en el Gobierno
del Distrito Capital su aliada, Jacqueline Farías, también dirigente del
oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Entre los
muchos contratos que aparecen como ejecutados está el de la Alcaldía de
Libertador para la “organización y adecuación de espacios para las torres
publicitarias alucivas” (sic) al Bicentenario del 19 de abril –la ocasión en
1810 del primer grito de Independencia en Venezuela–, para juegos parroquiales
en distintas locaciones de Caracas, o para un concierto en el parque Los Caobos
en diciembre de 2010.
El
Gobierno del Distrito Capital, por su parte, aparece contratando por esa época a
Sinergia Total para el acto de juramentación de diputados en la Plaza O’Leary de
Caracas el 31 de enero de 2011 y para actividades de los consejos comunales en
la parroquia caraqueña del 23 de Enero, así como para organizar el centro de
acopio de damnificados en febrero de 2011, es decir, el centro donde atendieron
a las víctimas de las lluvias de los meses anteriores.
El
Ministerio de Interior y Justicia también aparece como cliente, así como el
Ministerio de Educación, que hizo uso de esta empresa para la instalación de
toldos en los centros de votación el 24 de septiembre de 2010, dos días antes de
las elecciones a la Asamblea Nacional. No precisa qué tipo de toldos son, si
bien, los que suelen aparecer en esas jornadas están asociados al Psuv, el
partido del Gobierno, y son los llamados “puntos rojos”, tema de controversia en
el país porque ejercen influencia sobre los electores el propio día de
votación.
La
revista española tiene otras publicaciones hermanas como Cambio Financiero, de
antigua data, o Energía16, que apareció en noviembre de 2014. En este rubro, el
de petróleo y energía, la experiencia de los hermanos Neri también se une a
Venezuela. En su web, Jorge Neri se describe como “negociador y empresario,
especializado en consultoría estratégica de negocios, fusiones y adquisiciones,
negociación y finanzas corporativas, centradas en la industria de la energía y
América Latina”. También se dice fundador y director en empresas con “especial
énfasis en el sector de la energía en la región”.
El
petróleo también es un tema, que al menos de modo transversal, les ha tocado.
Entre la cartera de clientes de Sinergia Total aparece la Corporación Venezolana
de Petróleo (CVP), la filial de la petrolera estatal, Pdvsa, para eventos como
la transmisión de varios juegos deLaVinotinto, la selección de fútbol,
conciertos, ruedas de prensa, un evento cultural y deportivo en el marco de la
Gran Misión Vivienda Venezuela y así hasta los 94 contratos solo hasta
2012.

Venezuela
no es el único puerto donde se extiende el legado de la española Cambio16. Según
el portal InfoEmpresa, la revista tiene como administrador único a EIG
Multimedia S.A.R.L., empresa a su vez afincada en Luxemburgo. Parte de los pagos
regulares que se hacen en la revista provienen de ese país. Fuentes cercanas a
la redacción cuentan que esto ha causado recelos, pues el Gran Ducado en los
Países Bajos es reconocido como un paraíso fiscal.
Los hilos
del negocio llevan hasta otro paraíso fiscal, en este caso, Panamá, donde desde
enero de 2012 está registrada Sinergia Total S.A., con Daniel Mijic como
representante.
La prosapia de la revista
En la
España de 1971 las suecas campaban por las playas en topless para horror de
muchos y deleite de otros y en los guateques (minitecas) se movía el esqueleto
con “Help, ayúdame”, el tema que le dio éxito al cantante Tony Ronald. Pero
también fueron los tiempos en los que el director del Diario Madrid era obligado
a pagar una multa de 250.000 pesetas (3.623 dólares de entonces) por un artículo
titulado “Ni Gobierno, ni oposición”. Eran los últimos coletazos del franquismo,
un régimen que, aunque había visto unos años de apertura y desarrollismo
económico, no dejaba de ser una dictadura.
El 22 de
noviembre de aquel año salieron a la calle 2.000 ejemplares de Cambio16. De
ellos solo se vendieron 800, pero su apariencia prometía. La portada era
rompedora para la época, un diseño de Michel Malka con una caja fuerte hecha un
mazacote de hielo y la leyenda “Inversión congelada”. En el interior, 52 páginas
y un editorial que dejaba las intenciones claras, enfoques distintos para las
mismas noticias, osadía informativa para dar al traste con el periodismo ramplón
que se venía haciendo en el país y, en definitiva, garantizarle a la España del
futuro uno de los principios fundamentales de la democracia para entonces
ausente, la libertad de expresión.
Su primer
director, Juan Tomás de Salas, licenciado en Derecho, venía de diferentes
aventuras en el mundo del periodismo. En España fue parte de la clandestina
Agencia de Prensa Española Libre. Luego, en los siete años que estuvo en el
exilio, fue crítico de cine en El Tiempo de Bogotá y, en París trabajó para
France Presse y TheEconomist para América Latina, donde cultivó el estilo
anglosajón que imprimiría a Cambio16. Quería una revista “nueva en lenguaje,
desarrollo, enfoque, combativa y criticona, que sirviera para analizar lo que
pasaba en España”.
La
redacción estaba formada en su mayoría por periodistas liberales y
socialdemócratas, con alguno del Partido Comunista, férreo enemigo del régimen.
Pronto se empezó a decir que la revista estaba financiada por la CIA o por
multinacionales, incluso que era el órgano informativo de la banda terrorista
ETA. Lo cierto es que hasta nueve ministros de Franco eran
accionistas.
La
revista fue la palestra de políticos de oposición y dirigentes en la
clandestinidad que de otra manera no podrían haber aparecido en los medios
españoles. Esto le daba todas las papeletas para someterse al secuestro
preventivo de la publicación, una medida común en el Ministerio de Información
de la época. Estas circunstancias no ayudaban en nada a la ya maltrecha economía
de la revista, que a duras penas logró reunir los cinco millones de pesetas
(72.463 dólares de entonces) necesarios para su lanzamiento. Pero cuanto más
roce tenía con la censura franquista, mayor era el prestigio que adquiría como
adalid de la libertad de expresión, incluso después de que el Caudillo,
Francisco Franco, muriera en 1975. Al año siguiente estuvieron al borde del
secuestro preventivo cuando llevaron en portada una caricatura del rey Juan
Carlos I quien, como si fuera el actor de Hollywood Fred Astaire, bailaba sobre
Manhattan. Fue el mismo monarca el que intervino para evitar el secuestro. En
1978 no se libró del secuestro tras una querella de un empresario cuyo nombre
aparecía relacionado con actividades de espionaje.
Pero el
hito más sonado fue en 1983. Dos ediciones fueron secuestradas por artículos
referidos al caso Almirón, donde se daba cuenta de los crímenes de Eduardo
Almirón, jefe de la escolta personal de Manuel Fraga, entonces presidente de
Alianza Popular, el germen del actual Partido Popular. Almirón era un conocido
dirigente de la Triple A, la Alianza Apostólica Anticomunista, un grupo
terrorista de los últimos tiempos de Franco. El entonces director de Cambio16,
Pepe Oneto, dijo que la medida era “el atentado más grave contra la libertad de
expresión cometido en España desde la aprobación de la Constitución de
1978”.
La
situación política se fue normalizando a lo largo de los años 80. Los tiempos
exigían un viraje en los contenidos y por eso Cambio16 se avocó al contenido
social y general y cada vez menos al político. La competencia se recrudeció con
la aparición del diario El País y de Diario16, del mismo grupo. Aparecieron
nuevos semanarios como Tiempo o Época. Sumado a los problemas financieros, la
revista perdió vuelo, aunque nunca dejó de publicarse, si bien durante algunos
años casi de modo residual.
La marca,
sin embargo, conservó un halo de prestigio que por mucho tiempo tuvo el poder
para traspasar fronteras. En 1993 el periodista de investigación colombiano
Daniel Samper Pizano y unos socios españoles intentaron franquiciar la revista
para arrancar con una edición para la América de habla hispana. Su intento fue
vano. Pero Gabriel García Márquez, junto a un grupo de periodistas, le compró
Cambio16 América en 1998.
La
revista, bajo el nombre simplificado de Cambio, circuló en Colombia hasta 2006,
cuando ya García Márquez se había apartado del negocio por razones de salud y la
publicación estaba en manos del Grupo Planeta. En 2002, el escritor había
conseguido un acuerdo con el grupo multimedia Televisa para lanzar una edición
en México y otros países del hemisferio. El proyecto, que a la postre naufragó,
puso en evidencia el interés constante por parte de inversionistas
latinoamericanos en sacar provecho a la marca, una intención que cristalizó,
quizás con retardo, en 2014 con la llegada de los venezolanos Neri
Bonilla.
La Segunda Transición
En
conversación por Skype, Óscar Abou-Kassem, actual director de Cambio16, confirma
que hay una actividad compartida entre las dos orillas, España y Venezuela. “La
revista aún tenía prestigio en América Latina y ellos (los hermanos Neri) lo
vieron como una oportunidad de negocio, como empresarios obviamente no quieren
perder dinero. Tienen un sentido de la empresa bastante encomiable”,
cuenta.
Sobre su
trabajo cotidiano y el devenir de la revista, asegura estar encantado con el
desempeño de los hermanos, “no influyen en la línea, aunque obviamente tienen
interés con Venezuela, pero entienden que la revista tiene más enfoque en lo
español. Deben ser cosas relevantes las que pongamos, no podemos seguir al día a
día lo que pasa en el país”. Él se incorporó al equipo como redactor en
diciembre de 2014 y toma el cargo en septiembre de 2015. Antes estuvo en su
puesto el periodista Daniel Lozano, quien además es corresponsal en Venezuela de
El Mundo.
Con la
salida de Lozano emergió también la polémica sobre los intereses de los nuevos
propietarios. Su relación con ellos cambió cuando desde Caracas pretendieron
imponerle una portada que sustituyera a la propuesta elaborada para el número de
septiembre de 2015, titulada “Los retos del cambio climático”. La redacción
escribió una carta apoyando la decisión del director y se respetó la portada,
pero desde entonces, cuentan fuentes al tanto de la historia, los propietarios
quisieron meterse más en los contenidos de la revista e irse a una línea con
“más culos, más autoayuda, más picante”. También se eliminaron algunas noticias
sobre Venezuela en la web de Cambio16, concretamente una sobre las marchas
estudiantiles contra el presidente Maduro y otra del apoyo del ex presidente
Felipe González a los presos políticos.
Pero
desde Cambio 16 aportan otra versión. El director general de EIG Multimedia,
Javier Ramírez, afirma que los hermanos Neri “no saben lo que va en la revista
hasta que se publica”. Y agrega: “A Daniel Lozano le pedimos mayor compromiso
con la revista. Él compartía sus labores en la revista con sus labores de
corresponsal desde Venezuela para El Mundo (España) y La Nación (Argentina). A
partir de entonces cambió todo. Su comportamiento y actitud se tornaron
violentos y tuvimos que prescindir de sus servicios. Y con respecto a las notas
que se han levantado, debo decir que fue él quien lo hizo porque eran
incorrectas”.
Ahora
España se enfrenta a un nuevo cruce de caminos y a un panorama inédito. La
abdicación de Juan Carlos I, los casos de corrupción dentro de la Casa Real, en
los partidos políticos, la irrupción de Ciudadanos y Podemos que vienen a
quebrar la hegemonía bipartidista de PP y PSOE, los desahucios, el paro. Todo ha
hecho que la política tome las calles, los bares, las charlas de cualquiera.
“Desde hace poco más de un año los españoles tienen más interés por la política,
como pasaba en los años 80. Hace cinco no se hablaba de eso, ahora lo domina
todo. Es un tema de interés y qué mejor que nosotros para contarlo, que lo
hacemos de toda la vida”, dice Abou-Kassem. El director explica que precisamente
en este contexto es donde nace –la razón por la que nace– la nueva Cambio16, con
el objetivo hecho lema de “hazte una opinión” y la premisa, “apostar por el
diálogo donde se presente”.
Fue
Cambio16 una revista esencial para la transición y el diálogo en tiempos en los
que había que unir a dos bandos enfrentados desde la Guerra Civil de 1936-39,
aún con las heridas abiertas, y a una población sufridora de casi 40 años de
dictadura militar. Ahora, con esta llamada “Segunda Transición” en pleno auge,
cuando los debates en España citan con frecuencia la situación venezolana de
modo maniqueo, la revista parece no mostrarse ni a favor ni en contra del
Gobierno del presidente Nicolás Maduro. “Es un tema muy polarizado no sólo allí,
también en España. Nosotros tratamos de abordar el tema con periodismo”, explica
Abou-Kassem. Pero lo que sí resulta claro, lo que pone el ojo en esta histórica
publicación, es que sus nuevos dueños, criticando o no el modelo, lucraron con
él.
