El ‘condo’ de Miami que aparece en el caso de los US$ 1.200 millones de Pdvsa es refugio de (muy) ricos y (no tan) famosos
A partir de su inauguración en 2017, la Torre Porsche Design se convirtió rápidamente en un símbolo de lujo y ostentación en el Sur de Florida. Magnates de todo el mundo se refugian tras la discreción de sus cristales ahumados y de personas jurídicas casi anónimas. Pero en los últimos días dos investigaciones policiales sobre flujos financieros ilegales desde el exterior pusieron el edificio bajo un inconveniente foco. Un apartamento de más de cinco millones de dólares acaba de ser confiscado por la justicia a un gestor venezolano.
No
es poca cosa que la Torre Porsche Design destaque en el mercado inmobiliario
tanto como en el imaginario de los habitantes y turistas que visitan el área
metropolitana de Miami.
En esa zona del Sur de Florida se construyen o ya se han erigido edificios de
Zaha Hadid, Bjarke Ingels, Rem Koolhaas y el dúo de los suizos Herzog y De
Meuron, es decir, una superliga virtual de los arquitectos de más renombre en el
mundo.
En medio de tanta competencia, el inexpresivo, casi espartano, cilindro negro
enclavado sobre la arena de Sunny Isles, al noreste del condado de Miami-Dade,
se ha ganado un puesto por méritos propios.
Puede que esos méritos no sean exactamente –o exclusivamente– de diseño, a pesar de lo que su nombre anuncia. El rodillo de fachada con cristales ahumados, con 60 pisos y casi 200 metros de altura, contrasta como un tubo de penumbra al lado de la luminosidad caribeña propia de la costa
Como
el primer edificio que lleva la marca Porsche, y siendo Miami probablemente el
sitio del planeta con mayor densidad de automóviles Porsche en las calles, los
promotores de la obra se han esforzado en convertirla en un sinónimo de boato y
exclusividad.
La
cantante neoyorquina Alicia Keys actuó en la gala de inauguración de la torre
residencial en marzo de 2017. El penthouse que permanece en venta tiene
un asking price en el mercado de 32 millones de dólares; el
otro ático de casi 800 metros cuadrados de superficie, PH1, fue adquirido ese
mismo mes de la apertura del condominio por Terry Taylor, un magnate de los
concesionarios de automóviles de la vecina ciudad de Daytona, a cambio de 25
millones de dólares.
Hay
jacuzzi en los balcones de cada apartamento. Una inmensa cava refrigerada para
vinos está a disposición de los inquilinos en las áreas del restaurante de
planta baja, que cuenta con un chef exclusivo. Cuando los visitantes dejan el
automóvil al valet parking, pueden servirse sin costo una de las
muchas botellas de agua mineral noruega, marca Voss, que guarda una hielera de
dimensiones colosales. Pero la prestación más distintiva del edificio, la que le
ha ganado espacio en muchos medios de comunicación y credenciales casi de parque
de atracción, es la de su ascensor para carros. Mediante una instalación
refinada de estacionamiento mecánico –cuya sola prueba en Alemania costó 40
millones de dólares– los inquilinos puedan subir directo con sus lujosos
automóviles a la sala de estar de sus
apartamentos.
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Al
fin al cabo, es un edificio hecho por locos por los carros para locos por los
carros, con el aval de una marca de carros.
Pero
este edificio construido expresamente con la finalidad de dejar boquiabierto a
quien lo habite, ha ganado una nueva e indeseada visibilidad en las últimas
semanas.
Atención indeseable
En
mayo reciente, sus promotores aparecieron conectados a un esquema de evasión de
impuestos y pagos irregulares puesto al descubierto por la policía brasileña
La
Operación Conexión Miami permitió
a las autoridades de Brasil detectar la estructura offshore por la que un grupo
de inversionistas del estado de Santa Catarina pagó por la licencia Porsche para
apellidar con ella un proyecto residencial de lujo.
Y
luego el condominio volvió a ser mencionado en un documento de criminal
complaint que se presentó el 23 de julio ante el Tribunal Federal Penal
del Distrito Sur de Florida. Luego de más de dos años de pesquisas, los agentes
de la Homeland Security Investigations Office (HSI) completaban la
Operación Money
Flight,
por la que desbarataron una red de lavado de dinero extraído de manera irregular
de las arcas de la petrolera estatal venezolana, Pdvsa, y puesto a circular en
parte a través de cuentas bancarias en Estados Unidos.
El
mecanismo que los detectives pusieron en evidencia comprendía un acuerdo de
connivencia entre ejecutivos de Pdvsa y financistas venezolanos, por el que
estos ofrecían préstamos en bolívares a Pdvsa que la petrolera reembolsaba en
tiempo perentorio y en montos de divisas, dólares o euros, cotizadas al cambio
oficial; el diferencial cambiario arrojaba en cada transacción ganancias de
hasta diez veces el capital invertido, de las que se pagaban las mordidas
respectivas para las autoridades del holding estatal y de los intermediarios que
concibieron y gestionaron fórmulas para incorporar esos fondos al torrente del
sistema bancario. Según la investigación, hasta 1.200 millones de dólares se
legitimaron por esa vía.

En
medio de esa trama aparece el apartamento 2205 de la Torre Porsche Design,
hoy
objeto de confiscación junto a otras 16 propiedades
de lujo en el Sur de Florida.
De
acuerdo a la declaración escrita del agente especial George F. Fernández a
nombre de la HSI, en mayo de 2016 Carmelo Urdaneta Aquí, a quien el testimonio
identifica como asesor jurídico del ministro de Energía y Minas de Venezuela,
estaba negociando la compra de esa unidad residencial. Para cerrar el negocio,
apuraba al gestor José Vicente Chente Amparan Croquer, otro
venezolano que, haciéndose pasar por un inversionista en bienes raíces y a
través de contratos para la compra ficticia de papeles financieros, puso a
funcionar la estructura que permitió lavar los fondos. Amparan conseguiría la
plata para completar la compra. Pero en el interín, Urdaneta accedió a ceder el
apartamento a Amparan Croquer como parte del pago por sus servicios de gestión
financiera. Fue así como el apartamento 2205 de la Torre Porsche Design, de casi
300 metros cuadrados y un precio de 5,3 millones de dólares, terminó en poder de
la empresa Paladium Real Estate Group LLC, cuya directora es Carolina Croquer de
González, pariente de Amparan.
Bling ring
El
episodio puso de relieve que la Torre Porsche Design, con sus excesos, no es
lugar para inquilinos normales. De hecho, es para gente rica, muy rica, amante
del lujo más elocuente, pero que a la vez exige la discreción necesaria para
disfrutarlo.
Los
propios promotores del complejo residencial tienen un perfil controvertido.
Padre e hijo, Michael y Gil Dezer –Dezertov es el apellido original que el
patriarca trajo de Israel, donde nació– lideran 18555 Developers Inc, la empresa
de ventas de la torre. La prensa de Florida los
llama superdevelopers. Sus emprendimientos nunca son modestos. Por
años, Michael Dezer fue socio del hoy presidente, Donald Trump. Gil ha
reconocido que Trump es el modelo sobre el cual ha construido su propio estilo
de negocios. Muy cerca de la Torre Porsche Design, en Sunny Island –esa sección
de la costa atlántica entre Miami Beach y la ciudad de Aventura predilecta de la
comunidad judía y los oligarcas rusos, donde muchas marquesinas de los comercios
están en cirílico–, ambos habían desarrollado el proyecto de la Trump Tower III,
otro condominio de lujo. Con todo, los Dezer no se fían de Trump. Según comprobó
el reportero Jerry Ianelli del Miami
New Times Michael
Dezer aseguró durante una declaración ante los investigadores de un caso de
corrupción en 2016, que había aprendido a nunca hablar de “cosas personales” con
Trump, pues siempre temía que le pidiera
dinero.
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Durante
una entrevista reciente con Pablo de Llano, corresponsal en Miami del
diario El
País de Madrid, Gil
Dezer trató de perfilar, sin filtrar muchos datos, quiénes eran los residentes
de su exclusivo proyecto: “Grandes ejecutivos, famosos, algún
cantante que escuchas todo el rato en la radio. Hay un tipo que es presidente de
una bebida que tomas a menudo, un magnate del videopóker o un individuo que
tenía una fábrica de Nike en Argentina, la vendió a la compañía y se retiró”, en
aparente referencia, esto último, a Juan Pablo Verdiquio, propietario del
apartamento 1205 y quien en Argentina manejaba la fábrica de calzados deportivos
Extreme Gear. Otro magnate, el mexicano Carlos Peralta Quintero, fundador del
grupo Iusa, tiene una residencia en el complejo.
En
la enumeración, propia de un volante de ventas, hay ausencias notables. En
cualquier caso, se comprende por qué Dezer incurrió en ellas. Entre los
propietarios también están Andrea
Romanello, la hija de un presunto capo de la mafia de Nueva
York; el
fundador en Brasil de la telegénica Iglesia Universal del Reino de Dios, Edir
Macedo, El Obispo; Germán
Rosete, el misterioso novio mexicano de una ex Miss Universo puertorriqueña; o
René Gioia, un abogado brasileño señalado en 1997 como parte de un caso de
lavado de dinero.
La mayoría de las unidades son propiedad de personas jurídicas, muchas de ellas amparadas bajo el título de Limited Liability Companies (LLC), una categoría que los extranjeros suelen preferir para incorporar sus empresas con accionistas extranjeros no contribuyentes. Ciertamente, frente a la fracción mayoritaria de inversionistas extranjeros, los propietarios estadounidenses en la Torre Porsche Design quedan en franca minoría.
De
los 132 apartamentos listados en el registro en línea del Tasador de Propiedades
de Miami-Dade, al menos doce son reconocibles como propiedad de clientes
venezolanos (al menos, porque varias unidades son controladas por estructuras
offshore que remiten a jurisdicciones como Saint Kitts-Nevis, Chipre, Islas
Vírgenes Británicas o Delaware, cuyos beneficiarios no pudieron ser
identificados para esta entrega).
Es
la segunda nacionalidad con mayor presencia entre los propietarios de este
condominio de lujo extremo, sólo después de los brasileños (19) y a la par de
los rusos (12). El hallazgo da para la sorpresa, habida cuenta de la aguda
crisis socioeconómica que atraviesa el país, que avienta todos los días a
cientos o miles de refugiados al exterior.
Con
la nueva exposición que el caso Money Flight brindó a este
edificio de fábula, la pregunta sobre qué otros venezolanos poseen allí
apartamentos cobró actualidad. La infografía anexa da respuesta a
ella.
(Aclaratoria: Tener una propiedad en la Torre Porsche Design de Miami es un acto legítimo y de ninguna manera presume la comisión de alguna irregularidad por el propietario).
(Nota: el presente reportaje y la infografía que lo acompaña fueron elaborados a partir de informaciones públicas disponibles en la Oficina del Tasador de Propiedades de la Alcaldía de Miami-Dade, en la División de Corporaciones del Estado de Florida, y en medios de comunicación en línea).