La obra maestra de la corrupción de Odebrecht fue digna de una galería de arte
Más allá de los nombres de figuras políticas y funcionarios del Estado involucrados, la trama de corrupción desplegada por la constructora brasileña en Venezuela puso en circulación cantidades descomunales de dinero en pagos irregulares. En bancos suizos se ha detectado el tránsito de al menos 235 millones de dólares, en su mayoría de coimas vinculadas al proyecto hidroeléctrico Tocoma, que luego de nutrir las cuentas de intermediarios llegaron a destino. Por ahora las investigaciones determinan que la capilaridad por la que fluyeron los fondos conducía a mercaderes de arte, patriarcas de dinastías de la ingeniería civil y hasta gerentes deportivos.
A
la Galería Freites, en Caracas, también llegaron pagos de la
llamada caja dos de Odebrecht. Tuvo que ser para comprar piezas
de arte. Es la única explicación que admite Alejandro Freites, el
propietario del prestigioso local en Las Mercedes -un barrio de bohemia y
grandes marcas en el sureste de la capital venezolana-, cuando se le pide
repasar las transferencias de fondos registradas en Suiza y por las que la
fiscalía de ese país lo incluye en el elenco del ya célebre escándalo de Lava
Jato.
“Yo
no tengo nada que ver con Odebrecht”, advierte por si acaso. “Nunca supe que esa
persona tenía relación con Odebrecht, si lo hubiera sabido les hubiera dicho que
me financiaran un libro de obras de arte como le financiaron a otra
galería”.
Más
allá de la salida humorística, Freites reconoce las transferencias. Pero asegura
que se trataba de la forma de pago que empleó uno de sus clientes: el abogado
venezolano Héctor Dáger,
el mismo comisionista que primero fue señalado en Brasil como un
intermediario del gobierno venezolano y del que ahora se sabe que llegó a
compartir cuentas bancarias con el director superintendente de Odebrecht en
Venezuela, Euzenando Azevedo, quien en diciembre de 2016 lo delató en las
interpelaciones del caso Lava Jato.
En
total, Dáger aparece vinculado al flujo de 235 millones de dólares que la
Fiscalía suiza atribuye a la trama de Odebrecht en Venezuela.
Las
alarmas se encendieron cuando le encontraron en
cuentas bancarias de ese país unos 49 millones que había recibido de
Innovation
Research Engineering and Development y algunas otras de las fachadas ya
conocidas del gigante de la construcción brasileña para hacer circular sus pagos
irregulares.
Pero,
luego de ese hallazgo inicial, las autoridades suizas repararon en un caudal aún
más grueso, que había desembocado en las cuentas del mismo Dáger desde el
Consorcio OIV, una trinidad de empresas que, junto a Odebrecht la italiana
Impregilo
y la venezolana Vinccler, se constituyó en junio de 2005 para levantar en el
estado de Bolívar, en la Guayana venezolana, la
tantas veces prometida y todavía inconclusa represa hidroeléctrica de
Tocoma.
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“Además de los ingresos directa o indirectamente del grupo Odebrecht en cuentas atribuibles a Dáger, constan otros ingresos que podrían ser de interés”, advirtió la fiscal Dounia Rizzonico en un documento con fecha del 10 de noviembre de 2017, que envió desde Suiza a la Fiscalía General de la República de Venezuela con el código SV.17.0220-REZ. “Se registraron cerca de 180 millones USD entre 2010 y 2015, provenientes de una cuenta del Consorcio OIV-Tocoma en el banco Banesco, Panamá, con la referencia de ‘purchase material’ [materiales de compra]”.
La
Fiscalía suiza alcanzó a congelar casi 90 millones de dólares represados en
cuatro de las trece cuentas bancarias a nombre de empresas controladas por
Dáger: BMS Investment, Kenvest Corp, Ocean Business Ltd y Alquimia Holdings.
Pero el resto del dinero siguió de largo. Verbigracia, 1,3 millones que
terminaron en la sociedad M&L Art Corporation, cuyo receptor es el
venezolano Alejandro Freites, dueño de la Galería Freites. Interpelado al
respecto, el marchante asegura que la transacción no esconde mayor misterio que
la venta a Dáger de unas obras de arte cuyos detalles prefiere reservarse.
Además, se muestra sorprendido: nunca imaginó que en Suiza terminaran por
relacionarlo con uno de los mayores casos de corrupción que se han visto en toda
América latina.
Pero tampoco sospechó, dice, de otro millón de dólares que recibió ya no directamente de Dáger, uno de los clientes de su galería, sino de la ya mencionada empresa-fachada de Odebrecht, Innovation Research Engineering and Development, que entre 2012 y 2014 había remitido 14 millones a Dáger desde el Meinl Bank de Antigua, el banco que compró e hizo Odebrecht a su medida en la isla caribeña de Antigua.
Fueron
dos transacciones que abonaron a Freites en una empresa offshore, que compartía
con su esposa e hija en las Islas Vírgenes Británicas con el nombre de Maambe
Corporation, y desde la que sólo asegura haber vendido varias obras de arte que
envió a Miami Beach, Florida. No más que eso; en la entrevista prefiere guardar
los detalles por respeto a sus clientes.
Empeño suizo
La
Fiscalía General de Venezuela no se ha referido ni a este aspecto particular ni,
en general, al entramado de aportes y pagos irregulares construido por Odebrecht
y otras empresas brasileñas de ingeniería civil en Venezuela. Ahora que de
a cuentagotas empiezan a aparecer varias piezas del rompecabezas de Odebrecht en
Venezuela, en el despacho del fiscal oficialista, Tarek
William Saab, ignoran el caso mientras su archirrival, la fiscal rebelde, Luisa
Ortega Díaz, conseguía esta semana del llamado Tribunal Supremo en el exilio una
condena de 18 años de prisión contra el primer mandatario, Nicolás
Maduro. Saab
descartó hace un año abrir una investigación contra Maduro. "No vamos a trabajar
en función de especulaciones", resolvió en agosto de 2017 recién llegado a la
Fiscalía. Ahora ni siquiera menciona al caso. En su despacho quedaron en dar una
respuesta cuando esta semana se les formalizó una solicitud de información sobre
el caso de Odebrecht, respuesta que nunca llegó.
En
Suiza, donde yacen aún numerosas pistas sobre el tema, las autoridades de la
fiscalía continuaron con las diligencias investigativas. Allí guardan trazas
sobre una decena de contratistas y subcontratistas venezolanas, principalmente
relacionadas con la represa de Tocoma, que recibieron pagos de Odebrecht,
bien a través de Dáger o por los canales paralelos con empresas offshore
del Departamento de Operaciones Estructuradas, como llamó eufemísticamente
Odebrecht a su gerencia de pagos de sobornos. En
esa lista figura, entre otros, el nombre de Manuel José Salazar Bianchi, el
vicepresidente de la contratista del gobierno venezolano, Constructora
Servisaga, quien recibió 3 millones de dólares a cargo de la firma Yellow Sun
Group Corp. También
los venezolanos Alan Jesús Rodríguez González y Luis Ramón Serrano, cada uno con
más de seis millones de dólares que les abonó Dáger a nombre de las empresas
M.L. Intelligence y Gambrel Group, respectivamente. También 4,4 millones para
Energy Consultancy Ventures, cuyo dueño es el abogado Freddy Manuel Díaz,
secretario general del equipo de básquet Gigantes de Guayana y, en el pasado,
parte de la junta directiva de la Liga Profesional de
Baloncesto.
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Dáger,
por su parte, en ese tinglado de transferencias, recibió abonos del ex
presidente de la Cámara Venezolana de la Construcción entre 2002 y 2004, Juan
Francisco Clérico, quien ha sido la cabeza de la empresa Venezolana de
Inversiones y Construcciones Clérico, C.A, la tradicional empresa familiar
Vinccler, una de las más importantes en Venezuela en proyectos de
infraestructura. Vinccler acompañó a Odebrecht en la inconclusa hidroeléctrica
de Tocoma y participó también en proyectos de construcción de líneas del metro,
suscritos por el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin,
policía política), el general Gustavo González López, cuando era presidente del
Metro de Caracas y de Los Teques.
Destacan
de igual forma 2,2 millones de dólares que Odebrecht depositó en el Credit
Suisse a la empresa Rote Energie de Joan Manuel Fereira Rosillo, un contratista
en el estado de Zulia (extremo noroccidental de Venezuela), que ha trabajado
para la petrolera estatal Pdvsa y las alcaldías de Maracaibo y San Francisco.
Fereira, en cualquier caso, es mucho más recordado por haber sido parte de la
estafa millonaria que entre, 2003 y 2005, fue conocida en la región como La
Vuelta, por la que fue procesado.
Aunque
se buscó la versión de todos los involucrados, prefirieron optar por el bajo
perfil y declinar la oportunidad de publicar sus declaraciones. Varios, sin
embargo, reconocieron las transferencias desde las firmas vinculadas a la caja dos de Odebrecht, pero al mismo
tiempo insistieron en que tenían contratos, facturas y todo en regla para
justificar los pagos detectados en Suiza.