El banquero alemán de la Operación ‘Money Flight’ hizo gestiones para unos comerciantes árabes de Margarita

En la histórica filtración de los Panama Papers aparece como un celaje el nombre de Matthias Krull, arrestado la semana pasada en Florida en relación con la red de lavado de dinero de la petrolera estatal Pdvsa que investigan las autoridades federales. Aunque alemán de nacimiento y residente en Panamá, Krull, casado con una venezolana, se hizo uno más entre la comunidad de nuevos empresarios criollos y aprovechaba esas conexiones para reclutar clientes acaudalados para el banco suizo Julius Baer. Era una dedicación de larga data. En los archivos de Mossack Fonseca figura en la gestión en 2009 de una cuenta para los dueños originales del Banco Confederado.
Matthias
Krull advirtió a su interlocutor que esta vez tenía que hablar de manera
“cándida y directa”.
El
interlocutor al otro lado de la línea telefónica era la anónima CS (Confidential
Source, o “fuente confidencial” en inglés) cuya activa presencia protagoniza el
relato de la Criminal Complaint (“denuncia criminal”) introducida el reciente 23
de julio ante la Corte Penal del Distrito Sur de la Florida por la oficina del
Fiscal General de Estados Unidos. En esa narración, el agente especial George F.
Fernández, de la Homeland Security Investigations (HSI), enumera las evidencias
recogidas durante dos años por la Operación Flight Money de esa dependencia, en
la que se expuso una sofisticada trama de lavado de dinero procedente de las
arcas de la estatal petrolera venezolana,
Pdvsa.
La
operación detectivesca tuvo origen en la delación que la CS hizo ante las
autoridades estadounidenses en 2016, admitiendo que había sido reclutada por
operadores financieros de la llamada boliburguesía -la clase empresarial que ha
hecho fortunas con la autodenominada Revolución Bolivariana de Hugo Chávez y
Nicolás Maduro- para legitimar 78 millones de dólares de una transacción
cambiaria irregular entre Pdvsa y un particular, la empresa Rator XXX, que al
final sumaría 1.200 millones de dólares, y de la que además se debían pagar
sobornos para los ejecutivos de la petrolera que participaron en el negocio. La
CS accedió a colaborar desde ese momento con las agencias policiales para
rastrear todo el esquema. Como infiltrado, grabó conversaciones; hasta fingió
comprar un avión en Brasil., pero pagadero en España, para “marcar” los
circuitos bancarios por donde circulaban los flujos de dinero de la
banda. La
llamada de Matthias Krull se producía en enero de 2017. Una de las tantas entre
la CS y Krull que los agentes norteamericanos grabarían, en esta en particular
el banquero alemán, representante entonces del banco suizo Julius Baer, se
disponía a introducir una nueva posibilidad de negocios. Un funcionario del
Estado venezolano, identificado en el documento como Venezuelan Official 3
necesitaba un mecanismo efectivo para recibir los pagos de coimas que le
enviaría una empresa de abogados que había representado a la República de
Venezuela en litigios de arbitraje
internacional.
chevron_leftDesliza la imagen para ver máschevron_right
zoom_inHaz click sobre cada imagen para ampliar
“Uh,
estoy sentado aquí con… Con… Con el [hermano del Venezuelan Official 3]”, dijo
el alemán, como tartamudeando, algo dubitativo quizás ante la novedad de tener
que llamar las cosas por su nombre al teléfono, siempre de acuerdo a la
transcripción en inglés hecha por los agentes del HSI. “Y… Y… Y… Bueno, ellos…
Ellos… Ellos se han ganado en los últimos años un pago que van a recibir y que
es de cinco… ¿De acuerdo? Y… Y…. bueno, hemos hablado de las opciones que ellos
podrían tener, ¿correcto? Y, bueno, no sé si… Si… Si tú tienes algo en lo que se
pudiera pensar, sobre cómo puede ser eso, o cómo se pueden estructurar las
cosas, ¿correcto?”.
En
la trama de legitimación de capitales de este caso, Krull aparece como un actor
secundario. Se acerca a CS para que le ayude a conseguir una manera de lavar
600.000 dólares que un cliente ha obtenido de manera irregular. De hecho, buena
parte de la madeja de lavado de dinero, en este o cualquier caso, trata de ello:
cómo esquivar los mecanismos de control y verificación que la banca
internacional se ha visto a implantar, en especial después de los ataques del 11
de septiembre de 2001. CS ya había conseguido una manera, a través del corredor
de valores colombiano Gustavo Hernández Frieri, para superar el escrutinio de
los supervisores bancarios: inversiones falsas en operaciones con papeles
financieros y, en ocasiones, la propia complicidad del
banco.
Pero
con el tiempo Krull se reveló como una pieza más importante de lo que parecía.
Los 600.000 dólares que inicialmente buscaba lavar eran de un cliente denominado
en la denuncia como Conspirator 7 (“Conspirador 7”) y como “una de las mayores
fortunas del chavismo”. Según The Miami
Herald , el Conspirador 7 sería Raúl Gorrín, empresario venezolano que hoy
detenta la mayoría accionaria del canal 24 horas de noticias
Globovisión.
El
mismo banquero alemán mostró más tarde a CS otra de sus mejores cartas. Tenía
por cliente al Conspirator 8 (“Conspirador 8”). Este, que también buscaba formas
efectivas para lavar dinero, servía de testaferro a un colectivo al que Krull se
refería como “los chamos” o, en la coda policial de la denuncia, “los hijastros
del Venezuelan Official 2” (“funcionario venezolano 2”). De nuevo según la
versión de The Miami Herald, se trataría de los hijos del primer matrimonio de
Cilia Flores, primera dama de la República, esposa formal del presidente Nicolás
Maduro desde 2013.
Matthias Krull viene sonando desde hace
tiempo en los mentideros políticos y de negocios como el gestor ante la banca
internacional de algunas de las mayores fortunas construidas bajo el chavismo.
Aunque alemán de origen y con residencia en Panamá, sus negocios se han
desarrollado en el mercado venezolano, primero y por mucho tiempo desde el banco
suizo Julius Bär, del que salió recientemente, en junio pasado, para
incorporarse al staff de otro banco suizo pero de menor calado, Gonet &
Cie.
Krull,
que fue arrestado por las autoridades en Miami, está casado con una diseñadora
gráfica venezolana, Tatiana Seara Parra, hermana de la actriz Sabrina Seara. En
una rara aparición en los medios, Krull se dejó ver en 2015 durante la
inauguración del primer local en la Ciudad de Panamá de Cool de Sac, una
franquicia estadounidense de comida casual que en el istmo representa su esposa,
Tatiana, por medio de la empresa CDS Obarrio.
Krull
también es socio de su pareja en la compañía PB Real Estate S.A., propietaria de
un centro comercial en la ciudad de David, al oeste del país. De acuerdo al
sitio Panadata.net, hasta julio pasado aparecía en otras tres sociedades
panameñas, incluyendo Julius Baer Investments (Panama) S.A., de la que fue
vicepresidente.
chevron_leftDesliza la imagen para ver máschevron_right
zoom_inHaz click sobre cada imagen para ampliar
Con
una presencia tan amplia en el mundo de las finanzas en Panamá, parecía probable
que las gestiones de Krull se hubieran cruzado con Mossack Fonseca, uno de los
dos mayores bufetes de Panamá y entre los mayores proveedores de servicios
offshore en todo el mundo, hasta su reciente cierre en marzo de 2018, como
consecuencia del escándalo de los llamados Panama Papers, publicados en abril de
2016.
Precisamente
en esa filtración, originalmente recibida por el diario Süddeutsche
Zeitung de Munich y coordinada como proyecto periodístico de
investigación por el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos
(ICIJ, por sus siglas en inglés), aparece una comunicación en la que Matthias
Krull intercede por uno de sus clientes venezolanos.
La familia es lo primero
Se
trata de la familia Saleh. Su patriarca, Hassan Saleh Saleh, de origen libanés,
falleció en 2017. Saleh obtuvo en la Isla de Margarita (estado de Nueva Esparta,
en el mar Caribe de Venezuela) una bien reconocida reputación de líder de la
poderosa comunidad de comerciantes árabes en esa entidad insular, puerto libre y
destino turístico por excelencia.
En
1994, durante la segunda presidencia de Rafael Caldera, Saleh constituyó un
banco en Margarita que pronto reunió gran parte de los capitales árabes en la
isla: el Banco Confederado. Mantuvo la pequeña operación regional hasta 2004,
cuando la vendió por 19 millones de dólares a un grupo de inversionistas
encabezado por Juan Carlos Maldonado, integrante del grupo familiar que por
décadas había controlado Seguros La Previsora. En 2009 el banco, como la
aseguradora, pasó a manos del empresario Pedro Torres Ciliberto. Pero casi
enseguida, durante la minicrisis financiera de finales de ese año, el Banco
Confederado y otros tres bancos privados de magnitud mediana fueron intervenidos
y amalgamados en una nueva entidad del Estado, el Banco
Bicentenario.
Un
reportaje de The Washington Post en abril de 2002 mencionaba al Banco
Confederado en conexión a las sospechas permanentes de que Margarita sirve como
fuente de financiamiento para grupos terroristas del Medio Riente, como el
libanés Hezbollah. En la nota su autor, Scott Wilson, citaba fuentes de la
policía política venezolana (Disip; ahora Sebin) que aseguraban que mantenían
vigilancia sobre las operaciones de transferencias de dinero desde el Banco
Confederado, entonces todavía bajo control de los Saleh, a destinatarios en
Siria y Líbano. Sin embargo, aclaraban las mismas fuentes, las 30 cuentas
bancarias monitoreadas no mostraban movimientos mayores a los que correspondería
a remesas familiares.

Banco confederado. Fuente: www.venepress.com
En
2007, tres años después de la venta oficial del Banco Confederado, los Saleh
acudirán a Mossack Fonseca en Panamá para ordenar se registre la primera de
cinco empresas del grupo familiar en las Islas Vírgenes Británicas, un
reconocido paraíso fiscal. Su nombre es Active Plus Finance Corp, con un capital
de 50.000 acciones a un dólar cada una, y sede en Road Town, en la isla de
Tortola. Su junta directiva quedaría a la larga conformada por el patriarca,
Hassen Saleh, dos de sus hijos, Ibrahim y Youssef Abass, y Youssef Ahmad
Shmayssani, quien fue directivo del Banco Confederado.
El banquero Matthias
Krull escribió en 2009 un correo electrónico al bufete Mossack Fonseca en Panamá
para pedirle que, con urgencia, obtuviera en las Islas Vírgenes Británicas
copias apostilladas de los documentos constitutivos de Active Plus Finance Corp
-la compañía de los Saleh- y los remitiera a los cuarteles generales del banco
Julius Baer en la dirección: Rue Pierre Fatio 7, 1212 Ginebra,
Suiza.
Pocos días después, el bufete confirmaba el envío.
Además de Active
Plus Finance Corp, los Saleh abrirían a través de Mossack Fonseca otras cuatro
sociedades: La Nobleza Corp, La Fortaleza Corp, Promociones Globales SA y
PC-Planet SA. Esta última es homónima de otra conformada en Venezuela y que
aparece en el Registro Nacional de Contratistas (RNC) como proveedor del Estado.
El mismo nombre lo lleva una tienda de electrónicos en el Centro Comercial La
Vela de Porlamar, principal ciudad comercial de Margarita.
Este
rastro fugaz de Matthias Krull en los archivos de Mossack Fonseca da fe de su
entrada entre las nuevas fortunas venezolanas y el tipo de diligencias que
adelantaba para ellas.