Apuestas: ¿Juego sucio en Sudáfrica?

Los arregladores de partidos ofrecen dinero en efectivo a equipos buenos, que no tienen chance de ganar el Mundial de Fútbol. La explotación de jugadores y la falta de pago, principalmente en África, ha motivado esta situación. Esta situación es presentada por el periodista de investigación canadiense, Declan Hill, autor del libro “Juego Sucio: fútbol y crimen organizado”.
Nada
asegura que vaya a haber juegos arreglados en esta Copa del Mundo en Sudáfrica,
pero lo que sí está garantizado es que en el torneo los arregladores de juegos
estarán presentes.
Hay
una pandilla de arregladores de juegos asiáticos que se ha hecho presente en
todos los niveles de torneos internacionales de fútbol a lo largo de los últimos
20 años: desde la Copa Mundial sub 17, al Torneo Olímpico y hasta la propia Copa
Mundial de la Federación Internacional de Fútbol (Fifa).
Esta
pandilla se ha acercado a muchos y diferentes equipos, jugadores y árbitros. El
presidente de la Asociación de Fútbol de Ghana, Kwesi Nyantakyi, es un caso
típico. “En cada competencia ellos están allí”, dice. “Ocurre todo el tiempo en
cada torneo mayor. Los apostadores no son africanos; son europeos, asiáticos,
así que tienen el dinero suficiente para apostar en estas cosas. Incluso en la
Copa Mundial sub 17 que ganamos en 1991, había apostadores alrededor, ofreciendo
un montón de dinero para que perdiéramos
juegos”.
Puede
que el fanático promedio del fútbol quede atónito frente a las palabras de
Nyantaki, dado que la cobertura que la mayoría de los periodistas hacen sobre la
Copa Mundial corresponde a poco más que esas notas periodísticas sobre los
“coloridos fanáticos” alrededor de los estadios, melodramas sobre la moral de
los equipos, y toneladas de artículos enceguecedores sobre los napoleónicos
Directores Técnicos y sus astutas escogencias tácticas.
Lo
que esos periodistas no dirán de algunos equipos es cuánto dinero recibirán, si
acaso se les paga, por aparecer en la Copa Mundial de este año.
Suena
como algo extraordinario, pero en realidad hay muchos ejemplos de ello. El 21 de
mayo, mientras la prensa deportiva mundial seguía concentrada en la venidera
final de la Champions League, y escribía los artículos usuales acerca de si el
recién firmado Director Técnico del Real Madrid, José Mourinho, es arrogante o
un genio o simplemente un genio arrogante, siete hombres ofrecieron una rueda de
prensa en Puerto España, Trinidad y Tobago. Fuera de su país, casi nadie les
prestó atención, lo que resulta raro, considerando que cuatro años antes todo el
mundo estaba pendiente de ellos.
Eran
miembros de la selección de Trinidad y Tobago que asistió a la Copa Mundial 2006
en Alemania. Y cuatro años más tarde, estos atletas que consiguieron el logro
extraordinario de llevar a su nación (con una población menor a la de la ciudad
de Toronto, en Canadá) a un Mundial de Fútbol, no han recibido todavía los bonos
que les debía pagar la Asociación de Fútbol de Trinidad y Tobago.
Si
este fuera el único caso de conflictos salariales entre una selección nacional y
su asociación, se le podría despachar como una aberración. Pero hay muchos otros
casos, que en su mayoría no han sido reportados.
Honduras
es otro equipo que obtuvo la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010 para un
país con una población menor a la de Ontario, en Canadá. Muchos de sus jugadores
actúan en la Liga de Fútbol local, donde perciben salarios de unos cuantos
cientos de dólares a la semana. Sin embargo, a siete meses de la clasificación
con la que encendieron el fervor patriótico en su país, no les han pagado.
Sudáfrica
misma gastó millones en levantar estadios, mejorar su infraestructura y promover
la Copa del Mundo. Adivinen en qué no los gastó: en pagar a sus jugadores. Los
futbolistas sudafricanos acumulan una larga historia de huelgas para enfrentar
la desconfianza que sienten hacia las autoridades de la Federación. Aún así, su
pago está siendo tratado otra vez como un asunto secundario. Igual ocurrió con
los jugadores de Togo durante la anterior Copa del Mundo. Hicieron huelga en
medio del campeonato, rehusándose a jugar su último compromiso hasta que se les
pagara el salario prometido.
De
hecho, buena parte del fútbol africano está empantanado en la corrupción y la
explotación de jugadores. El gran guardametas Joseph Antoine Bell, cuya
selección de Camerún también debió declararse en huelga en medio de una Copa del
Mundo, dijo: “En el fútbol francés puedes esperar que desaparezca 10 por ciento
de tu dinero, pero en África desaparece 90 por ciento”. Él no es el único.
Docenas de grandes futbolistas africanos hoy viven abandonados en difíciles
circunstancias.
La
explotación de los jugadores es el factor clave para el negocio de juegos
arreglados en los torneos internacionales de fútbol. Los jugadores de los
equipos buenos –no de los mejores- saben que no van a ganar el campeonato. Saben
que con frecuencia sus asociaciones nacionales no les van a pagar lo que deben.
Saben también que la prensa deportiva no va a reportar el tema. Y, por ironía,
saben que los arregladores de juegos son relativamente honestos. Esos
arregladores acuden a los futbolistas, con bolsas de dinero en efectivo en sus
manos, y les dicen: “Haz negocios con nosotros. Juega tus dos primeros partidos
de manera honesta, pero cuando te canses, déjanos saber. A partir de entonces tu
mayor problema será saber cómo gastar tanto dinero”.
Una
solución simple sería que Fifa pagase directamente a los jugadores. Habría una
paga predeterminada por partido y bonos también establecidos por cada juego
ganado, por cada fase clasificatoria alcanzada, incluso, por cada gol anotado.
El dinero sería depositado por Fifa en las cuentas de los jugadores. Los montos
se harían conocer al público. De esta manera, todos los jugadores sabrían con
antelación y exactitud que recibirán un pago y el monto correspondiente.
Adicionalmente,
Fifa no ha establecido una unidad de integridad conformada por expolicías y
expertos en juego ilícito. Se trata de una práctica estándar en el deporte
norteamericano, que han adoptado cada vez más deportes, como la Asociación de
Profesionales del Tenis (ATP) en el tenis o el cricket organizado. Dos años
atrás, el presidente de la Unión Europea de Federaciones de Fútbol (Uefa),
Michel Platini, dio luz verde a una unidad de este tipo en el fútbol europeo.
Esta unidad fue útil para descubrir una amplia red de arregladores de juegos en
nueve países europeos.
Mientras
no se den estos pasos tan sencillos, las mafias de arregladores de juegos
seguirán operando. Seguirán abordando a jugadores y árbitros y pudieran
conseguir, desafortunadamente, a unos pocos que les presten oídos a sus
propuestas para arreglar partidos de la Copa
Mundial.