El cuatro venezolano made in China

El Gobierno de Nicolás Maduro le entregó a China la fabricación a gran escala del cuatro venezolano. Ha privado más la política de masificar el instrumento, con el propósito de sumarlo al archiconocido Sistema Nacional del Orquestas Infantiles y Juveniles, creado por José Antonio Abreu, que la calidad que supone su artesanal armado. No es, como parece, solo una resignación cultural o una contradicción con el discurso nacionalista de los históricos camaradas de la autodenominada revolución bolivariana. Cada unidad fabricada en el Lejano Oriente es un negocio para los importadores y termina costando casi lo mismo que la guitarrilla fabricada en el país.
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Yo nací en esta ribera del arauca vibrador...
El
cuatro venezolano suena diferente. Exaltado con la calificación de “Patrimonio
Cultural de la Nación” por el gobierno del presidente Nicolás Maduro en 2013,
sufrió en paralelo el desprecio de las autoridades, que optaron por mandar a
construir en China esta guitarrilla de cuatro cuerdas para los niños del
proyecto Alma Llanera del Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e
Infantiles de Venezuela (Fesnojiv).
Durante
tres años ha sido un secreto a voces, pero aún hoy se reacciona con asombro y
algo de vergüenza en los pasillos del “sistema”, como popularmente se conoce al
proyecto que en 1975 fundó el maestro José Antonio Abreu, cuando se pregunta por
los cuatros fabricados en China. “Yo he visto pocos, los que tiene el núcleo
para los niños”, responde con temor un lutier en una de las 440 sedes del
Fesnojiv.
Las
cifras confirman, más bien, que son miles los cuatros importados desde China por
la Fundación Musical Simón Bolívar (Fundamusical), un ente creado en 2011 y
adscrito desde su nacimiento al Ministerio del Despacho de la Presidencia y
Gestión de Gobierno para regir al Fesnojiv.
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Fundamusical
utilizó 11,7 millones de dólares, provenientes del financiamiento al sistema de
orquestas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la
importación de 31.465 instrumentos musicales autóctonos como el cuatro, según
cifras del organismo multilateral. Hugo Chávez, quien con frecuencia
interpretaba canciones llaneras en sus maratónicas transmisiones televisivas,
dio un espaldarazo en 2012 al proyecto Alma Llanera al destinar poco más de 395
millones de bolívares para “consolidar” y lograr la “expansión en todo el
territorio nacional” del plan. Chávez, que nació en el estado Barinas, en los
llanos del centro occidente del país, quiso incluir en el modelo del maestro
Abreu la enseñanza de la música tradicional venezolana.
La
meta inicial apuntaba a la incorporación de 41.170 niños al proyecto. Pero los
cuatros, que comenzarían a repartirse entre los noveles músicos desde noviembre
de 2013, no llegaron de Carora, población del estado Lara conocida por su
tradición en la construcción del instrumento, sino de
China.
El año del cuatro… en China
El
año 2013 pudo ser el del cuatro venezolano, pero terminó siendo el del cuatro
chino. “Una vez más el Gobierno Bolivariano exalta el acervo cultural
venezolano, pues este martes 9 de abril el Cuatro fue declarado Patrimonio
Cultural de la nación”,
informó el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), adscrito al Ministerio de la
Cultura, en una nota de prensa fechada en abril de 2013, un mes después de la
muerte de Hugo Chávez.
Cuatro,
precisamente, fueron las razones que el organismo consideró para elevar a la
condición de símbolo cultural a este instrumento que hasta suele adornar las
paredes de algunos hogares y cuyo origen se remonta a la “guitarrilla
renacentista” traída por los españoles a Venezuela en el siglo XVI: Que el
cuatro es un instrumento que se “ejecuta casi en la totalidad de los géneros
musicales folclóricos venezolanos”; que al cuatro la “población venezolana le ha
conferido de manera sentimental el rango de instrumento nacional”; que el cuatro
“provee y otorga identidad venezolana a la diversidad de géneros y
manifestaciones musicales”; y que el cuatro, a diferencia de otros instrumentos
venezolanos, es el que “más cuenta con diseños, manuales, métodos y guías”. De
nada sirvió aquella justificación para que, casi en simultáneo, un organismo
gubernamental ordenara fabricar e importar el cuatro desde China.
Tampoco
lo evitó el asombro que en noviembre de 2013 mostraron dos altos funcionarios
del gobierno de Nicolás Maduro cuando, en medio de la ola de fiscalizaciones al
comercio privado, bautizada como el “Dakazo”, se toparon con la venta de cuatros
chinos en la cadena de tiendas de instrumentos musicales Allegro. “Nos
encontramos con un cuatro importado de China, cuyo valor en origen es de 12
dólares (…) Aunque esté hecho fuera del país sigue siendo simbólicamente
nuestro”, advirtió ante las cámaras de televisión y tras detenerse en los
márgenes de “especulación”, el entonces ministro de la Cultura Fidel
Barbarito.
La
indignación del funcionario no quedó allí. “Es una usurpación, una expoliación
no solamente de los derechos económicos de nuestro pueblo, sino además de los
derechos culturales de nuestro pueblo”, prosiguió Barbarito, mientras destacaba
la “capacidad productiva de desarrollo” que tenían los lutieres venezolanos, así
como el conocimiento que ha pasado de “generación en generación” en familias
dedicadas a ese instrumento musical “que precisamente la revolución bolivariana
lo ha declarado patrimonio cultural de la nación”. “Son cosas que a uno lo
conmueven, por la insensibilidad, la tragedia que significa para tantas familias
dejar de producir el bien con el que han vivido y han levantado a sus hijos y
han levantado a sus familias, y hay pueblos enteros en la Venezuela bolivariana,
en la Venezuela de Chávez que se dedican a la construcción de este instrumento”,
sentenció.
El
entonces Vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, se sumó a la queja ante
el hallazgo del cuatro made in China. “Que esto nos sirva para
nosotros desde el Gobierno, desde el Estado (…) Que se despliegue un proceso
productivo por todo el país para construir nuestros instrumentos y los
instrumentos también que no son autóctonos de Venezuela para nuestra orquesta de
música clásica. Tenemos que ir hacia allá, estas son lecciones que nos va dando
la realidad”.
Pero
la realidad y el negocio se impusieron. La alarma de Barbarito y Arreaza sonaba
tarde. Ya miles de instrumentos de cuerda autóctonos como el cuatro o la
mandolina venían en barcos desde China para Venezuela, comprados por
Fundamusical.
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Negocio en cuatro cuerdas
Los
detalles del negocio entre Fundamusical y varias empresas se conocen gracias a
una auditoría de la firma Deloitte, en el que figura el “estado combinado de
gastos”. En el correspondiente a 2014 se aprecia que de los 11,7 millones de
dólares destinados para la compra de los 31.465 instrumentos para el proyecto
Alma Llanera, casi 3 millones de dólares se utilizaron en la adquisición de
alrededor de 17 mil cuatros chinos.
“Querían
los cuatros para el mes siguiente y aquí nadie tiene esa capacidad. La primera
tanda eran 12 mil cuatros”, recuerda un empresario que participó en el proceso
de licitación. La fuente agrega que los chinos, que no tenían idea de cómo se
elaboraba el instrumento, fueron instruidos por Fundamusical para llevar a cabo
el encargo del gobierno bolivariano.
Taixing
Feng Ling Violin Manufacture fue una de las empresas beneficiadas. Fundamusical
le adjudicó un contrato de poco más de 2.060.800 dólares, según consta en la web
del PNUD Venezuela. El informe de los auditores comprueba que casi la totalidad
se destinó a la compra de 11.688 cuatros –de distintos modelos- valorados en
1.966.960 dólares, por lo que cada guitarrilla le costó a Venezuela 168,2
dólares, más del doble del precio por unidad que había escandalizado al ministro
Barbarito en 2013. Los instrumentos se adquirieron entre el 9 de junio y el 17
de octubre de 2014.
Esa
no fue la única compañía que despachó cuatros para Fundamusical. Otros cinco mil
llegaron con el sello de Ideal Music Corp, una empresa inscrita en Panamá en
2007 y relacionada con la venezolana Ideal Music Venezuela C.A, registrada en
Caracas en 1999. En ambas compañías aparecen como propietarios o directores
Reinaldo José Vivas, Sara Pineda de Vivas, Luis Edgardo Vivas Díaz y Reinaldo
Andrés Vivas Pineda.
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Las
cifras del PNUD Venezuela muestran que a Ideal Music Corp se le adjudicó un
contrato por 1.048.790 dólares. De ese total, 799 mil dólares corresponden al
pago de los cinco mil cuatros -adquiridos el 20 de noviembre de 2012-, lo que
supone un promedio de 159,8 dólares por unidad. Aunque se trata de una empresa
domiciliada en Panamá, la compañía ordenó a fábricas chinas la construcción de
los instrumentos que luego comercializaría con la marca Ideal Music. “Les piden
a las fábricas, se les indica cómo lo van a hacer y les colocan su marca”,
explica una fuente ligada a la industria musical. El informe de los auditores
muestra que Ideal Music Corp también vendió a Fundamusical timbales, bongos y
mandolinas.
Del Registro
Nacional de Contratistas (RNC) se
infiere que esa no fue la primera vez que el grupo se beneficia con algún
contrato. En 2010 la venezolana Ideal Music Venezuela C.A cerró negocios con el
propio sistema de orquestas, la Vicepresidencia de la República y la “Fundación
para el Estado de las orquestas juveniles de Venezuela”, entre otros organismos,
para el suministro de xilófonos, cellos, violines y contrabajos, entre otros
equipos. La compañía no respondió a las solicitudes de entrevista para este
reportaje.
Ossia
Music Corp, otra empresa registrada en el istmo, fue la encargada de suministrar
a Fundamusical “tambores pequeños”, mandolinas, mandolas, guitarras, congas y
claves por un valor de 2.657.393 dólares. Al igual que Ideal Music Corp, Ossia
Music tiene una filial en Venezuela, creada en 2011 pero inhabilitada para
contratar con el Estado, de acuerdo con el RNC. El resto de la dotación fue
adjudicada entre Yamaha Music Latin America, Buffet Crampon, Schagerl y la
empresa Eastman String.
Un
“memorándum de observaciones y recomendaciones” redactado por los auditores al
plan del PNUD Venezuela con Fundamusical, tras evaluar el ejercicio fiscal de
2013, revela algunas irregularidades administrativas. “Se debe hacer una mejor
gestión o control financiero-presupuestario, ya que se evidencia que se hicieron
compras no planificadas utilizando el presupuesto en el caso del componente Alma
Llanera, adquiriéndose 20.000 equipos más de los planificados”, se lee en el
informe.
Fuentes
consultadas sostienen que el precio promedio de 168,2 dólares por los cuatros de
Feng Ling, así como el de 159,8 dólares para los de Ideal Music Corp son
elevados. Fundamusical tampoco atendió la petición de entrevista para este
reportaje.
En
el portal AliBaba.com el
cuatro fabricado en China se cotiza por debajo de esos precios, mientras que los
hechos a mano por lutieres venezolanos oscilan entre los 130 y 190 dólares. En
tiendas de música de Caracas, los cuatros venezolanos oscilan entre 20 mil y 600
mil bolívares.
“En
Venezuela se pueden conseguir instrumentos de mucha calidad. Me parece curioso
que una empresa en Venezuela con buena voluntad esté comprando instrumentos en
China”, opina Adriann Moya, director ejecutivo del portal tucuatro.com, dedicado
a la promoción del instrumento, así como de los lutieres
venezolanos.
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Suenan las críticas
Algunos
fabricantes también han cuestionado la importación de Fundamusical. Cuando los
acordes del cuatro chino comenzaron a escucharse hubo, incluso, una condena
pública al negocio. “Denunciamos la irracional compra en el exterior de
instrumentos musicales considerados actualmente como parte de nuestro
patrimonio, contraviniendo las políticas públicas de protección a la producción
artesanal, en detrimento de las economías familiares y locales que se generan en
torno a este oficio de tradición. Nos doblan, nos quiebran, nos irrespetan con
acciones que van en contra de la soberanía nacional”, se quejaron los artesanos
en una declaración luego un congreso realizado en agosto de 2013 en Tunapuy, en
la península de Paria, estado Sucre (oriente de
Venezuela).
Alexander
Paredes, lutier venezolano e integrante de la Red de Constructores de Sonido,
auspiciada por el Ministerio de la Cultura, también lanzó una crítica en 2013.
“He visto como tres o cuatros, se parecen mucho a los venezolanos, pero no
suenan a venezolano”, declaró al oficialista diario Correo Del
Orinoco.
Tres
años después Paredes mantiene esa opinión. “Han estado mejorando, pero yo creo
que eso hay que detenerlo. No suena venezolano, puede ser una cuestión de
costumbre del oído”, comenta. Aunque considera que el proceso de importación del
cuatro “no se puede prohibir, ni detener” y que “China está apoyando al país”,
advierte que el Gobierno debe “atender al sector artesanal porque si no va a
desaparecer”.
Otros
lutieres confirman la advertencia. Imposibilidad para comprar maderas
importadas, cuerdas, clavijas o lacas por la distorsión cambiaria que reina en
Venezuela, escasez de maderas nacionales como el cedro, la caoba o el roble,
algunas de ellas sólo disponibles a través del mercado ilegal o contrabando, son
apenas algunos de los obstáculos que enfrentan. “Trabajamos con las uñas, es muy
difícil conseguir la materia prima”, reconoce Edgar Ramírez Roa, lutier del
estado Táchira, reconocido por varios músicos
profesionales.
Ramírez
Roa está consciente de que en Venezuela no hay infraestructura para construir
rápidamente miles de cuatro como puede demandar el sistema de orquestas, pero
sospecha que la importación masiva del cuatro es consecuencia del “apuro por
masificar las cosas sin pensar en la calidad”.
Cosme
López, otro reconocido lutier venezolano, coindice con Ramírez Roa en cuanto a
las trabas que hay para desarrollar su oficio. “Si el Estado hubiese recurrido a
mí, yo no hubiese podido responder a esa demanda, pero hay gente que sí está en
capacidad”, apunta a propósito de las compras a empresas
chinas.
“El
Estado no termina de apoyar al sector, no hay un ente que le presente al
presidente cómo debe ser”, insiste Paredes. El presidente Maduro anunció en 2014
que en Venezuela se instalaría una fábrica de instrumentos musicales para
atender la demanda del sistema de orquestas con el apoyo de China. “Es una
exigencia que tenemos, combinar la calidad y paciencia con que los artesanos
fabrican los cuatros, guitarras, tambores y maracas con las que nutrieron
nuestra cultura (…) Los recursos ya están aprobadas. Se hará una empresa
nacional con capital venezolano-chino”, expresó el mandatario en octubre de hace
dos años.
El
año pasado Maduro repitió la idea mientras entregaba instrumentos musicales a
niños del estado Vargas. “Estamos montando la fábrica de instrumentos aquí, para
que tengamos una fábrica de instrumentos, lo más avanzado posible”, dijo.
Exhortó, además, a los artesanos para que participaran en el proyecto. “Yo creo
que podríamos hacer como una feria central de artesanos, convocarlos a una fecha
pronto, yo presto todo el apoyo a través del Vicepresidente del Área Social,
tenemos que montar una poderosa industria de instrumentos musicales en
Venezuela, estamos haciendo una gran inversión con la República Popular China,
nosotros tenemos todo aquí, tenemos la madera, no nos hace falta nada, además
tenemos el amor y queremos hacerlo para que todos los instrumentos que le demos
a nuestra orquesta sean made
in Venezuela”.
Los
lutieres hoy no saben nada de ese proyecto faraónico que ofreció el mandatario
hace un año. Quizás en ese momento el presidente de la República tampoco sabía
que los cuatros que entregó a varios niños eran made in China.
“Aquí tienes tu cuatro hermoso”, le dijo a Génesis, una niña que debe estar
aprendiendo música venezolana con un cuatro
importado.