Desiré Obadía, o cómo importar en masa sin hacerse notar bajo el chavismo

A veces intermediario, otras, proveedor, pero siempre ubicuo, este venezolano es uno de los más activos –y desconocidos– en el registro de empresas en paraísos fiscales del Caribe. Muchas de esas empresas se constituyeron ad hoc para hacer negocios con la Corporación Casa, ente del Estado de importación de alimentos
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A
sus 73 años de edad, en el otoño de una vida que define como plena, el
empresario venezolano Desiré David Obadía Medionies es poco conocido por la
opinión pública. En cambio, bien que le conocen en Mossack
Fonseca.
En
un correo interno de abril de 2008, Ramsés Owens, abogado y, para entonces, uno
de los más altos ejecutivos del bufete panameño, apremia a una subalterna:
“Daisy, PLEASE antes de que OBADÍA se enfurezca, enviemos un mensaje
así…”.
A
continuación Owens traza un perfil del caso que presenta este cliente recién
captado, Obadía, que promete facturar mucho con el bufete por los registros de
compañías, administración y otros servicios del portafolio de productos de MF.
No obstante, en esas primeras de cambio, Obadía se ha mostrado exigente y
gruñón. Owens recuerda que la semana pasada Obadía había pasado por las oficinas
de MF en Panamá. “Yo lo atendí personalmente; no había otra persona que se
atreviese a atenderlo, en vista de su personalidad difícil y agresiva”. Pero, en
su descargo, hace notar en la misiva que el cliente pasa por un momento
comprometido, “está separado y en pleno proceso de divorcio, y eso lo tiene de
peor humor”.
La
cuenta, en cualquier caso, representa una oportunidad de negocios. Explica Owens
a sus compañeros de MF que la empresa de Obadía, Escom Limited, comercia
materias primas “principalmente a Venezuela”, donde vende “pollo de manera
masiva, trigo, etc”. Ante la aduana venezolana y los entes regulatorios debe
mantener al día sus papeles –balances, permisos– para seguir activa. Así que la
misión de Mossack Fonseca, concluye Owens, es lidiar con las espinas de Obadía y
las dilaciones del Consulado de Venezuela en Panamá, para preparar los
documentos necesarios y protocolizarlos. “El consulado de Venezuela lo que desea
es averiguar quién está detrás, pero esta información hay siempre que
ocultarla”, instruye, “lo que ocasiona estrés adicional. No les queda otra que
especular que se trata de un panameño, sin poder conocer que en realidad hay
detrás un venezolano”.
El
venezolano es Desiré Obadía. Desde entonces, en 2008, cuando sembraba el pánico
entre los empleados de MF, hasta 2015, abrió y administró a través del bufete
panameño al menos una docena de compañías en tres jurisdicciones: las Islas
Vírgenes Británicas, Panamá y Belize. Solo en tres de ellas figura Obadía de
manera abierta como accionista o director. Todas fueron creadas o para vender
alimentos a un ente del Estado venezolano, La Casa, S.A. (Corporación de
Alimentos y Servicios Agrícolas), o para vender equipos de orden público a
oficinas gubernamentales.
Nada como casa
Obadía,
sefardí de origen franco-marroquí, llegó a Venezuela a los 14 años de edad.
Completó su educación en Grenada y Martinica, islas del Caribe. Se jacta de
haberle dado “tres veces la vuelta al mundo” y de sus correrías internacionales.
Desde 1977 tiene una tienda en la primera etapa del CCCT, el tradicional mall de
la zona de Chuao, en el sureste de Caracas. La tienda, Galerías JD, parece haber
dejado atrás sus mejores épocas: la mercancía restante –joyeros, artículos de
cuero– está en liquidación y parte de su área original la ocupan hoy un puesto
de películas piratas y una venta de delicateses.

La tienda que pertenece a Obadía, en uno de los principales centro comerciales de Caracas, se encuentra en liquidación.
Con
ese historial aventurero sorprende que en 1998 Obadía decidiera reinventarse.
Venía de ser ejecutivo de grandes empresas e industrial. Dejó la manufactura
para convertirse en importador. Lo puso en práctica cuando Hugo Chávez ya se
había hecho del poder en Venezuela. Además de sus ganas de metamorfosearse, el
mejor aval que exhibía para su nueva dedicación era, como lo admite en una
entrevista sostenida para este reportaje, una historia políticamente
impoluta.“Yo era un empresario que no tenía pasado ni adeco ni copeyano ni nada
porque nunca había trabajado con el Gobierno”.
Asegura
que en 1999 hizo su primera venta al Gobierno, de equipos antimotines. Pero
luego vendría lo mejor; al menos, esa era su expectativa. Entre 2001 y 2004
cambia a Jotec S.A. la denominación de una empresa ya constituida en 1998, a la
que ampliará el capital a casi diez millones de bolívares de entonces (10
millardos de bolívares fuertes en la actualidad). “Yo la creé con ese capital,
utilizando para ello un bono de Bandagro, que el Gobierno nunca va a pagar, pero
que sirve para meter en el capital de compañías”, relató Obadía en una
entrevista en marzo pasado. “Creé una compañía fuerte para venderle al Gobierno,
¡pero esa compañía nunca vendió nada! ¿Por qué? Porque yo me equivoqué. ¿En qué
sentido? Yo no necesitaba una compañía nacional para venderle al Gobierno porque
si le vendo tengo que venderle en bolívares, y entonces los dólares que se
manejen en esa compra se los tengo que entregar al Banco Central a la tasa
oficial. ¡Nadie hace eso! Entonces fue que creé la compañía en las Islas
Vírgenes”.
En
efecto, en 2003 Obadía incorpora una empresa en las Islas Vírgenes Británicas,
EscomLimited. Luego la mudará a Panamá, donde a partir de abril centrará todas
sus operaciones. ¿Por qué? Porque confiará entonces la hechura y gestión de su
estructura jurídica al bufete Mossack Fonseca, a través de su oficina en
Florida.
A
través de Mossack Fonseca, Obadía registrará más de una docena de empresas en
Panamá: tres en 2009; tres en 2011 y cinco en 2012. En 2014, todavía de mano de
MF, creará dos empresas en Belize: era el año del impasse diplomático con el
Gobierno de Panamá del ex presidente Ricardo Martinelli, que entonces había
facilitado que la opositora María Corina Machado formara parte de una delegación
oficial del país del istmo para brindar testimonio ante la OEA en Washington;
Obadía, con fundamento, temía que la ruptura de relaciones con Panamá, donde
tenía registradas sus empresas, perjudicaría sus posibilidades de
negocio.
Así
Obadía se convirtió en uno de los venezolanos de más largo y frondoso expediente
en Mossack Fonseca, según se evidencia en la filtración que llegó al diario
Süddeutsche Zeitung de Múnich, Alemania, y al que se tuvo acceso por el proyecto
dirigido por el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ, por
sus siglas en inglés). Al revisar los papeles, que incluyen documentos oficiales
e intercambios de correos electrónicos, se comprueba que la relación entre el
cliente venezolano y su proveedor de servicios panameño, si bien mutuamente
provechosa, también ha sido tirante. Obadía sale con frecuencia poniendo reparos
a las tarifas de MF, reclama sin pudor, aborda a empleados que no se suponen
sean sus interlocutores y escribe siempre sus mensajes en mayúsculas, algo que
justifica por sus fallas en la vista, pero que en las oficinas del bufete
interpretan como un grito constante. En abril de 2014, la abogada Olga Santini,
encargada de la oficina de MF en Miami, acepta gustosa que el manejo del
contacto con Obadía se traspase a Panamá, siempre que se preserve el pago de sus
comisiones.
También
la comunicación entre Mossack Fonseca y Obadía ilustra con elocuencia cuál era
la idea principal de las estructuras empresariales que se intentaban armar. Casi
todas las empresas se diseñaron para participar en concursos donde se ganaban
contratos de importación con la Corporación de Abastecimiento y Servicios
Agrícolas La Casa S.A., el organismo creado por Hugo Chávez para importar
productos alimenticios y distribuirlos a través de la red
Mercal.

Las empresas de Obadía se diseñaron para participar en concursos y así ganar contratos de importación con la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas.
En
2008 comienza, según se puede ver en la correspondencia electrónica de MF, la
racha de negocios de Desiré Obadía con Corporación Casa, justo cuando también
empezaba la presidencia en ese organismo del entonces teniente coronel Rodolfo
Marco Torres, hoy vicepresidente del Área Económica.
En
agosto de 2008, Obadía pide ayuda a Mossack Fonseca para tratar con un proveedor
brasileño de carne, el frigorífico Quatro Marcos de Sao Paulo –que entraría
cuatro meses después en proceso de cesación de pagos–, pues exigía una cesión de
crédito a través del Deutsche Bank. El asunto se resolvería satisfactoriamente y
los negocios se multiplicaron. En octubre de ese mismo año, Obadía apremia a
Ramsés Owens en MF para “abrir dos compañías urgentemente”, pero, advierte en el
mismo correo electrónico: “No pueden estar a nombre mío pero estarán a nombre de
familiares míos”.
En
efecto, se trataría a la postre de Greenhill Group y Sanford Global, dos
empresas constituidas en Panamá. En junio de 2009 Obadía hará registrar en el
istmo su nave insignia, EscomLimited, creada antes en Islas Vírgenes, pero ahora
con un capital de cinco millones de dólares. Antes, sin embargo, se asegurará de
que lo que va a hacer no le supondrá pagar impuestos: “Ya ustedes me dijeron que
en las Islas Vírgenes no se pagan impuestos”, consulta en un correo del 26 de
enero de 2009, “¿Cómo quedará esto de los impuestos con las compañías
registradas en Panamá?”. Los asesores le tranquilizan precisando que en Panamá
solo se gravan las ganancias obtenidas por actividades que se llevan a cabo en
su territorio.
En
2012 enfrenta problemas que reporta en un correo a Rigoberto Coronado, abogado
de MossackFonseca, “En la Corporación Casa se dieron cuenta de que tienen 19
empresas con la misma dirección de ustedes”, escribe Obadía a Coronado, “de las
cuales 9 ó 10 son mías (…) El problema es que todas no pueden tener la misma
dirección”. Enseguida MF empezó a migrar las compañías a otras direcciones
físicas y a cambiar los directores que podrían estar repetidos en las juntas de
varias empresas.
Socios con derechos
Hecho
a la idea de perder su bajo perfil público, Desiré Obadía concede una entrevista
en Caracas, donde despliega toda la apertura y la cordialidad que los papeles de
MF no permitían esperar. Reconoce que ha hecho negocios con Corporación Casa,
que enumera: “Yo hice un contrato de carne, otro de caraotas, uno de maíz”. Cada
uno de esas asignaciones, confiesa, le reportó ganancias cercanas al millón de
dólares.
Enseguida
matiza esa historia de éxito con una relación de los tropiezos y reveses que ha
sufrido. Dice, por ejemplo, que perdió plata en una operación con el gigante
brasileño de la alimentación, Sadia: “Me faltaba despachar mil toneladas de un
contrato que fue por 3.000 o 5.000 toneladas de carne, no recuerdo bien. De
Sadia me ofrecieron que tenían carne disponible, ya en puerto lista para
despachar. Entonces le hice una cesión de una carta de crédito que yo tenía de
Corporación Casa, y encima de eso ellos me pidieron 500.000 dólares de garantía,
que les di. Pero en ese momento ellos tuvieron problemas en Casa por una
mortadela que salió mala. Entonces le cambiaron a la Corporación Casa la
mortadela mala por la carne que tenían en puerto y me dejaron mal… Después se
tiraron seis meses para despacharme 500 toneladas. Y después me dijeron que el
precio subió, que no podían seguir despachándome, y no me despacharon. Demoraron
tres meses más en devolverme los 500.000 dólares”.
Define
su estrategia de crear múltiples personas jurídicas para contratar con el Estado
como una artimaña casi probabilística, legítima y hasta necesaria: “Le digo una
cosa: hay muchos envidiosos. Yo no quiero tener una sola compañía que le haya
vendido diez veces al Gobierno, Eso se puede prestar a cualquier conjetura. Por
otra parte, a ellos tampoco les gusta comprarle todo a la misma compañía. Yo
hice varias compañías con la idea de lograr contratos que a veces no
logré”.
Niega
que abra una empresa nueva en su portafolio para cada operación en ciernes. Lo
que sí ha hecho, acepta, es incorporar a sus empresas como socios accionistas a
aliados circunstanciales que aportan capital para financiar sus importaciones
masivas. Es el caso, por ejemplo, de la empresa Markwell Investments, que
constituyó en 2012. Un año más tarde, incorpora como accionistas a Fabio Méndez
Rico, Luis Alberto Rivas, Roberto Bobby Pocaterra y Tulio Hinestrosa,
integrantes de uno de los grupos importadores más poderosos de los últimos 15
años. Juntos completaron a través de Markwell una operación para importar 30.000
toneladas métricas de maíz amarillo en 2013.
Obadia on Linkurious.
En
los folios de Obadía en Mossack Fonseca resalta que el mismo grupo de
empresarios intentó hacer algo similar a través de la empresa Langton Trading:
aunque la fachada era otra, se trataba de nuevo de Obadía y sus nuevos socios
del grupo de Fabio Méndez Rico, que a fines de 2013 tratan de importar un
cargamento de arroz.
El
método se utiliza varias veces. En noviembre de 2014, Obadía obtiene de
Corporación Casa un contrato por 80 millones de dólares para importar 10.000
toneladas métricas de leche en polvo. El venezolano se asocia entonces con el
asesor financiero e intermediario de pasaporte canadiense, César Duarte Chiong,
a quien suma como accionista en otra de sus empresas registradas en Panamá,
Ivoryton , a cuya directiva renuncia en abril de 2015.
El
3 de septiembre de 2009 Obadía había registrado en Panamá la compañía Tradex,
espejo de una homónima en Brasil. Con 50 por ciento de participación figura
entonces un socio brasileño, Marcos Braun, un ex alto ejecutivo de Sadia. Ambos
pretendían llevar carne en canal de Brasil a Venezuela.
De
acuerdo a Obadía, todas estas últimas operaciones nunca se completaron, bien por
falta de cupo en el sistema de silos y almacenamiento de Casa o por falta de
liquidez, a pesar de que contaran con la buena pro del
Gobierno.
La
fórmula tendrá sus limitaciones: es el caso de la advertencia que en julio de
2015 le hizo la asistente ejecutiva de MF, Valery Martínez, a Obadía, quien
había ordenado incorporar a la junta directiva de uno de sus empresas, Sanford
Global, al ciudadano Julián Martínez Mora. El bufete hace notar a su cliente
que, según detectó su departamento de due dilligence, Martínez Mora era Tesorero
de la Gobernación de Estado de Cojedes (centrooccidente de Venezuela). Ante
ello, Obadía repone por email: “No sé si es la misma persona; de todas maneras
ya no está conmigo”, lo que no le impide preguntar en el post scriptum, casi
como una travesura: “¿Qué efecto tendría tener en alguna compañía alguna persona
empleada por el gobierno? No pienso tenerla pero para
saber”.
Martínez
Mora fue director de Hacienda del ex gobernador Johnny Yánez Rangel y, según
reportes de la prensa argentina, viajó al menos una vez a Buenos Aires junto a
Guido Antonini Wilson, el hombre que en agosto de 2007 intentó introducir en
Argentina en un maletín unos 800 mil dólares que el gobierno de Caracas le
enviaba a la entonces candidata presidencial Cristina Fernández de
Kirchner.
Preguntado
al respecto durante la entrevista en Caracas, Obadía sostiene que Martínez fue
uno de los dos directores –ambos con actividades en Cojedes– que exigió en la
junta de Sanford un misterioso inversionista, de cuyo nombre dice no acordarse,
que se le acercó para hacer negocios juntos, que no
cristalizaron.
Martínez
Mora no es la única alusión abierta a contactos con el Gobierno que aparece en
el expediente de Obadía. El hombre de negocios hizo en 2010 una gira por
República Dominicana a nombre de Emprevén, la patronal paralela que el
empresariado filochavista –encabezado hasta ese año por Alejandro “Alito”
Uzcátegui– organizó para erosionar a Fedecámaras. Acompañado por Rosa Rodríguez,
entonces vicepresidenta de Emprevén, por esos días ofreció declaraciones de
prensa para impulsar un acuerdo suscrito entre su organización y el Consejo
Dominicano de Comercio (Consecomercio) para llevar productos a esa nación
insular bajo el concepto de Mercal. Obadía se presentaba como un “suplidor del
Gobierno de Venezuela”.
Obadía,
que había intentado vender equipos de orden público al general Alcides Rondón
cuando este fue viceministro de Seguridad e Interior, logró en 2008 intermediar
con su empresa Escom Limited entre un comprador internacional, Petrocommodities,
y la estatal Carbones del Guasare, cuando Rondón ya figuraba como presidente de
Carbozulia. El cargamento de la transacción era de 500.000 toneladas de carbón
para el mercado italiano. Obadía sí recuerda esta operación, que resume así:
“Allí yo fui quien puso al vendedor con el comprador. Yo le conseguí una
entrevista a la empresa Petrocommodities con el general Rondón, y de allí yo
gané una comisión”. Aunque, por cierto, remate: “La comisión fue bien
chucuta”.