Los sobornos de Odebrecht pasaron por las manos de Maduro

Como si se tratara de una novela por entregas, la trama de corrupción más grande que haya salido de Brasil involucra a un alto funcionario venezolano, y se trata nada más y nada menos que del primer mandatario nacional. Pero la Fiscalía calla. Aunque distanciada del gobierno, Luisa Ortega Díaz ignoró el tema, a pesar de que sus homólogos ya le habían notificado sobre el caso.
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El
propio Nicolás Maduro entregó 11 millones de dólares bajo la mesa para la última
campaña de reelección del ex presidente Hugo Chávez. Los famosos publicistas
brasileños, Joao Santana y Mónica Moura, ya habían advertido que el caso Lava
Jato envolvía el financiamiento electoral del chavismo, pero sus declaraciones
–filtradas ayer por la justicia brasileña– ahora van más allá: involucran al
primer mandatario venezolano en el caso lava jato, la trama de corrupción más
grande que hoy arropa a toda América latina.
A
cambio de beneficios procesales, el publicista Joao Santana –cerebro de las
campañas electorales de Chávez entre otros líderes latinoamericanos– confesó en
febrero del año pasado junto a su esposa, Mónica Moura, que cobraron 35 millones
de dólares para desarrollar la propaganda electoral del fallecido presidente
Chávez. Entonces ya era un escándalo que la campaña corriera por cuenta de la
gigante brasileña Odebrecht a cambio de contratos especiales. Pero ahora hay
más: en lo que ha sido una novela por entregas, la justicia brasileña añade que
en sus declaraciones, los publicistas advirtieron que en los pagos irregulares
también participó el entonces canciller venezolano, Nicolás
Maduro.
Dos
constructoras brasileñas aportaron 12 de los 35 millones de dólares de los
publicistas: Odebrecht transfirió 7 millones mientras que Andrade Gutierrez
depositó otros 5 millones en una cuenta en Suiza a través de una de una empresa
de fachada llamada Shellbill Finance SA. Hubo 12 millones que les quedaron
debiendo o de los que no hay detalles mientras que los 11 millones restantes
salieron en cash desde la Cancillería de Venezuela. “Maduro
recibía a Mónica en su despacho, le entregaba maletines de dinero y le
proporcionaba una escolta para brindarle seguridad durante el recorrido de la
cancillería a la productora", señalan los documentos que acaba de desclasificar
la Suprema Corte de Brasil.
Esta
es la primera vez que figura un alto funcionario venezolano en la trama de
corrupción de la llamada operación Lava Jato, y se trata nada más y nada menos
que el primer mandatario nacional. La justicia peruana imputó a los
expresidentes Ollanta Humala y Alejandro Toledo, mientras que en el resto de la
región han aparecido denuncias que salpican desde los expresidentes Álvaro
Uribe, de Colombia, y Ricardo Martinelli, de Panamá, hasta los actuales
mandatarios de Argentina, República Dominicana, Colombia y Panamá: Mauricio
Macri, Danilo Medina, Juan Manuel Santos y Juan Carlos Valera,
respectivamente.
En
Venezuela, el Ministerio Público no se ha pronunciado a pesar de que las
Procuraduría General de Brasil consignó la información por los canales
regulares, según consta en las actas del expediente N° 105118/2017 que
publicaron ayer con la firma de su máximo titular, Rodrigo Janiot. Si bien la
fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, ha marcado distancia del
gobierno de Maduro, nunca lo ha señalado a él ni a ningún otro funcionario por
la corrupción de Odebrecht y las otras contratistas que pagaban sobornos a
cambio de los mejores contratos. No lo hizo en febrero, luego de viajar a
Brasilia para reunirse con todos los encargados de investigar el caso, y tampoco
lo ha hecho en estos días en que ha denunciado una ruptura del hilo
constitucional en Venezuela.
En
su despacho, de cualquier modo, debió llegar mucho antes la historia que ayer
finalmente advertía cómo comenzó el financiamiento ilegal de la última campaña
de Chávez: fue Lula el primero que pidió al publicista Joao Santana que ideara
la campaña de reelección de su camarada Chávez, y para eso involucró a uno de
sus colaboradores más cercanos, su ministro José Dirceu, y al embajador de
Venezuela en Brasilia, Maximilien Arveláiz, hoy convertido en productor de
Hollywood con la película de Snowden y de quien Moura señaló como “el principal
articulador y fiador de Hugo Chávez aquí en Brasil”.
A las semanas terminaron reunidos en Caracas, en el palacio de Miraflores. Allí cerraron un negocio del que no debían quedar pruebas. Moura así lo dijo: “El canciller Nicolás Maduro exigió que la mayor parte de los pagos referentes a la campaña se recibieran como recursos no declarados”. Nunca debió haber pensado que los asesores y publicistas de hace cinco años se convertirían en sus delatores.