La investigación por corrupción contra el ex premier portugués apunta a Venezuela

José Sócrates, primer ministro socialista entre 2005 y 2011, fue el artífice del auge espectacular de los negocios entre Lisboa y el Gobierno de Hugo Chávez. Desde hace una semana está en prisión. Mientras el caso prosigue su curso bajo el secreto sumarial, la prensa lusa advierte que un personaje central en la trama de presuntos pagos encubiertos al político, fue directivo de una constructora con lucrativos contratos en Venezuela.
El ex
primer ministro de Portugal, José Sócrates, apenas cumple una semana en prisión
y el escándalo ya rebota en Venezuela. A pesar del hermetismo judicial, la
prensa lusitana lleva días vinculando los cargos que le imputan –por corrupción,
lavado de dinero y evasión fiscal– con los convenios binacionales que firmó
entre 2008 y 2011 junto a su aliado venezolano, el entonces presidente Hugo
Chávez.
De visita
en Lisboa, Chávez firmó en septiembre de 2008 un total de 14 acuerdos con
contrapartes portuguesas, entre los que destacaba un contrato-marco para
levantar 50.000 apartamentos. Dos años más tarde, el convenio mutó en un
proyecto para instalar tres plantas de producción que fabricaran y ensamblaran
las paredes y los techos ya no de 50.000, sino de 12.512 viviendas previstas
para ser levantadas sobre unos terrenos de Cúa y Ocumare, dos de las ciudades de
los Valles del Tuy, una zona del estado Miranda, a una hora de Caracas, que
sirve a la vez de dormitorio y cinturón industrial a la capital
venezolana.
Tanto el
convenio inicial, para la construcción de 50.000 viviendas, como su versión
final, fueron asignados al Grupo Lena, un consorcio portugués de
ingeniería.
A pesar
del ajuste hacia abajo en el número de viviendas a construir de uno a otro
convenio, los urbanismos en el Tuy son todavía hoy un bosque de vigas y grúas,
apenas el brote inicial de lo que ya deberían ser 612 edificios. Aunque en mayo
de 2011 se anunciaban tres años como plazo para culminar las obras, la
construcción dista mucho de completarse.
Al calor
del mediodía del jueves de la semana que termina, en conversación informal con
algunos de ellos, los obreros de los dos urbanismos calculaban 1.800
apartamentos listos: unos 600 en la población de Ocumare del Tuy, en el conjunto
Lomas de Guadalupe, y alrededor de 1.200 en la llamada Ciudad Zamora de Cúa. Lo
demás son cabillas y losas prefabricadas.
Desde
Caracas, los representantes de la empresa se muestran más optimistas. El
director general de Producción del Grupo Lena en Venezuela, José Oliveira,
asegura que han conseguido levantar 3.000 apartamentos, casi un cuarto de la
meta. Y fue precisamente en esos primeros apartamentos donde el Gobierno
venezolano ha reubicado a varias familias de los antiguos habitantes de la Torre
de David, el rascacielos a medio terminar en el centro de Caracas que fue
invadido en 2008 y convertido en una suerte de
favela vertical que la
cadena FOX en la serie Homeland, y el periodista
estadounidense, Jon Lee Anderson, en
The New Yorker, consagraron como una metáfora de la Venezuela de
estos días. El Gobierno capitalino adelanta desde hace meses una operación para
desalojarlo.
Operación Marqués
En
Portugal, mientras tanto, el nombre de Venezuela se hace una referencia
necesaria para relatar lo que empieza a conocerse como la Operación Marqués, una razzia que va más allá de la captura de un solo
individuo, por más que se trate de un ex primer ministro de la nación. De hecho,
en las redadas también cayó un ex miembro de la Junta Directiva del Grupo Lena,
la constructora beneficiada por el Gobierno
chavista.

Los urbanismos de los Valles del Tuy hoy son un bosque de vigas y grúas, apenas el brote inicial de lo que ya deberían ser 612 edificios. Foto: Joseph Poliszuk.
La prensa
lusa ha venido filtrando una serie de acusaciones que atribuyen al ex primer
ministro Sócrates una fortuna de 20 millones de euros, que apareció en una
cuenta a nombre de Carlos Santos Silva, uno de sus mejores amigos, quien le
habría servido de fachada.
Hacía
tiempo que el tren de vida de Sócrates desencajaba. Oficialmente apartado de la
política, se mudó en 2011 a Francia para estudiar una maestría en Teoría
Política en el instituto universitario de
Science Po. Pero las fotos en los restaurantes parisinos y los
lujos de un apartamento valorado en 3 millones de euros no pasaron inadvertidos
en Portugal.
En la
madrugada del sábado 22 de noviembre, cuando la mayoría del país ya estaba
durmiendo, el hombre que gobernó Portugal entre 2005 y 2011 fue detenido en
Lisboa tras bajar de un avión que lo trasladaba desde París. Por el mismo caso
también detuvieron a otros tres sospechosos, entre los que destaca el ex
administrador del Grupo Lena, Carlos Santos Silva, con quien el ex primer
ministro mantiene una amistad que comenzó en la ciudad de Coimbra, cuando
compartieron casa en los años en que estudiaron juntos en el Instituto Superior
de Ingeniería.
En medio
del escándalo, el Grupo Lena ha reconocido en Lisboa, a través de un comunicado,
que Santos Silva se desempeñó como administrador de su conglomerado de empresas,
pero al mismo tiempo advirtió que ese hecho no tiene por qué afectar sus
proyectos o la reputación de la empresa.
Oliveira
añade desde Caracas, en nombre de la empresa, que ningún rumor afectará las
construcciones que adelantan en los Valles del Tuy. Si bien reconoce que han
tardado más del tiempo pautado, asegura que están comprometidos con terminar los
complejos habitacionales, cuyos retrasos solo achaca a la escasez de materiales
de construcción como el cemento.

detenido por un caso de corrupción y lavado de dinero. Foto: Creative Commons/Wikipedia.
“No hay
ninguna relación de Lena con el ministro Sócrates, aunque como portugueses nos
entristece esta situación”, dice. “El contrato con el gobierno venezolano es
posterior al momento en que el señor Carlos Santos Silva se desempeñó, hasta
2009, como administrador de la empresa”.
Pero si
Santos Silva se mantuvo en la constructora hasta el año 2009, entonces formó
parte de la directiva de la empresa que mantuvo las negociaciones con Chávez y
desembocaron, el 27 de septiembre de 2008, en la firma del Contrato Marco para la Construcción de
cincuenta mil (50.000) Viviendas en el eje Norte-Costero de la República
Bolivariana de Venezuela, por órgano del Ministerio del Poder Popular para la
Vivienda y Hábitat y la empresa portuguesa Lena
Construções.
El Grupo
Lena consiguió entonces, según un comunicado que aún mantiene en su página
web, “uno de
los proyectos más grandes que jamás haya tenido un grupo empresarial portugués
en el extranjero”. Para ese momento cotizaba el negocio en 3.000 millones de
dólares, y no en los 988 millones de dólares que en definitiva el Gobierno
venezolano asignó al proyecto.
Fue parte
de una racha de contrataciones en el extranjero con las que el Gobierno de Hugo
Chávez se propuso poner en marcha su Gran Misión Vivienda Venezuela sin tener
que apelar al empresariado nacional, en general, opuesto al régimen
revolucionario.
Algunas de
esos convenios han terminado por ser fuentes de polémica, como el suscrito en
2011 con la empresa iraní Tarasazeh Tabriz para una línea de producción de
60.000 viviendas prefabricadas, o el correspondiente a la uruguaya Unión
Metalúrgica Industria del Sur, que se comprometió a hacer 12.000 viviendas
prefabricadas que, según la propia Contraloría General de la República, nunca se
construyeron.
En
contraste, la empresa portuguesa parece afanarse en concluir las viviendas,
aunque sea con retardo y, desde ahora, en medio de suspicacias. El contrato,
después de todo, es importante. No en vano, por un tiempo sirvió en Portugal
como emblema de la exitosa diplomacia comercial del gobierno de
Sócrates.
El método socrático
En
septiembre de 2007, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush
se quejaba, ante uno
de los autores de esta nota, del silencio que José Sócrates mantenía sobre
Venezuela. Informado por sus asesores de la amplia colonia portuguesa que vive
en Venezuela y de los intereses portugueses presuntamente amenazados por la
autodenominada Revolución Bolivariana, Bush había recibido en la Casa Blanca al
por entonces premier socialista y encargado anual de la presidencia rotativa de
la Unión Europea, al que consultó sobre qué se proponía hacer ante
Chávez.
Sócrates
era y sigue siendo un pragmático. “Tenemos que diversificar nuestras
exportaciones y Libia es uno de nuestros socios estratégicos”, respondió en 2008
a quienes lo criticaban por haber ofrecido una recepción especial en Lisboa al
dictador Muammar El Gadafi.

La constructora garantiza terminar la obra. Aunque la mayoría de los apartamentos no están listos, algunos ya se encuentran habitados hasta por familias desalojadas de la Torre de David. Foto: Joseph Poliszuk.
Sócrates
también sacó partido entonces a la necesidad de Hugo Chávez de conseguir
tecnología e inversión en centros distintos a los de Estados Unidos y la Europa
sajona, distantes o directamente enfrentados con la revolución venezolana. En
Venezuela encontró una cornucopia de posibilidades para las alicaídas empresas
portuguesas. Cabe suponer que además desarrolló un vínculo personal con el
caudillo venezolano y con el proceso que lideraba, más allá de la razón de
Estado. Todavía en 2013, dos años después de su retiro de la política, José
Sócrates participó en las exequias de Chávez y, un mes más tarde, como veedor
internacional, en las elecciones presidenciales en las que resultó triunfador
Nicolás Maduro.
Aunque se
hace difícil afirmar que Sócrates sirviera como valedor de Chávez ante
Washington por esos días, lo que resulta indudable es que su silencio corría en
paralelo con un auge espectacular del intercambio comercial entre Caracas y
Lisboa. En cuestión de tres años, entre 2008 y 2011, se firmaron 91 acuerdos
bilaterales.
Solo de
2007 a 2009, las exportaciones de Portugal a Venezuela se multiplicaron por
seis. Sin embargo, no fueron los números, sino algunas presencias conspicuas,
las que ratificaron que había un nuevo nexo de negocios cruzando el Atlántico.
El banco más poderoso de Portugal, Espirito Santo, aterrizó con oficina en
Caracas. La petrolera Galp entró a la Faja Petrolífera del Orinoco, el mayor
reservorio del mundo. Uno de los programas de bandera del chavismo, el
modelo Canaimita de computador portátil escolar, quedó
confiado a proveedores portugueses. También a portugueses se asignaron los
proyectos para la renovación del puerto de La Guaira, la construcción de la
segunda autopista de Caracas al Litoral Central, y la de un ferry y dos navíos
asfalteros.
De la
misma manera en el área de medicamentos surgieron oportunidades de negocios. Por
ejemplo, en 2010 se acordó instalar en Venezuela, con tecnología portuguesa, una
fábrica de penicilina y otros medicamentos.
Todavía en
2011, la ex ministra de Salud, Eugenia Sader, reiteraba la intención de
desarrollar fábricas de medicinas a través de alianzas con Colombia, Cuba y
Portugal. Pero su despacho luego debió reconocer –en el informe de gestión de
ese año– debilidades en cuanto al seguimiento y evaluación de los convenios
internacionales, por no contar con una base de datos para esos
fines.
Hoy, el
coordinador de Contraloría Sanitaria del estado Anzoátegui, Reny Valdez, no
tiene información sobre las plantas de antibióticos cefalosporínicos y
penicilínicos que, según se anunció, debía construirse en las adyacencias de la
Base Aérea Luis del Valle García, en Barcelona, la capital de ese estado del
oriente costero venezolano. Si bien el Gobierno destino 96 millones de dólares
para que el grupo portugués Atral Cipan culminara la obra en noviembre de 2014,
Valdez duda: “Yo creo que eso no se ejecutó”. De eso tampoco saben ni el
presidente del Colegio de Médicos de Anzoátegui, Arquímides Velásquez, ni la
presidenta del Colegio Farmacéutico, Julie Romero. “No me sé ni la dirección”,
confesó.
En
Portugal, de cualquier modo, empiezan a pedir cuentas, y precisamente en ese
sector. La multinacional farmacéutica Octapharma salió al paso a las denuncias y
se apresuró a rescindir los servicios de consultoría para América Latina que el
ex primer ministro Sócrates le prestaba por un sueldo mensual de 12.000
euros.
Aunque el
Grupo Lena también rechazó los señalamientos en su contra, periódicos
portugueses como Público han sembrado la duda: advierten que varios
de los accionistas de esa firma también estuvieron al frente de otra compañía,
llamada XMI, en cuya directiva se encontraba Carlos Santos Silva, el amigo de
Sócrates al que encontraron una cuenta bancaria de 20 millones de
euros.
“En 2013,
XMI, que cuenta con cinco empleados, facturó alrededor de 2,8 millones de euros,
entre los que destacan servicios prestados al Grupo Lena”, apuntó el rotativo en
su edición del miércoles. El semanario
Sol, por su parte, abrió su última edición con un titular que habla de coimas y
comisiones: “En el período en que Sócrates fue primer ministro, el Grupo Lena
pasó de empresa regional a potentado de la construcción civil, llegando así a
Venezuela”, asegura.
*Con la
colaboración de Cristina González

La prensa lusa no deja de hablar del caso. El semanario Sol abrió su última edición con un titular que denuncia coimas y comisiones.