El discreto encanto de la guerrilla conquista al Táchira

Desde hace años los grupos irregulares colombianos suelen cruzar la frontera para, a menudo con violencia, hacerse de pertrechos y refuerzos. Pero cada vez necesitan menos de la fuerza. El desempleo y la deserción escolar los convierten en opciones atractivas para los jóvenes andinos. Además, según denuncian educadores en la zona, se valen de su ‘soft power’ para ganarse las mentes y corazones locales: periódicos, pasatiempos infantiles y hasta una radio que se escucha con claridad en San Cristóbal, la capital del estado.
San
Cristóbal. -
“Nuestro
saludo fraternal de bienvenida a oyentes de los municipios fronterizos de la
hermana República Bolivariana de Venezuela y a todos los sectores populares que
se manifiestan, que nos ayudan y hacen parte de la construcción de toda esta
parrilla radial de este combate virtual…”.
Aunque en
las primeras de cambio lo parezcan, no son palabras de una emisora formalmente
establecida en Venezuela. Es, en cambio, la presentación de un programa de
Antorcha Estéreo 96.7 FM, una emisora clandestina del Ejército de Liberación
Nacional (ELN) de Colombia, cuya señal puede captarse en San Cristóbal, la
capital del estado Táchira (región andina, suroeste de Venezuela), en tardes
como la del pasado 26 de septiembre, cuando se registró ese
saludo.
En un
espectro radial sobrepoblado de emisoras comerciales y comunitarias, la señal de
este medio podría pasar inadvertida. Pero eso no ocurre. Las particularidades de
su contenido lo previenen.
Las
primeras noticias de Antorcha Stereo aparecieron en Colombia en el año 2010. La
emisora se dejaba escuchar por Cúcuta (Departamento de Norte de Santander,
Colombia, vecino a Táchira) con lemas que iban dirigidos de manera expresa a los
integrantes de las fuerzas armadas colombianas y a sus propios compañeros de
armas en prisión: "Soldado, ¡no te olvides que estás traicionando a tu propio
pueblo!", "¡Somos revolución, construimos poder y triunfaremos!", eran algunos
de ellos. O había notas de color: "Un abrazo fraternal para los compañeros de la
cárcel Modelo y a las compañeras del Buen Pastor que reportan sintonía
frecuentemente”.
El general
Germán Saavedra Prado, comandante de la Trigésima Brigada del Ejército
colombiano, presumió entonces –en declaraciones a Colprensa, la agencia oficial
del país vecino– que los programas en realidad se emitían desde más allá de la
frontera con Venezuela.
El 17 de
julio de 2013, el presidente del Colegio de Profesores de Venezuela (CPV) en
Táchira, Javier Tarazona, denunció ante los medios de comunicación que la
estación radial del ELN se escuchaba perfectamente en territorio venezolano, por
lo que exigió al gobernador del Táchira, José Vielma Mora, que se pronunciara
ante Conatel para que “esta emisora, que también tiene una filosofía de
adoctrinamiento y con valores totalmente distorsionados, no se cuele en el
espectro radioeléctrico de nuestro país”.
En esa
ocasión, el representante de los educadores no solo hizo señalamientos sobre el
medio de comunicación. También dijo que, en los últimos meses, integrantes del
ELN llegaron a entregar en diferentes institutos educativos venezolanos la
revista Antorcha, vocero de ese grupo irregular.
Los
ejemplares fueron entregados en escuelas estatales y nacionales, en su mayoría
ubicadas en los pueblos de la frontera: entre ellos, los planteles Tres
Esquinas, Las Dantas, Bolivia, La Colina y Naranjales de los municipios Rafael
Urdaneta, Bolívar, Junín, Fernández Feo y Pedro María
Ureña.
En esos
impresos hay textos sobre las actividades de la guerrilla, juegos para los niños
lectores –colorear dibujos, completar palabras que faltan en las letras de
canciones insurgentes, y versiones alternativas del calendario escolar que
incluyen, por ejemplo, la efeméride del “Día del guerrillero
heroico”.
Un
docente, quien pidió no ser identificado, narró que los integrantes de esta
organización ingresan a las escuelas y aunque no están identificados con
uniformes del ELN, todos saben que pertenecen a ese grupo guerrillero. Explicó
que maestros y directores reciben ese material por temor a que les pase
algo.
Luego de
la entrega de la revista, los guerrilleros hacen seguimiento de manera tal que
la publicación llegue a manos de los niños. “Muchos colegas piden la
incapacitación o traslados a otros lugares por el miedo que tienen si no cumplen
con el cometido”.
Las
denuncias de Tarazona tuvieron una inmediata respuesta por la red social
Twitter. A través de la cuenta de sus emisoras, @ELN_RANPAL, que corresponde a
la denominada Radio Nacional Patria Libre, la guerrilla envió una serie de
trinos donde niegan que Antorcha Stereo funcione en territorio venezolano.
“Estamos en Colombia y nuestra programación la definimos nosotros, no la derecha
narco paramilitar colombiana ni de ningún país”, decía uno de los
tuits.
Aseguró
funcionar desde el Barrio Atalaya de Cúcuta y con una potencia de 3000 vatios de
potencia, lo que le permite llegar con claridad a varias ciudades en territorio
venezolano. “Caracol y RCN también suenan en la frontera”, se excusaron en sus
mensajes. A la vez, negó que sus hombres siquiera pasen por territorio
venezolano: “El Comando Central del ELN hace muchísimos años nos ordenó a todos
los militantes no permanecer en su país y hemos cumplido”.
Aunque el
primer mandatario regional respondió que de haber sabido que los guerrilleros
estaban dando material en las escuelas, “hubiésemos capturado in fraganti a
quienes estaban entregando esos panfletos y a quienes están tratando de
ideologizar a nuestros niños”, diversos testimonios permiten afirmar que la
presencia de estas agrupaciones se mantiene en el estado
Táchira.
Durmiendo con el enemigo
Para el
tachirense, convivir con grupos irregulares ya se ha hecho algo común. “El día
que quemaron los cuatro carros y las cuatro motos del lado colombiano, ese día
vinieron Los tales a decirnos que cerráramos los comercios y
eso hicimos en San Antonio del Táchira y Ureña. De no hacerlo, nos queman el
negocio o nos matan”, señaló un comerciante del lado venezolano de la frontera.
Se refiere a los disturbios del pasado 30 de septiembre, cuando pimpineros y
maleteros –la infantería
ligera del negocio del comercio furtivo binacional– protestaron contra las
requisas militares venezolanas en su lucha contras el denominado “contrabando de
extracción”.
Los
tales
y Los compas son grupos de paramilitares que operan en
los municipios vecinos con Colombia.
A estos se le suman otros de nombres sonoros como Los urabeños o
Los rastrojos.
Ese 30 de
septiembre, los ánimos se fueron caldeando. Los manifestantes cerraron con
obstáculos el Puente Internacional Simón Bolívar. Las personas que se quedaron
atrapadas en el trancón del lado colombiano contaron que, si alguien tomaba
fotos, les dañaban los celulares. “Había gente mala pero también buenas personas
que rechazaban los estrictos controles que hacen los militares venezolanos. Allí
hasta rezamos porque creíamos que se pondría peor. Intentaron quemar la sede de
la Dian (N. de R.: el organismo tributario y de aduanas colombiano), pudo
suceder una tragedia”, dijo Nelly Mejía, residente de Cúcuta,
Colombia.
Nadie
quiere hablar sobre el tema en Táchira. Sienten temor de represalias. “Es un
secreto a voces, las mismas autoridades saben dónde están ellos; en cuáles
vehículos se trasladan, tiene camionetas Tacomas como las del Gobierno. Actúan
con impunidad porque hay como una especie de pacto establecido en respetarse los
espacios”, dijo una fuente que pidió reserva de su
identidad.
“Esto no
es nada nuevo, desde hace años estamos conviviendo con la guerrilla y los
paramilitares en nuestro territorio pero nuestra preocupación es alertar a las
autoridades ya que es una violación a la soberanía nacional y también es una
afectación a nuestros niños, niñas y adolescentes y por ello levantamos la voz
rompiendo el silencio denunciando este tipo de instrumentos que están siendo
entregados en las escuelas”, agregó el profesor Javier Tarazona en su
oportunidad.

Guerrilleros del ELN han repartido su revista, Antocha elena, en varios planteles venezolanos. Foto: Eln-voces.com
Una opción tentadora
La mayor
preocupación en todos los sectores tachirenses es que los jóvenes están
abandonando los estudios para hacer prácticas de bachaqueo –contrabando al menudeo-, en el mejor de los
casos. En el peor, se enrolan en algún grupo irregular.
“Inicialmente
a los jóvenes que por su edad les tocaba incorporarse en estos grupos terminaban
haciéndolo por acciones violentas que sufrían, como secuestros. Era forzada la
cosa. Pero ahora el joven tiene la tentación de incorporarse a estos grupos
porque es una opción laboral, que te da poder, con armamento, con control físico
de la zona, con admiración por parte de algún sector de la población y con
dividendos”, contó un residente del municipio fronterizo Pedro María
Ureña.
El mismo
Tarazona denunció que durante la realización de talleres que forman a los
docentes de instituciones fronterizas en materia de Derechos Humanos, pudo
conocer testimonios que evidencian cómo los niños y jóvenes venezolanos están
siendo reclutados por estas organizaciones irregulares.
“Hemos
atendido más de 150 maestros en cuatro entidades (Táchira, Apure, Barinas y el
Distrito Capital), hemos recogido una cantidad importante de testimonios que nos
llevan a establecer que nuestra frontera está infestada por la acción deliberada
de los grupos irregulares, que son quienes toman las decisiones en estos
territorios y han desplazado el papel que debe cumplir el estado venezolano”,
afirmó.
También
está el aspecto de la deserción escolar producto de esta situación. En este
caso, las jóvenes mujeres se establecen como pareja de irregulares y hasta
participan en actividad ilícitas siendo muchas veces ajusticiadas en un cobro de
factura entre mismos integrantes o grupos antagónicos.
Tarazona
asegura que la presencia el ELN no solo está en la frontera, sino que también en
la capital tachirense. “En Macanillo, hay un
docente cooperante de ese
grupo que fue detenido por el Gobierno y hay un secuestrado que fue liberado
hace poco. El Gobierno manifestó que ese secuestrado lo había detenido un grupo
llamado Los montañeros, pero
realmente detrás de eso está el Ejército de Liberación
Nacional”.
Por la persuasión o por la fuerza
No solo el
ELN ronda el Táchira. Otros grupos irregulares, como las poderosas Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también andan de leva por la
zona.
Para la
familia Molina Contreras, el 26 de junio de 2008 se constituyó como el día más
amargo de su existencia. Ese día unos sujetos desconocidos ingresaron a su
residencia de la población de Cordero, municipio Andrés Bello. Solo estaban
María José, una hija de 15 de años de edad, y su amiga Denys. Los hombres se
aprestaron a llevarse a María José. Pero entonces llegó Zulay, la madre de la
adolescente, que sentenció: “Si se llevan a mi hija, yo también me voy”. Así
tuvo que ser.
Por tres
meses, madre e hija estuvieron juntas en las montañas, durmiendo en cambuches. Hasta que el 7 de octubre
las separaron y le dijeron a Zulay que liberarían a la joven porque era menor de
edad. La madre narró que, pese a estar muy triste porque se iban a separar,
María José se mostraba esperanzada porque su mayor ilusión era ver a su papá,
Samuel, pero la joven tachirense nunca llegó a su casa y a Zulay, a la postre,
la rescatarían las autoridades policiales. Desde entonces nadie de la familia ha
vuelto a ver a María José en persona.
Las
conversaciones entre secuestradores y la familia se iniciaron. Cada vez que
llamaban por teléfono y decían “avión accidentado” –tal la contraseña de los
secuestradores- empezaban a exigir altos montos de dinero como rescate.
Invariablemente la familia argumentaba que el padre no era más que un simple
carpintero y que Zulay no estaba trabajando.

Javier Tarazona, presidente del Colegio de Profesores de Venezuela en Táchira fue el primero en denunciar la radio y los panfletos del ELN dentro del territorio venezolano. Foto: @javiertarazona
En
diciembre del mismo año, el portavoz de los secuestradores volvió a llamar y
estaba molesto. “Dijo que habíamos hecho sancocho con ellos, que se la íbamos a
pagar, que nos llamarían el 23 de diciembre, a la medianoche, para ejecutar a la
niña y la iban a poner al teléfono para que escucháramos su último grito”,
relata la madre.
Pero esa
llamada terrorífica nunca se dio. En cambio, el último contacto telefónico que
tuvieron con el hombre fue en febrero de 2009. Ya no quería hablar con Samuel
sino solo con Zulay y pedía de nuevo una altísima suma de
dinero.
Samuel
pudo averiguar que, aunque María José había sido secuestrada por el Ejército de
Popular de Liberación (EPL), terminó en mano de las FARC. “Supimos que la niña
estaba en el frente 33 de las FARC porque el canciller de Colombia presentó ese
año ante la Organización de Estados Americanos (OEA) unos videos de los
campamentos existentes en territorio venezolano y ahí aparecía María José”, dijo
Zulay de Molina.
La
historia de la joven, ya para entonces intrigante, dio otro giro desorientador
en agosto reciente. Entonces, una
nota de prensa publicada en un medio colombiano aseguraba que María José
Contreras Molina había pasado a formar parte de las filas de las Farc-Venezuela
y que era pareja de un jefe guerrillero.
La
información mostraba la imagen de una mujer con un uniforme camuflado de color
azul y una gorra con las siglas PCE asegurando que la “joven venezolana
secuestrada milita ahora en las Farc-Venezuela”.
Zulay no
dudó en reconocer a su hija, pero aclaró: “Para nosotros María José sigue
estando secuestrada porque a ella se la llevaron secuestrada, estuvieron
extorsionando durante un tiempo; si está
miliciada nosotros no
sabemos ni por qué está portando ese uniforme, pero para nosotros sí es nuestra
hija porque tiene muchas semejanzas con ella”.
La chica
debe tener ya 21 años. Es mayor de edad y debería estar apta para tomar sus
propias decisiones. Pero su familia no cree que esté en condiciones de hacerlo.
“Ellos no son quiénes para adoctrinarla (…) Ellos se apoderaron de ella; ella tiene
aquí una familia grande que la espera, que la ama, que no la ha olvidado”, dijo
la madre.
Mientras
tanto, la familia Molina Contreras no pierde las esperanzas. Han creado un grupo
en Facebook (Libertad para María José); han participado en el programa Voces del
secuestro que se transmite en Colombia y cuyos mensajes son de familiares a sus
afectos secuestrados; y se aferran a la fe de poder tener de vuelta a la
joven.

Tras seis años secuestrada, en Colombia hay medios que aseguran que la joven María José Molina pasó a formar parte de la guerrilla.