Se hunde la universidad chilena a la que Chávez donó 13 millones de dólares

Tres meses después de haber otorgado al comandante bolivariano un Doctorado Honoris Causa, en 2008 la universidad privada Arcis recibió 9 millones de dólares, parte de un total de 13 millones que le aportó el Bandes venezolano. Seis años después, la universidad está a punto del cierre aunque su principal accionista hasta diciembre de 2013, el Partido Comunista de Chile, no dejó de cobrar dividendos.
La
Universidad Arcis de Chile ahora está prácticamente paralizada por una crisis de
pagos, en apariencia, insuperable. Aunque sus orígenes se remontan a 1982,
cuando académicos de izquierda que habían sobrevivido a la razzia
pinochetista buscaron refugio, fue en 1990 cuando empezó su historia como
universidad. Desde entonces, nunca ha sido un modelo de gestión. Ya entre 2008 y
2009 tuvo que ser rescatada con aportes del Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social de Venezuela (Bandes), por valor de 13 millones de dólares en
dos desembolsos.
Cuando
la petrochequera chavista acudió al rescate, ya habían pasado cuatro años desde
que el Partido Comunista de Chile (PCCh) se había hecho del control accionario
de esta universidad privada, junto a Max Marambio, un magnate que fue
guardaespaldas de Salvador Allende. Marambio, un genio de las finanzas que por
años controló un esquema de empresas fantasmas diseñado para captar moneda dura
para el régimen cubano, figuraba en la Junta Directiva de la universidad junto a
dirigentes del PCCh, como Patricio Palma y Juan Andrés Lagos –hoy en el gobierno
de Michelle Bachelet–, y el ex secretario general del MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionario), Andrés Pascal Allende.
La
gobernanza del negocio universitario mutaría a otras formas aún más
entreveradas, que incluirían, por ejemplo, la venta de sus activos a una
inmobiliaria creada ad hoc para controlar de hecho el negocio educativo.
También a la larga Marambio cayó en desgracia con los Castro y con el partido
comunista, con lo que abandonó la empresa. El PCCh, que quedó al mando, fue el
último en dejar la nave, en diciembre de 2013, justo unos meses antes del
naufragio. Pero no dejó de cobrar utilidades antes de su
retirada.
La
Universidad Arcis –siglas de Arte y Ciencias Sociales– está a punto de
protagonizar el segundo colapso de una institución privada de educación superior
en Chile desde que en 2012 se vino abajo el castillo de la Universidad del Mar,
condenada a cerrar el próximo diciembre. Si termina de irse a pique, el
hundimiento de Arcis también succionará los fondos públicos
venezolanos.
Música para el tiovivo
Han
pasado seis años de la donación venezolana, amparada entonces bajo la figura de
“asistencia económica no reembolsable”. Pero es solo ahora que un reportaje
publicado por el Centro de Investigación Periodística (Ciper) de Chile, con la
firma de Juan Pablo Figueroa, descifra la maraña de ingeniería financiera por la
que drenaron esos y otros fondos.
Se
trata de un carrusel de traspasos de propiedades, contratos de arrendamientos y
otras prestidigitaciones que ya, para el momento del aporte concedido por el
gobierno del expresidente Hugo Chávez, estaba en pleno
funcionamiento.
El
Bandes venezolano transfirió una primera partida el 24 de enero de 2008 por
9.060.000 dólares; la segunda fue por otros 4.000.000 millones de dólares, el 29
de marzo de 2009.
El
acta del primer
convenio,
firmada en Caracas el 11 de enero de 2008 por Rafael Isea cuando se estrenaba al
frente del Ministerio de Finanzas, señala que el “Convenio de Asistencia
Económica para Desarrollo Educacional de la Universidad de Arte y Ciencias
Sociales - Arcis” fue suscrito para “el saneamiento de pasivos de la
universidad: pago de arriendos, juicios pendientes, impuestos, pagos a
proveedores y traslado de todas sus dependencias a la sede principal”.

El exministro de Finanzas, Rafael Isea, firmó los convenios con la Universidad Arcis, en nombre del Bandes. Foto: Flickr
Venezuela
había salido en defensa de una universidad de izquierda, para colmo quebrada, en
Chile. Discutible o no, la donación, de cualquier forma, no llegó directamente a
la casa de estudios. Llegó a las cuentas de dos privados: el Instituto de
Ciencias Alejandro Lipschutz, ligado al Partido Comunista de Chile, y la
compañía Nazareno S.A. del empresario Max Marambio. La única contraprestación
que Bandes –o sea, la República Bolivariana de Venezuela– planteó como
intercambio a sus beneficiarios chilenos era la futura prestación de becas de
estudios o servicios académicos en una Escuela Latinoamericana de Estudios de
Posgrado (ELAP) que Arcis pondría a funcionar en su campus. Apenas dos por
ciento del dinero se destinó a ese programa, que casi no tuvo
actividades.
Nuestro mercante en La Habana
Pero,
¿quién es Marambio? Antes que nada, un personaje de leyenda. Fue amigo de Fidel
y Raúl Castro, aunque desde 2011 pesa sobre él una condena de 20 años de prisión
dictada por un tribunal cubano por los delitos de cohecho, falsificación y
estafa. La Habana llegó a emitir una orden internacional por su captura, aunque
vive sin contratiempos en Chile.
Las
armas de ayer, el libro autobiográfico de Max Marambio, precisa el momento
en que su autor aterriza en Cuba en 1966. Los privilegios de los que gozaba el
chileno en la isla surgieron a partir de ese viaje que emprendió junto a su
padre, el ex diputado socialista Joel Marambio. Entonces Fidel Castro apadrinó
al muchacho, lo alistó en tropas especiales del Ministerio del Interior cubano y
lo mandó de vuelta a Chile para dirigir el Grupo de Amigos del Presidente (GAP),
que estuvo a cargo de la seguridad de Salvador Allende.

Max Marambio fue guardaespaldas de Salvador Allende y amigo de Fidel Castro. Ahora anda prófugo de la justicia cubana. Foto: Miguelpaz.blogspot.com
La
confianza en el nuevo camarada se puso a prueba cuando Marambio defendió a tiros
un depósito de armas escondido en el interior de la Embajada cubana en Santiago
de Chile, tras el putsch de septiembre de 1973. Ese episodio terminó por
abrirle a Guatón –su apodo en Cuba– una nueva carrera, puesto que hasta
entonces prefería identificarse como un productor de cine. Fue a partir de ese
momento que por 20 años, junto a su hermano Marcel, se convirtió en uno de los
principales conductos de divisas para los Castro, con especial entrada a la
industria turística cubana. Bajo el alero de la firma Cimex, creó un imperio de
empresas de fachada con estribo en Panamá.
“Él
trae a Cuba una visión nueva de cómo hacer negocios”, comentó en 2010 el
escritor cubano Norberto Fuentes al reportero Juan Cristóbal Peña, también de
Ciper. Bajo la figura de empresas mixtas con el estado cubano, Marambio supo
hacer fortuna en alianza con La Habana, a través de la red de agencias
turísticas Sol y Son y la firma Alimentos Río Zaza que, paradojas de la vida, en
Cuba hoy solo son un símil de traición.
En
2011 Marambio fue acusado por la propia justicia cubana de falsificar documentos
para sobrefacturar importaciones, según lo que pudo saberse por la tradicional
opacidad del régimen castrista. Fue a partir de allí que desapareció de la
órbita de La Habana e incluso de satélites como Venezuela, en cuyo Registro
Nacional de Contratistas (RNC) también figuró Alimentos Río Zaza, el joint
venture que Marambio conformó con Cuba para la importación y exportación de
alimentos.
Marambio
mantuvo en Venezuela una sucursal que, de acuerdo con los registros públicos,
funcionaba en la habitación 817 del Hotel Alba Caracas, el otrora Caracas Hilton
que expropió el gobierno de Chávez. La empresa se mantuvo activa entre los
contratistas del Estado precisamente hasta el año 2010, cuando la justicia
cubana inició un proceso que lo lo juzgó y sentenció en ausencia.
En
2012, versiones de prensa asomaron que Marambio iba a ser el empresario chileno
que inyectaría fondos para el rescate del atribulado diario de izquierdas
español Público. Este tabloide era propiedad de Jaume Roures, propietario
a su vez del conglomerado de medios Mediapro. Empresas de servicio de Mediapro
han trabajado para la cadena TeleSur y la transmisión televisiva de actos
oficiales del chavismo. Sin embargo, ni Marambio ni nadie salvaría a
Público, cuya edición impresa desapareció.
Antes
de caer en desgracia con sus socios cubanos y la izquierda castrista, Marambio,
que comenzó como guardaespaldas de Salvador Allende, igual consiguió que la
revolución bolivariana fondeara a su universidad.
No
debe haber sido casualidad que allí, en esa misma casa de estudios, Chávez
recibió un Doctorado Honoris Causa la noche del 10 noviembre de 2007.
Aprovechando su participación en Santiago de Chile en el encuentro alternativo a
la XVII Cumbre Iberoamericana, el mandatario manifestó su disposición a otorgar
un mayor apoyo a la institución académica, a la que su gobierno ya auspiciaba
desde 2005 mediante un acuerdo de intercambio académico con la Universidad
Bolivariana de Venezuela. Luego vendrían los depósitos del
Bandes.
El real y medio del Partido Comunista
Sumergida
en una crisis financiera, la Universidad de las Arte y Ciencias Sociales (Arcis)
pasó en el año 2004 a manos del Partido Comunista de Chile (PCCh) y otros
inversionistas de izquierda, como Marambio, que entonces compraron poco más que
deudas, sedes regionales que no rendían y alumnos que no pagaban. “La más
pública de las universidades privadas”, había sido uno de sus lemas. Pero más
allá de la demagogia, el negocio tenía que empezar a producir dinero. La fórmula
que se encontrara para lograrlo imitaría la ya usada por otras empresas de
educación superior chilenas: lo que el directorio de la universidad progresista
decidió fue traspasar sus bienes raíces a una sociedad inmobiliaria propia. En
otras palabras, deshacerse de sus principales activos para hacer caja y luego
pagar arriendo por ellos para generar lucro a los controladores, que eran los
mismos accionistas de la universidad.

Los apuros de la Arcis han desatado propuestas estudiantiles desde 2004. Foto: Flickr
Aunque
Marambio llegaría a controlar nominalmente hasta 60 por ciento de las acciones
de la universidad, en la práctica fue corto el tiempo en que manejó el negocio.
Hoy solo conserva 0,5 por ciento de las acciones. El accionista principal
terminó siendo el Partido Comunista de Chile, que salió de la sociedad en
diciembre de 2013. Ese retiro obedeció, en principio, a razones de
estrategia política. La educación superior se convirtió en tema de la agenda
pública chilena desde las masivas manifestaciones estudiantiles de 2011 y aún
más, en tema de la agenda electoral durante la campaña de la que saldría
triunfadora Michelle Bachelet en segunda vuelta, justamente, en diciembre de
2013. Bachelet quería la participación de los comunistas en su nuevo gobierno.
Pero si el partido quería formar parte de la Nueva Mayoría –el lema con
que Bachelet bautizó su segunda administración– y hacer barra por la reforma
educativa, no podía tener una universidad, privada y con problemas
administrativos, para más señas. Menos todavía, haber lucrado con
ella.
Ahora,
en el invierno austral de 2014, se destapó la olla de la Universidad Arcis. Van
dos meses sin que su personal cobre, y su rector renunció. Profesores y alumnos
están en paro. La crisis arroja una nueva luz sobre el retiro del Partido
Comunista de la empresa y apoya a quienes se preguntan si, en vista de la
evolución de los hechos, el partido de la hoz y el martillo no se habría
aprovechado de información privilegiada para salirse a
tiempo.
En
2013 el directorio universitario, presidido entonces por Juan Andrés Lagos
–dirigente comunista, hoy asesor de los ministros del Interior y de Educación–,
solicitó a una empresa de consultoría, Entrepuertos, un informe sobre la
situación financiera de Arcis. El reporte, lapidario, confirmó un déficit
operacional anual de 1.790 millones de pesos chilenos, equivalentes a más de 3
millones y medio de dólares, y una deuda de 6.780 millones de pesos, lo que es
más de 13 millones de dólares.
Lagos
aseguró en junio pasado que su partido no obtuvo ni un centavo de la Universidad
Arcis y que, por el contrario, perdió dinero. Para la fecha, Lagos era todavía
secretario general del PCCh. También declaró que cuando los comunistas se
retiraron, en diciembre de 2013, “no estábamos con la idea de que la universidad
reventara en dos meses”.
No
obstante, la investigación de Figueroa y Ciper detectó que en una asamblea de
accionistas de diciembre de 2012 –un año antes del retiro comunista de la
sociedad–, se decidió el reparto de un excedente de 540 millones de pesos
chilenos, alrededor de un millón de dólares. A los comunistas correspondía 76
por ciento del monto, pues esa era la proporción de acciones que entonces
controlaban en Inmobiliaria Libertad S.A., la propietaria de los inmuebles de la
Universidad Arcis, a través de dos personas jurídicas. Fue al menos el segundo
evento de liquidez que permitió repartir utilidades entre los accionistas de la
universidad, una verdadera bicicleta financiera en la que alguna vez pedalearon
fondos venezolanos.